La pol¨ªtica es una adicci¨®n

Tan dif¨ªcil como que un rico entre en el reino de los cielos es que un pol¨ªtico tire la toalla despu¨¦s de haber gozado las mieles del poder y el consiguiente sueldo. Ah¨ª tenemos a H¨¦ctor Villalba, vencido y desahuciado, que se sigue postulando para pastorear a UV y devolverle el antiguo esplendor. Sin el menor empacho ni autocr¨ªtica, a pesar del traspi¨¦ sufrido, se cree carism¨¢tico. No es el ¨²nico. Tan s¨®lo es uno m¨¢s de cuantos han hecho de la pol¨ªtica una profesi¨®n, un oficio de pan llevar, m¨¢s soportable que cualquier otro tajo. Los maestros de escuela, por cierto, son singularmente adictos a la tarea p¨²blica y reacios a las aulas. Son muy pocos los que regresan a ellas, como es el caso. Una excepci¨®n, entre otras pocas, es la del socialista Miguel Maz¨®n que regresa a la docencia, no obstante haber sido un valor s¨®lido y muy aprovechable para las pr¨®ximas singladuras de su partido. Quiz¨¢ por eso el PP le puso la proa. Y quiz¨¢ tambi¨¦n por eso se la ha puesto su propio partido. Ya se sabe que los adversarios est¨¢n enfrente y los enemigos dentro.