Adi¨®s a un alcalde
JAVIER UGARTE Si alguna imagen ha resultado expresiva del nuevo estado de cosas que parece emerger tras la formaci¨®n de los consistorios el pasado d¨ªa 3 es ¨¦sa en la que queda registrado el relevo en el Ayuntamiento de Vitoria. El alcalde saliente, Jos¨¦ ?ngel Cuerda, abraza (y bendice al tiempo) a su sucesor en la alcald¨ªa. Dos generaciones, dos partidos, dos sensibilidades ante la vida del pa¨ªs, y, tal vez, ?ojal¨¢! (lo digo, claro est¨¢, por Alfonso Alonso), dos proyectos de ciudad se funden en ese abrazo. Un cambio sustantivo en la pol¨ªtica general del pa¨ªs que se puede cuantificar (p¨¦rdida de poder institucional del PNV en ?lava y en las principales ciudades del pa¨ªs), y que a buen seguro supone un punto de inflexi¨®n decisivo para la normalizaci¨®n de nuestra vida p¨²blica. Pero no es eso lo que hoy quisiera resaltar aqu¨ª. Quisiera m¨¢s bien fijarme en la condici¨®n singular y ejemplar de esa imagen. En ella quedan expresadas v¨ªvidamente al menos tres circunstancias que a uno le interesa resaltar. En primer lugar el modo cordial, casi afectuoso, en que se produce la entrega de mando, la vara de la alcald¨ªa. Una circunstancia a¨²n m¨¢s sobresaliente habida cuenta de la lejan¨ªa sideral en la que hoy se mueven oficialmente sus respectivos partidos; aqu¨ª, sin embargo, prima la afable l¨®gica ciudadana, siempre m¨¢s f¨¢cil cuando se expone uno ante sus propios convecinos, ante la ciudad de uno. Y este ser¨ªa el segundo aspecto a destacar: el renovado y deseado protagonismo de los municipios en el escenario p¨²blico. Refutando la pol¨ªtica de la mal llamada Asamblea de Municipios, los reformistas del pa¨ªs debieran recuperar la vieja tradici¨®n liberal y progresista del republicanismo municipal (est¨¢ a la espera la Ley Municipal Vasca y una colaboraci¨®n razonable entre ayuntamientos a trav¨¦s de sus asociaciones instituidas). Finalmente, vemos el gesto magn¨ªfico del que hasta ahora ha sido magistrado de la ciudad, Jos¨¦ ?ngel Cuerda, probablemente el hombre que m¨¢s ha hecho por prestigiar la figura del alcalde en el Pa¨ªs Vasco. Se ha hablado del egocentrismo de Cuerda, de su autoritarismo. Pero, tal vez, su personalidad y energ¨ªa han sido un valor eficaz para conducir a una ciudad provinciana y timorata hasta el punto de enfrentarse hoy al reto de ser una de la urbes que pueden llegar a contar en el pr¨®ximo siglo. Aunque s¨®lo, como ocurre con las otras, si definitivamente se impone social y pol¨ªticamente la colaboraci¨®n entre las tres capitales vascas. Jos¨¦ ?ngel Cuerda (1934) iniciaba su andadura p¨²blica hacia 1959 presidiendo el Club Aquinas y siendo uno de los principales impulsores de la renovaci¨®n cultural y el bullir urbano que se produjo en los sesenta en Vitoria,al calor de la cual se form¨® la nueva ¨¦lite que regir¨ªa la vida ciudadana ya en democracia. En 1974 se incorporaba al ayuntamiento protagonizando un primer intento democratizador. En 1976 participaba en la iniciativa de los Mateos (en memoria de Mateo de Moraza), que propon¨ªa un proyecto vasquista para ?lava con acento foral y alav¨¦s. Fue el primer alcalde elegido en democracia (1979). Hered¨® cierta filosof¨ªa municipal de planificaci¨®n de recursos y ordenaci¨®n del suelo iniciada en 1954, 1957 y 1963 (Gonzalo Lacalle y Luis Ibarra) que dio un magn¨ªfico resultado a Vitoria convirti¨¦ndola en una ciudad industrial excelentemente ordenada. Pero Cuerda dio forma a aquel proyecto y lo dot¨® de toda una infraestructura de servicios y de iniciativas (primer salario social, carriles-bici, peatonalizaci¨®n, zonas verdes, crecimiento sostenible, registro de parejas de hecho, etc.) que convirtieron a Vitoria en una ciudad con una alta calidad de vida, ejemplar por sus iniciativas y muy atractiva para inversiones industriales de calidad. Jos¨¦ ?ngel Cuerda, que no quiso ser lehendakari, ha hecho una agradable ciudad para los vitorianos. Al nuevo regidor le toca darle una nueva dimensi¨®n de urbe, integrar a la nueva clase media de aluvi¨®n (local e inmigrada), dar car¨¢cter y tono a una ciudad que a¨²n carece de ¨¦l, y dise?arla en el marco de la red de ciudades vascas y el Plan Territorial de la Diputaci¨®n alavesa. Es la tarea que debe abordar Alfonso Alonso.
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