Millones de amor y ron
La velada pudiera haber sido una exquisitez: las cuatro cantautoras, con estilos muy diversos, son una magn¨ªfica representaci¨®n cualitativa de la m¨²sica popular cubana. Pero, de igual modo que ocurre con muchos cantantes, desde?an candorosamente los aditamentos esc¨¦nicos m¨¢s elementales. No bastan s¨®lo canciones bellas y voces brillantes para encandilar a los p¨²blicos en un teatro. Una sala de conciertos no es una mesa camilla ni un caf¨¦ cantante. Concretando, el concierto no qued¨® mal, pero careci¨® de magia.
Escenario "tomado"
"Amor de millones"
Sara Gonz¨¢lez, Martha Campos, Anabell, Liuba Mar¨ªa Hevia. C¨ªrculo de Bellas Artes, Madrid. 9 de junio.
El sonido, aceptable. Los m¨²sicos, eficaces. Las luces, anodinas. La coreograf¨ªa, ausente. Sin embargo, el escenario estaba "tomado" por cinco carteles ostentosos anunciando una marca de ron cubano (excelente, por cierto) que patrocina la gira. Y a ambos lados de la artista, sendas cajas luminosas pregonando sin decoro la misma etiqueta. Una cosa es patrocinar, y otra, emborrachar de publicidad. Sara Gonz¨¢lez, maestra de ceremonias y la menos joven del cuarteto, pertenece a la primera generaci¨®n de la Nueva Trova. Es un torrente de humanidad y de pasi¨®n. Estaba un poco acatarrada, pero su voz provoc¨® momentos intensos de ternura y de emoci¨®n: M¨ªrame, Quiero hablar contigo, Son oscuro ("segunda patria, la noche"), Son de la muerte... L¨¢stima que Sara cuide tan poco su indumentaria y sus movimientos. Los cantautores, unos y otras, se empe?an en salir al escenario como se sale a tomar ca?as, desgarbados. Parece como que les diera verg¨¹enza que se les note que son artistas y faranduleros. Martha Campos no carece de estilo, pero le falta un hervor. Anabell (hermana de Silvio Rodr¨ªguez) tiene una voz espl¨¦ndida, tanto en los graves como en los agudos, y un empaque esc¨¦nico emparentado con las musas del existencialismo franc¨¦s. Hizo una versi¨®n impecable de El colibr¨ª. Liuba Mar¨ªa Hevia, peque?ita, saltarina, cascabelera y entra?able, domina su voz c¨¢lida y sensual, pero abusa de la metaf¨ªsica en las composiciones y en los parlamentos. En resumen, no estuvo mal, pero pod¨ªa haber estado mejor. Y la mencionada marca de ron debiera haber invitado a una copa a los presentes para resarcirles del empacho propagand¨ªstico.
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