Terremoto Borrell
Entr¨® como un terremoto y como un terremoto ha salido. En ambos casos contra las expectativas y obteniendo no poco de la sorpresa. Pues por sorpresa gan¨® Jos¨¦ Borrell las primarias en lo que todo el mundo ley¨® era una censura al aparato del partido. Los electores quisieron lanzar un mensaje claro: era necesario sacar al partido socialista de la ley de hierro de la oligarqu¨ªa en la que el poderoso liderazgo carism¨¢tico de Felipe Gonz¨¢lez le hab¨ªa encerrado. La sombra del aparato pes¨® como una losa sobre la candidatura de Joaqu¨ªn Almunia y la esperanza se volc¨® del lado del perdedor. Pues si se trataba de renovar el partido lo mejor era renovar la renovaci¨®n y apostar por el candidato externo. Fue un claro efecto underdog, efecto rechazo del ganador, que ilusion¨® al PSOE y a sus electores.Pero la sombra de aquel triunfo contra el aparato iba a pesar como una losa sobre el "candidato". ?C¨®mo pod¨ªa aqu¨¦l apostar ilusionadamente por quien les hab¨ªa vencido? No ocurren cosas contra natura y pedir que se echaran en brazos de su enemigo era demasiado. El cainismo hizo mella en Borrell desde el primer momento y la bicefalia entre su oficina y la del secretario general, redoblada por una siempre incierta tricefalia, le seg¨® la hierba bajo los pies. Nunca se ha sabido bien qui¨¦n hablaba en nombre del PSOE; si el candidato, el secretario general o la sombra. Adem¨¢s, cuando no hay unidad de prop¨®sito y de ilusi¨®n, es decir, cuando emerge el fraccionalismo, la derrota del representante de todos es el triunfo de una de las facciones. Borrell reaccion¨® m¨¢s como hombre de partido (y como hombre de bien) que como pol¨ªtico; de haber sido lo segundo hubiera solicitado inmediatamente todo el poder en el PSOE, cuando no se le pod¨ªa negar. Pero confi¨® en sus compa?eros olvidando que hay enemigos, enemigos mortales y compa?eros de partido.
Es cierto que Borrell tampoco ha sabido sacar partido de su voz y ¨¦sta no ha conseguido abrirse paso. Y es tambi¨¦n cierto que el caso Aguiar-Huguet iba a aparecer una y otra vez hasta las elecciones, como una tortura china. Pero de lo segundo no es, obviamente, responsable, y de lo primero s¨®lo lo es a medias. ?Era mejor aguantar hasta obtener un resultado quiz¨¢s malo pero no desastroso (el voto del socialismo es muy firme) o tirar la toalla? ?No supone esta renuncia, velozmente aceptada por el partido, un debilitamiento del potencial socialista en las pr¨®ximas elecciones municipales, europeas, auton¨®micas, catalanas e incluso generales? Por decirlo m¨¢s claramente, ?qui¨¦n ha ganado con esta renuncia? Creo que las razones personales, el cansancio, el des¨¢nimo, han pesado m¨¢s que los argumentos pol¨ªticos. De nuestros enemigos nos cuidamos solos pero para cuidarse de los amigos necesitamos a Dios y a Jos¨¦ Borrell le ha matado la amistad, la de unos y la de otros.
?l asegura que es corredor de fondo y no tenemos razones para dudarlo. De hecho su mejor hora, la m¨¢s serena y firme, la tuvo al anunciar p¨²blicamente su retirada, que le deja colocado, si lo desea, para el futuro. Y no s¨®lo por lo que all¨ª dijo sino porque, al hacerlo, puso doblemente en entredicho a quienes no entendieron su triunfo. Porque expl¨ªcitamente hizo gala de una honestidad pol¨ªtica que es, ella misma, la esencia de la renovaci¨®n del PSOE y de la pol¨ªtica espa?ola; pocos dan la talla de la medida que Jos¨¦ Borrell se ha autoaplicado. Pero adem¨¢s porque, sin decirlo, dijo y dej¨® claro que estaba solo.
De modo que si hace un a?o el perdedor acab¨® de ganador, la historia se repite al rev¨¦s. Una victoria que ojal¨¢ no sea p¨ªrrica pues de hecho estamos en el punto de partida, de regreso a la renovaci¨®n frustrada, s¨®lo que lo que entonces era ilusi¨®n hoy es desesperanza. Hace cosa de un mes, hablando de los enredos de la pol¨ªtica espa?ola, se?alaba c¨®mo el PP estaba s¨®lidamente aliado con sus principales contrincantes, de modo que ¨¦l mismo era su principal enemigo. Pues bien, hoy podemos a?adir que tambi¨¦n el socialismo espa?ol est¨¢ firmemente aliado contra s¨ª mismo.
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