C¨®mo sobrevivir al riesgo de pactar con CiU
"Una persona que se preocupa por los dem¨¢s", se define. A Xavier Sabat¨¦ (Flix, 1954), fil¨®logo, primer secretario del PSC en la provincia de Tarragona y candidato a la alcald¨ªa de la capital, le cuesta desligarse del discurso pol¨ªtico progresista, memorizado, interiorizado, cauterizado. Ejemplos: preocupado por la ense?anza p¨²blica -se queja hasta la extenuaci¨®n de que sus hijos van a una escuela sin una triste pista descubierta para hacer deporte-, el bienestar social, los marginados, el medio ambiente; y, ahora, despu¨¦s de una evoluci¨®n, hasta canta las excelencias del sistema de cuotas para integrar a la mujer en los puestos decisivos del partido. Cuesta separar al pol¨ªtico de la persona. Se le acusa de ser implacable con quien se la juega -una mala fama impuesta por sus adversarios, seg¨²n los que le rodean-, y ¨¦l mismo reconoce que peca de una cierta intolerancia "con los pelotas y con la gente que se podr¨ªa definir como de electroencefalograma plano". Y es obcecado hasta llegar a la tozudez y la cabezoner¨ªa. Pol¨ªtico con experiencia, sindicalista, apreciado en el partido -fue concejal en el gobierno socialista de la ciudad, estuvo en la oposici¨®n, fue senador y ahora congresista-, se enfrentar¨¢, aunque ya est¨¢ acostumbrado, con el convergente Joan Miquel Nadal, con quien coincide en la C¨¢mara madrile?a. Se considera el padre del pacto de gobierno en Tarragona entre CiU y PSC, pero no ha dudado en salir a la palestra y torpedear cada vez que discrepaba con alguna de las acciones de los convergentes, especialmente del alcalde. Tanto que hasta lleg¨® a producirse una minicrisis en el pacto a mitad de mandato. Si alguien le comenta que durante un tiempo se convirti¨® en la bestia negra de Nadal, afirma: "La ¨²nica bestia negra de Nadal es ¨¦l mismo". Ahora asumir¨¢ las consecuencias de la alianza: "Hemos corrido el riesgo de quedar difuminados, pero hab¨ªa que hacerlo, era un mal menor y hemos podido asegurar transparencia, correcci¨®n en las cuentas municipales y que la ciudadan¨ªa pueda reconocer la gesti¨®n de nuestros concejales". No cree en las encuestas. En una de las m¨¢s recientes, la ciudadan¨ªa de Tarragona conoce m¨¢s a su inseparable n¨²mero dos, el teniente de alcalde de Urbanismo, Josep Ant¨®n Burgas¨¦, que a ¨¦l mismo. Y se presenta con una lista absolutamente renovada, a excepci¨®n de Burgas¨¦. No deja indiferente. O cae bien o cae mal. Y tampoco acepta muchos tonos grises. Adem¨¢s, le gusta. Este pol¨ªtico, que a corta edad corri¨® el riesgo de que lo hicieran capell¨¢n o misionero y que cantaba de tiple en el coro de la Iglesia de Barbastro, alardea de tener amigos tanto en el PP como en CiU, y de que podr¨ªa llegar a pactar con el propio Nadal. Pero enseguida retorna al discurso pol¨ªtico y recuerda que el electorado nacionalista no sabe qu¨¦ har¨¢ el alcalde con sus votos; "?pactar con la derecha?", un riesgo que los votantes socialistas no correr¨¢n. Nacido en Flix en una familia de cinco hermanos, lleg¨® pronto a Tarragona, estudi¨® magisterio -"un poco obligado por la econom¨ªa dom¨¦stica"- y trabaj¨® de lo que fuera -repartiendo peri¨®dicos, en una granja de periquitos y de administrativo-. Mont¨® el Sindicato de Trabajadores de la Ense?anza, reneg¨® luego del corporativismo y se hizo de la UGT, colabor¨® en el PSUC y en 1976 se afili¨® al PSC, huyendo del centralismo de los comunistas y del culto a la personalidad. Volvi¨® a estudiar, esta vez filolog¨ªa catalana, que acab¨® tarde, en 1983, pocos meses despu¨¦s de haber iniciado su carrera pol¨ªtica. Necesita gente a su alrededor. Parece que no le gusta hacer las cosas solo: aplica la m¨¢xima, seg¨²n dice, de no querer ser nada que no quieran primero los compa?eros del partido. Pero quien le conoce tambi¨¦n a?ade una cierta impaciencia: "Si en alg¨²n momento le cuesta hacerse entender, prefiere coger la directa y hacer las cosas ¨¦l mismo". Y no niegan que sea calculador. Sus ruedas de prensa son los s¨¢bados, para salir en los peri¨®dicos de los domingos, el d¨ªa de mayor venta y de lectura reposada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.