La calidad no se relaja
El Bar?a aprovecha la ineficiencia rematadora del Athletic, que acab¨® desquiciado
La pol¨¦mica sobre el pasillo honor¨ªfico al Bar?a incendi¨® al Athletic. No contento con el protocolo, decidi¨® trasladarlo al juego para mayor gloria de Rivaldo y Kluivert. La defensa del Athletic se derrumb¨® en un cuarto de hora, y en su declive contagi¨® a la defensa barcelonista. De tales escombros surgi¨® un partido plet¨®rico, intenso, de ida y vuelta, tan descomunal en el esfuerzo como ineficiente en el remate. Se constru¨ªa un juego desordenado e impulsivo que manten¨ªa el espect¨¢culo en su punto justo del entretenimiento. A poco que hubieran apretado mejor el borcegu¨ª los futbolistas, los primeros 45 minutos hubieran provocado un resultado hist¨®rico. Lo impidi¨® Arnau, que desquici¨® a Guerrero en dos disparos; Ezquerro, otrora artista y ayer autor de la jugada tonta de la semana; Cocu o Kluivert, rematando con la nariz m¨¢s que con la cabeza sendos centros de Rivaldo; Joseba Etxeberria, en un fallo clamoroso ante Arnau.El desorden resultaba, sin embargo, productivo. Facilitaba el magisterio de Rivaldo, un futbolista instalado entre las l¨ªneas rojiblancas al que despreci¨® el Athletic con tanta suficiencia como indocumentaci¨®n. Cada bal¨®n que rozaba su bota era una ocasi¨®n de gol. El Athletic, antes y despu¨¦s del gol, no entendi¨® al Barcelona y se descontrol¨® en cada uno de sus contragolpes.
ATHLETIC 1
BARCELONA 3Athletic: I. Etxeberria; Alkorta, Jos¨¦ Mari (Larrazabal, m. 72), Ferreira; Larrainzar (Urzaiz, m. 74, Urrutia (Javi Gonz¨¢lez, m. 59), Alkiza, Felipe; Guerrero; J. Etxeberria y Ezquerro. Barcelona: Arnau; Abelardo, Pellegrino, F. de Boer, Sergi; R. de Boer (Celades, m. 65), Guardiola, Cocu; Figo, Kluivert (Anderson, m. 54) (Zenden, m. 72) y Rivaldo. Goles: 0-1. Bal¨®n de Rivaldo a Kluivert, que marca tras regatear a Etxeberria. 1-1. M. 49. Ferreira, en jugada personal. 1-2. M. 64. Rivaldo de penalti. 1-3. M. 88. Rivaldo de disparo ajustado al poste. ?rbitro: D¨ªaz Vega. Expulso a Felipe, Guardiola y a Luis Fern¨¢ndez. Amonest¨® a Alkorta, Jos¨¦ Mari, Urrutia, Frank de Boer, Cocu y Figo. Tres personas con una pancarta reclamando el traslado de los presos vascos y despu¨¦s un aficionado con camiseta rojiblanca saltaron al terreno de juego interrupiendo el partido, tras el gol de Ferreira.
El equipo de Van Gaal tampoco pareci¨® comprender a un Athletic, m¨¢s b¨¢sico, que abri¨® un agujero profundo en el costado derecho del Bar?a. Guerrero descolocaba a Abelardo y la libertad de Ezquerro y Etxeberria amontonaban el trabajo de Pellegrino. A ello colaboraba la apat¨ªa defensiva de Ronald de Boer, el ¨²nico futbolista ausente del partido.
El f¨²tbol construye la belleza partiendo, en ocasiones, de de las carencias. El gol de Kluivert mantuvo la tensi¨®n del Barcelona, que recul¨® en disposici¨®n de disfrutar del contragolpe. El Athletic, desaforado, adelant¨® la presi¨®n muchos metros hacia adelante, convirtiendo cada jugada en un peligro tan seguro como el que procuraba al Barcelona cuando en dos toques romp¨ªa la muralla. El empate result¨® sintom¨¢tico. Ferreira sali¨® de la cueva para fabricarse un gol a mitad de camino entre la t¨¦cnica y la casta. El Bar?a a¨²n no estaba puesto en el campo, cuando el Athletic dio una vuelta de tuerca a su generosidad. El gol restablec¨ªa la honradez del esfuerzo. En un partido tradicionalista (es decir, de ida y vuelta), la contradicci¨®n deb¨ªa prevalecer sobre el sentido com¨²n.
El empate lleg¨® de la forma m¨¢s complicada, tras haber renunciado a posibilidades m¨¢s asequibles. Y el desequilibrio barcelonista, de la forma habitual: otra exhibici¨®n de contragolpe, aderezada por la habitual inoperancia de la defensa del Athletic en la realizaci¨®n del fuera de juego. El penalti de Felipe fue tan inapelable como insulso. El defensor pec¨® de inexperiencia, el guardameta se at¨® a los postes. Conclusi¨®n, Figo al suelo y expulsi¨®n, que pr¨¢cticamente clausur¨® el partido.
El descontrol futbol¨ªstico acab¨® por invadir el ambiente. Primero lo rompieron los indocumentados habituales, que promovieron una posible clausura de San Mam¨¦s; despu¨¦s, la jugada del penalti, a la que sigui¨® la expulsi¨®n de Luis Fern¨¢ndez y la lesi¨®n de Anderson, cuando s¨®lo llevaba 18 minutos sobre el terreno de juego. Era el esp¨ªritu del partido, demasiado encorajinado y aturdido para el Athletic, resuelto por el Barcelona de forma m¨¢s c¨®moda de lo que se anunciaba.
Hasta el penalti dur¨® un encuentro demasiado aderezado de circunstancias coyunturales. Demasiadas lecturas, abundantes interpretaciones. El Bar?a se apart¨® de la pol¨¦mica y sac¨® una conclusi¨®n razonable: al contragolpe se puede lucir y ganar cuando se dispone de un elemento tan escaso como impagable, la calidad individual. Con esa arma y la presencia de Guardiola, Rivaldo y Figo, la lectura del partido es correcta. Por si acaso, Arnau ech¨® las manos necesarias para destrozar los restos de moral que manejaba el Athletic con m¨¢s rabia que argumentos.
El esp¨ªritu tradicional del encuentro se resolvi¨® de la forma m¨¢s tradicional posible: hombre a hombre. El Barcelona malgast¨® pocas balas y el Athletic malgast¨® la cartuchera. A eso, muchas veces se le llama suerte cuando en realidad se trata de cuestiones personales. El Bar?a libr¨® la suya: gan¨® con m¨¢s autoridad que lucimiento, acerc¨® a Rivaldo al trofeo de m¨¢ximo goleador y zanj¨® las sombras de duda sobre su rendimiento tras el ¨¦xito. El Athletic, harto de hacer c¨¢balas sobre el s¨¦ptimo puesto, se desfond¨® en su ineficacia rematadora y las resumi¨® a una sola: un milagro. El mismo que reclam¨® ayer para ganar al campe¨®n de Liga.
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