La fot¨®grafa Christine Spengler narra su vida de muertes y amores
'Entre la luz y la sombra' descubre a una narradora de vocaci¨®n
No ha habido guerra en los ¨²ltimos 30 a?os que su c¨¢mara no haya diseccionado en blanco y negro. Pero Christine Spengler siempre quiso escribir. Ahora, esta mujer, testigo del horror del siglo XX, ha decidido contar sus memorias de amor y guerra. Entre la luz y la sombra (El Pa¨ªs-Aguilar) es una autobiograf¨ªa en la que la reportera intr¨¦pida revela su alma y sus armas: "Mirada, pudor, valor y ternura".
Mujer vitalista, algo exc¨¦ntrica y llamativa, Christine Spengler ha sido una especie de camale¨®n: primero una etapa negra en la que visti¨® como Bernarda Alba y vivi¨® muy de cerca los mayores espantos. Eso dur¨® hasta hace 10 a?os. "S¨®lo quer¨ªa morir: no me pon¨ªa chaleco antibalas, no me escond¨ªa en los b¨²nkers, hac¨ªa las fotos de pie". Y empez¨® con la muerte de su hermano Eric, "mi gran amor, el ¨²nico hombre con quien me habr¨ªa casado".Durante un viaje a N¨ªger y el Chad en 1970, el bello y depresivo Eric le regal¨® su primera c¨¢mara, una Nikon: "Me dijo que ense?ara el mundo a los dem¨¢s. Que yo ten¨ªa m¨¢s coraje. Ese d¨ªa empez¨® mi verdadera vida".
Spengler no sab¨ªa una palabra de fotograf¨ªa, pero hizo un reportaje y lo trajo a Madrid, donde viv¨ªa desde que sus padres se divorciaron. Sus t¨ªos Luis y Marcelita viv¨ªan aqu¨ª. "Lloraba todo el tiempo cuando llegu¨¦ a la calle de Vel¨¢zquez. Eric estaba interno en los jesuitas de Marsella, le echaba mucho de menos y Espa?a me daba miedo. Lo ve¨ªa todo negro y rojo: el negro de los trajes de las mujeres y los tricornios, el rojo de la sangre de los toros. Mi t¨ªo me llev¨® a Las Ventas desde que ten¨ªa siete a?os. Luego me escapaba del Liceo Franc¨¦s para ver a los toreros".
Juan Luis Cebri¨¢n public¨® aquellas fotos de los rebeldes tubus de Chad en Informaciones, y con el tiempo Spengler public¨® en Life, Time o The New York Times fotos tan m¨ªticas (siempre en blanco y negro) como la del bombardeo de Phnom Penh.
A su t¨ªa le dec¨ªa que se iba al Caf¨¦ Gij¨®n, pero iba bastante m¨¢s lejos: Irlanda del Norte, Vietnam, Camboya, Beirut, El Salvador, Afganist¨¢n, el S¨¢hara, Nicaragua... Con su herida a cuestas. "Todo corresponsal de guerra tiene un dolor muy profundo dentro". Y buscando supervivientes con el objetivo. "Son las grandes v¨ªctimas. Especialmente los ni?os. Los ¨²nicos seres puros de la guerra".
Eso, en cuanto a Mujer en guerra, la primera parte del libro. La segunda se titula Las riberas de la paz y comienza en el funeral de su madre. All¨ª apareci¨® un hombre, Phillipe, tan parecido a su hermano "como un doble". Se enamor¨®, y ahora retrata la paz y la memoria. En color. Pero deja este consejo: "No ir a escuelas caras ni comprar m¨¢quinas estupendas. Mirada, pudor, ternura y valor. Con eso basta".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.