La Universidad no va bien
La reciente masificaci¨®n de las universidades ha producido en ellas cambios profundos. Como se dec¨ªa antes, cuando estaba de moda el marxismo, los cambios cuantitativos han producido cambios cualitativos. Un reciente informe sobre las reformas en las universidades alemanas comienza diciendo lo siguiente: "Los centros de estudios superiores alemanes ocuparon posiciones de vanguardia... el siglo pasado. Hoy, su situaci¨®n es deplorable" porque la masificaci¨®n las ha destrozado. La masificaci¨®n universitaria es un fen¨®meno general de la segunda mitad del sigloXX, consecuencia de un aumento de bienestar sin precedentes. Por una parte, es un fen¨®meno l¨®gico. La demanda de universitarios en el mercado de trabajo ha aumentado a causa de la progresiva tecnificaci¨®n de los puestos de trabajo. Del lado de la oferta, la renta creciente de las familias ha permitido que un n¨²mero mayor de j¨®venes adultos alargue su vida estudiantil, aplace su primer empleo e invierta a?os adicionales en su preparaci¨®n. Pero, por otra parte, la masificaci¨®n de la Universidad parece un fen¨®meno contradictorio. Si la Universidad es una instituci¨®n dedicada a la ense?anza superior y a la investigaci¨®n, en gran parte desligada de preocupaciones mundanas y dedicada al Saber con may¨²scula, debe ser en esencia una torre de marfil, una instituci¨®n de ¨¦lite en el buen sentido de esta palabra. Por ser una instituci¨®n minoritaria y selecta, puede la Universidad cumplir con su funci¨®n de producir ciencia y cultura, no en exclusiva, por supuesto, pero s¨ª con mayor autoridad y solvencia que otras instituciones sociales, como las empresas, las academias, las fundaciones, etc¨¦tera.
Esta contradicci¨®n es grave. Sin embargo, los distintos sistemas la han resuelto de diferentes maneras, con grados de ¨¦xito dispares. En Estados Unidos, que tiene un sistema universitario descentralizado y piramidal, el acomodo ha sido relativamente f¨¢cil: se crearon nuevas universidades y muchas de las existentes aumentaron su capacidad. La mayor¨ªa de las nuevas universidades quedaron en la base de la pir¨¢mide, y nadie ha o¨ªdo hablar de ellas fuera de su estrecho radio de acci¨®n. Las universidades tradicionales de ¨¦lite, las que constituyen el ¨¢pice de la pir¨¢mide y son conocidas en todo el mundo, apenas cambiaron: ni admitieron muchos m¨¢s estudiantes ni relajaron sus exigencias a la hora de contratar profesores, y siguen estando a la cabeza de la escala mundial.
En los pa¨ªses de sistema universitario centralizado y estatalista, como en muchos pa¨ªses europeos, la cosa era m¨¢s dif¨ªcil. En Espa?a se ha concebido la Universidad como una serie de oficinas del Ministerio de Educaci¨®n. Aqu¨ª somos igualitaristas en principio: la palabra ¨¦lite es un insulto, y la consigna universitaria ha sido la que nos inculcaba el capit¨¢n cuando yo hice el servicio militar: "Pa tos caf¨¦". Se crearon universidades nuevas y se ampliaron las viejas.Todo el sistema universitario se convirti¨® en una m¨¢quina de dar clases. Se acab¨® la torre de marfil, si es que alguna vez la hubo. Como los profesores no daban abasto para dar clase a tanto estudiante, se improvis¨® un cuerpo de docentes de segunda, los profesores no numerarios, o PNNs. En toda universidad debe haber profesores de este tipo, comenzando su carrera acad¨¦mica; pero es que en Espa?a llegaron a constituir m¨¢s del 80% del profesorado, cuando lo sano es que est¨¦n en torno al 20%, y hab¨ªa muchos pr¨®ximos a jubilarse. Entre que el dar clases les quitaba tiempo para investigar y que hab¨ªan sido seleccionados con muy poco criterio, muchos PNNs ni se doctoraban ni daban la talla m¨ªnima de profesor universitario.
En esta situaci¨®n, los socialistas inventaron un sistema de urgencia (las "idoneidades") por el cual pr¨¢cticamente todos los PNNs que eran doctores pasaron a ser numerarios, es decir, de plantilla. Esta soluci¨®n demag¨®gica (los PNNs eran tremendamente izquierdistas mientras fueron PNNs) cre¨® un tap¨®n de profesores mediocres, que baj¨® el nivel ya deficiente de nuestras universidades y cerr¨® el paso a otros mejores y m¨¢s j¨®venes. Por supuesto, algunos id¨®neos eran buenos, y los m¨¢s de ¨¦stos no estaban nada contentos con esta v¨ªa de acceso a la carrera, prefiriendo haber mostrado su "idoneidad" en pruebas m¨¢s serias. Muchos estudiantes capaces se vieron tambi¨¦n obligados a aguantar profesores que poco les pod¨ªan ense?ar. El "pa tos caf¨¦" perjudica a los buenos.
Junto a este error garrafal e insubsanable (y otros muchos y bien conocidos que pueblan la LRU, de los cuales no me puedo ocupar aqu¨ª, pero que merecen consideraci¨®n), los socialistas tuvieron el acierto de estimular la investigaci¨®n por medio de la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n y Prospectiva y de la Comisi¨®n Nacional Evaluadora de la Investigaci¨®n. Pese a los inevitables denuestos, este est¨ªmulo a la investigaci¨®n ha dado sus frutos. Hoy se investiga m¨¢s y mejor en la Universidad espa?ola. Ello demuestra que los universitarios responden a los est¨ªmulos; el problema es que los est¨ªmulos que se les dan acostumbran a ser negativos.
Hasta ahora, a los estudiantes mediocres se les ha dado a entender que, si consiguen un puesto en la Universidad, terminar¨¢n por ser profesores numerarios, bien por el perverso sistema de oposiciones dise?ado por la LRU, que ha dado lugar a la famosa "endogamia", bien por la expectativa de que, a los que ni "endog¨¢micamente" son capaces de pasar una oposici¨®n, una nueva "idoneidad" les dar¨¢ el espaldarazo. Y de eso se trata ahora. Los nuevos PNNs presionan, y los rectores transmiten esa presi¨®n al ministerio, para que vuelva a haber una nueva colada por la puerta falsa y quince a?os m¨¢s tarde vuelva a crearse otro tap¨®n de profesores no cualificados. ?sta es la consecuencia de haber creado un precedente. Pero ahora la cosa ser¨ªa a¨²n m¨¢s grave. Primero, porque se confirmar¨ªa el precedente, lo cual rebajar¨ªa a¨²n m¨¢s los niveles del profesorado, d¨¢ndose una nueva vuelta de tuerca al sistema end¨¦mico de premiar a los malos y castigar a los buenos. Segundo, porque la masificaci¨®n universitaria ha alcanzado su m¨¢ximo. El n¨²mero de estudiantes universitarios est¨¢ empezando a descender por razones demogr¨¢ficas. Ya no hay tanta urgencia de profesores: hoy, m¨¢s que nunca, es m¨¢s importante la calidad que la cantidad. Estabilizar en sus puestos a esta ¨²ltima generaci¨®n de PNNs significar¨ªa cerrar definitivamente el paso a las nuevas generaciones.
La manera l¨®gica de renovar el personal universitario es gradual, a medida que las jubilaciones van creando vacantes y que los PNNs van demostrando su val¨ªa pasando los filtros normales. Las renovaciones por aluvi¨®n son devastadoras. Debieron evitarse incluso cuando la masificaci¨®n de d¨¦cadas pasadas parec¨ªa imponerlas. Pero cuando, como ahora, la masificaci¨®n ha cesado, un nuevo aluvi¨®n ser¨ªa injustificable y catastr¨®fico. La Universidad no va bien; por Dios, evitemos que vaya peor, entre otras cosas, porque esto, a la larga, redundar¨¢ en c¨®mo vaya Espa?a.
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