La ira de las familias

Unas doscientas personas —mujeres y ni?os en su gran mayor¨ªa—soportaron ayer estoicamente hasta ocho y nueve horas seguidas en las puertas de las c¨¢rceles portuenses a la espera de recibir la autorizaci¨®n para poder visitar a sus familiares presos. La huelga de los funcionarios y la falta de personal les afect¨® a ellos especialmente. Venidos desde todas las partes de la provincia de C¨¢diz, de Andaluc¨ªa e incluso en casos extremos procedentes de Francia o Canarias, los visitantes aguantaron educadamente hasta que el sol de justicia que ca¨ªa sobre sus cabezas, el intenso calor y la desesperaci¨®n pudo con ellos. Entonces, sobre las 17.30 horas, se "amotinaron" y comenzaron a manifestarse con gritos e improperios contra los poli c¨ªas que controlaban el acceso a los penales. La situaci¨®n de tensi¨®n cobr¨® tal magnitud que hubieron de personarse agentes antidisturbios en la entrada para calmar los, ¨¢nimos. Alguno de ellos incluso recibi¨® la advertencia de los agentes de que ser¨ªan detenidos si no cambiaban de actitud.

Los funcionarios de prisiones no se salvaron tampoco de las iras de los familiares. Juan Antonio, una de las personas que esperaba desde las 10.00 de la ma?ana para visitar a un hermano, lament¨® la situaci¨®n que padec¨ªan: "Es degradante, porque una huelga tiene muchas formas de hacerse y en este caso la estamos sufriendo los m¨¢s d¨¦biles, y luego critican las cargas policiales que han sufrido [los funcionarios], cuando ellos est¨¢n hartos de utilizare! 123 contra familiares y amigos m¨ªos". El art¨ªculo 123 del Reglamento de Funcionamiento Interno de las Prisiones permite a los funcionarios, ante una situaci¨®n cr¨ªtica o de revuelta en el interior de los penales, emplear m¨¦todos coercitivos y contundentes con porras, aerosoles y esposas.