El viejo Jalabert ha llegado (para incordiar a Pantani)
Tercera victoria de etapa del franc¨¦s en un mano a mano final con el l¨ªder
?Qui¨¦n es aquel que ataca en aquel repecho? De espaldas, con los ojos cerrados, sin mirar, sin tener ni idea de ciclismo, siendo la Biblia, estando en Babia o de vacaciones en el Caribe se pod¨ªa responder, con un margen m¨ªnimo para el error. S¨®lo bastaba decir un nombre, Laurent Jalabert. Daba lo mismo la carrera. Ya fuera la Vuelta a Murcia o el Tour de Francia, la Flecha Valona o la Mil¨¢n-San Remo, la Vuelta a Espa?a o el Crit¨¦rium de Mazamet, su pueblo. Era Jalabert, el viejo y bul¨ªmico franc¨¦s, ciento y unas cuantas victorias en su zurr¨®n, siempre impaciente, como si los repechos, las cuestas y hasta los puertos le colocaran, le dejaran en una situaci¨®n de trance en la que autom¨¢ticamente, como un muelle, debiera saltar. "Era superior a mis fuerzas", dec¨ªa, intentaba explicarse. Ese Jalabert era cosa del pasado. Hasta ayer. Este Giro parec¨ªa otra cosa. Un hombre maduro y zorro. Conocedor de sus l¨ªmites y de sus extremos. Hasta ayer. Perdi¨® el liderato, obligatoriamente en la alta monta?a, pero no se fue mentalmente de la carrera. Todo lo contrario. El viejo Jalabert ha llegado. Est¨¢ en el Giro. Y Pantani lo nota. Menudo incordio.Una cu?a en el planeta Pantani. Dos exhibicionistas cara a cara. El l¨ªder, el Pirata italiano, se siente tan superior, tan patr¨®n del pelot¨®n, que intenta convertir cada etapa en un plebiscito, m¨¢s, en una vitrina, en un escaparate de sus habilidades. El Giro es su show y el gui¨®n s¨®lo deber¨ªa tener espacio para ¨¦l. Ayer, por ejemplo. Un insidioso repecho de unos cuantos kil¨®metros en el final. Dos vueltas por el circuito para verlo y calibrarlo. Pantani no tanto, que ya lo conoc¨ªa del Giro de 1993; pero para Jalabert era nuevo, pero no le sorprendi¨®, m¨¢s bien le confort¨® en su idea inicial, no en vano hab¨ªa ordenado que su equipo, el ONCE, trabajara en serio para evitar fugas extempor¨¢neas.
No hubo concesiones para el Amica Chips, Ballan, Banesto, Cantina Tollo, Lampre, Liquigas, Mapei, Navigare, Riso Scotti y Vitalicio, los equipos (10 de los 18 participantes) que a¨²n no han ganado ni una etapa, los conjuntos que se juegan su Giro particular en los seis d¨ªas que quedan (cuatro, como m¨ªnimo, se quedar¨¢n en blanco, aunque si se sigue con la tendencia 99, 15 etapas para ocho equipos, como mucho, s¨®lo tres escuadras m¨¢s se estrenar¨¢n): Pantani quer¨ªa mostrar otra de sus facetas, la de r¨¢pido finiseur en finales que requieren potencia adem¨¢s de velocidad, y dar otra alegr¨ªa a su afici¨®n que tanto le quiere; a Jalabert, por su parte, se le hac¨ªan los ojos chiribitas y la cabeza calculadora: 12 segundos por aqu¨ª (bonificaci¨®n por la victoria), un golpecito por all¨¢, y el mi¨¦rcoles me vuelvo a vestir de rosa en la contrarreloj (2m 6s, la diferencia entre el italiano y el franc¨¦s en la general; 45 los kil¨®metros llanos de la contrarreloj de ma?ana en Treviso).
As¨ª que despu¨¦s de dejar que los secundarios (Missaglia, Bettini, Smetan¨ªn, Pozzi, Simeoni) hicieran caldear el ambiente, llegado el ¨²ltimo kil¨®metro el viejo Jalabert salt¨® a escena; el Pirata, a su rueda; forcing del franc¨¦s, que se deja ir un instante, para coger aire; Heras y Savoldelli, los j¨®venes emergentes, muestran su ansia en el entretanto, pero los dos papas de este Giro, los dos mejores corredores, quer¨ªan para s¨ª todo el escenario. Todo se lo jugaron en el ¨²ltimo golpe de ri?¨®n. Y por un palmo, por los pelos, que dir¨ªa el gracioso, gan¨® Jalabert. La rapidez con que se desarroll¨® el ¨²ltimo kil¨®metro provoc¨® un inevitable corte en el que los m¨¢s perjudicados fueron Clavero (perdi¨® 23 segundos, m¨¢s los 12 de bonificaci¨®n del franc¨¦s) y Gotti (14 segundos). Pantani nota el incordio del franc¨¦s. M¨¢s le pesa en su espalda cuanto m¨¢s quiere quit¨¢rselo de encima. Ten¨ªa previsto el week end de los Alpes piamonteses (Fauniera y Oropa) para de dos golpes maestros mandar al franc¨¦s a las catacumbas antes de que pudiera revivir en la contrarreloj. La inteligencia del franc¨¦s en el post Fauniera y la aver¨ªa del Pirata (y la potencia de Jalabert) en Oropa, se lo han impedido. Que no sufra, le dicen en el ONCE, que a¨²n tiene tres etapas de alta monta?a a su gusto.
Quien ya no es un peso para nadie, salvo para s¨ª mismo, es Jos¨¦ Mar¨ªa Jim¨¦nez. El Chava, reci¨¦n llegados al repecho, se subi¨® al autob¨²s de los sprinters. Lleg¨® a casi 10 minutos.
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