Carmen, sangre y arena
Cuenta la leyenda de las viejas cigarreras de Triana que hubo una vez una Carmen; una mujer apasionada y libre. Cuentan que Carmen muri¨® apu?alada por su amante, herido en su honor, tras el enamoramiento de la cigarrera con un picador de toros. Dicen que el jinete la galante¨® durante una corrida y que ¨¦ste fue el ¨²ltimo festejo que presenci¨® Carmen. Ahora, La Cuadra de Sevilla se encarga de recordar esta historia de la forma m¨¢s fiel posible. As¨ª, de manos de Salvador T¨¢vora, ha incorporado al espect¨¢culo teatral la lidia y muerte de un toro con un rejoneador como protagonista culpable del desenlace final. La plaza de toros de Castell¨®n, que pese a ser centenaria es m¨¢s joven que la leyenda, alberg¨® en la noche del jueves la representaci¨®n de Carmen. ?pera andaluza de cornetas y tambores. ?sta, la inclusi¨®n de cornetas y tambores es otra de las peculiaridades de esta Carmen, estrenada en su formato inicial en 1996. En Castell¨®n, fue la Banda de cornetas y tambores del Sant¨ªsimo Cristo de las Tres Ca¨ªdas la que se encarg¨® de otorgar ese aire militar, tan vinculado a la vida de Carmen, y los cantos desga?itados tan acompasados a su tragedia. Sin embargo, el espect¨¢culo, muerte de toro incluida, s¨®lo se ha representado en otras cuatro ocasiones, aunque est¨¢ previsto que recorra las plazas de toros m¨¢s importantes del pa¨ªs, entre las que est¨¢ programada Valencia, para el 15 de julio, y Alicante, sin fecha concretada. La nueva Carmen de T¨¢vora vive m¨¢s en el ruedo. Y muere en el ruedo, en el albero, mientras al cante suena un "dicen que muri¨® so?ando el amor". Esta Carmen, como no pod¨ªa ser de otra manera, est¨¢ llena de tragedia y de drama, especialmente en momentos como el protagonizado por los soldados que participan en la redada de gitanos de Triana que apalean a la cigarrera. Tambi¨¦n resulta especialmente dram¨¢tica la muerte del general Riego, con su himno sonando de fondo, mientras la soga rompe su cuello. Sin embargo, los momentos tr¨¢gicos sucumben ante los pasionales: Carmen con el militar, Carmen con el jinete, Carmen con sus compa?eras las cigarreras. Toda la obra se presenta llena de t¨®picos andaluces dignificados por sus protagonistas. Sin alardes ni hip¨¦rboles forzadas, tal como desea su creador, "entendiendo la pasi¨®n de Andaluc¨ªa no de una forma fr¨ªvola sino seria, recuperando el mito de Carmen, rescatando t¨®picos". Las gradas del coso castellonense se llenaron de un compendio de aficionados al teatro y a los toros, dando por bueno el especial riesgo que corre T¨¢vora cada noche. Para ¨¦l, esta mezcla supone el recorrer un camino atrevido, tanto para el toro como para el teatro, pero, tal como dice "todo el arte tiene su riesgo y, sin ¨¦ste, no hay emoci¨®n". Salvador T¨¢vora asegura que lo que le impuls¨® al atrevimiento fueron las palabras de Valle Incl¨¢n: "Si nuestro teatro tuviese el temblor de las fiestas de los toros, ser¨ªa magn¨ªfico... si hubiese sabido transformar toda esa violencia est¨¦tica, ser¨ªa un teatro her¨®ico como la Il¨ªada". "Este modelo de espect¨¢culo no est¨¢ en contra del otro, el tradicional", asegura, aunque admite que su Carmen "se distancia algo de la ¨®pera al estar protagonizada por el canto popular, los cantes secos que son los que cuentan la historia". Sin embargo, Salvador T¨¢vora ensalza el universalismo de la misma ya que considera que "no hay obra m¨¢s universal que la que lleva impl¨ªcita la forma de ser de un pueblo, en este caso el andaluz, que no ha de pedir ning¨²n lenguaje prestado". Adem¨¢s, apunta que "esos or¨ªgenes del espect¨¢culo dram¨¢tico se perdieron enterrados en la palabrer¨ªa". En Castell¨®n, la satisfacci¨®n del respetable se hizo patente, aproximadamente, cada cinco o diez minutos, tiempo en los que los aplausos llegaron a interrumpir el desarrollo de la obra. A¨²n as¨ª y pese al entusiasmo del p¨²blico, Carmen volvi¨® a morir, otra vez, a manos de un amante celoso.
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