Ignorancia

Se queja el lector don Joan Mari Planells, de Barcelona, de que los locutores castellanohablantes de radio y televisi¨®n no pronuncian bien la elle final de las palabras catalanas. Eso es cierto, pero podr¨ªamos darnos con un canto en los dientes si ¨¦se fuera todo el problema. Lo cierto es que la pronunciaci¨®n que estos locutores hacen de los nombres de personas y luga-res no castellanos ni ingleses suele ser penosa. Todo se pronuncia a la inglesa, o como suponen ellos que se pronuncia en ingl¨¦s.

As¨ª, por ejemplo, he llegado a o¨ªr a alg¨²n locutor de radio llamar al primer ministro franc¨¦s, Lionel Jospin, "L¨¢ionel Y¨®spin". La uve doble alemana, que se pronuncia como uve fricativa, es transformada siempre en u (Uerner en lugar de Verner), las haches aspiradas desaparecen por sistema. La llegada de Gerhard Schr?der a la canciller¨ªa alemana ha supuesto un aut¨¦ntico trauma para estos periodistas. El pobre se?or Schr?der ha quedado convertido en "Y¨¦rar R¨¦der" o, como mucho, "Esr¨¦der". Pero la palma se la lleva Carlos Herrera, de RNE, que ha decidido cortar por lo sano y directamente traduce al castellano los nombres extranjeros y abrevia los apellidos que le resultan dif¨ªciles, de modo que el canciller alem¨¢n ha pasado a ser "Gerardo R¨¦der", y el primer ministro finland¨¦s, Martti Ahtisaari, ha sido bautizado como "Mart¨ªn Asari". No s¨¦ qu¨¦ le parecer¨ªa a este periodista pasar a llamarse "Charles She-Smith" para la comunidad internacional.

En fin, me parece que en este asunto de los nombres no castellanos, como en tantas otras cosas, lo que se percibe es la penuria de los espa?oles en el conocimiento de idiomas. El problema es gordo, dada nuestra pertenencia a la Uni¨®n Europea, y el ¨²nico remedio, en mi opini¨®n, es una buena formaci¨®n en al menos dos idiomas no espa?oles desde la infancia. Es caro, pero, como dice el refr¨¢n, m¨¢s cara es la ignorancia.-