Un ingl¨¦s en la corte de Zaplana
Ser¨¢ cosa de la globalizaci¨®n, la mundializaci¨®n, el fin de la historia o que llega el tercer milenio; pero el caso es que ayer, durante su debate de investidura como presidente de la Generalitat, un viejo liberal para el cambio como Eduardo Zaplana ech¨® mano de un socialdem¨®crata ingl¨¦s llamado Tony Blair, de quien Aznar dice ser amigo, y se lo instal¨® definitivamente en su corte en calidad de asesor ¨¢ulico. Como estaba cantado que esto ocurriera, Antoni Asunci¨®n, para no ser menos, se llev¨® bajo el brazo, literalmente, el volumen del primer ministro brit¨¢nico sin el cual parece no saber vivir ning¨²n pol¨ªtico que se precie en este siglo agonizante. Quede constancia para la posteridad que ambos -Zaplana y Asunci¨®n- han consumido una parte de su precioso tiempo en la lectura de la solapa del libro de Blair y en los subrayados realizados por sus respectivos asesores. Por cierto, alguien, alg¨²n d¨ªa, deber¨¢ explicar las diferencias entre los socialismos ingl¨¦s, alem¨¢n, franc¨¦s y espa?ol para no disparar la cuota de papanatismo que corresponde. Y alguien, alg¨²n d¨ªa, deber¨¢ reivindicar a Felipe Gonz¨¢lez, Miguel Boyer y Carlos Solchaga, con sus no pocos defectos, como los precursores de la dichosa tercera v¨ªa de la socialdemocracia; pero este no es el tema. Al menos, no el de hoy. Hoy toca hablar del debate de investidura y analizar los discursos que se pronunciaron en el hemiciclo de las Cortes Valencianas. All¨ª, Eduardo Zaplana, con esa cara de buen chico que nunca ha roto un plato, apareci¨® inmaculadamente vestido de blanco prometiendo di¨¢logo, transparencia, consenso y, ?c¨®mo no!, "nuevas v¨ªas para resolver los grandes y actuales problemas". Escuch¨¢ndole parec¨ªa que el para¨ªso terrenal llevara la marca Comunidad Valenciana o Terra M¨ªtica que, seg¨²n para qui¨¦n, es el m¨¢s feraz de los para¨ªsos econ¨®micos. Su discurso, a fuerza de proyectarse hacia el futuro, result¨® incontestable. Cualquiera lo suscribir¨ªa de la cruz a la raya sin cambiar una coma. L¨¢stima que los hechos pasados no contribuyan en demas¨ªa a acabar de hacerlo cre¨ªble. Porque en la Comunidad Valenciana, por si alguien no lo recuerda, el PP lleva gobernando cuatro a?os y durante ese lapso de tiempo el di¨¢logo, la transparencia y el consenso no han sido las caracter¨ªsticas m¨¢s acusadas de los sucesivos gobiernos de Zaplana. Tal vez ahora, con la mayor¨ªa absoluta en sus manos, cambien las cosas. El dise?o futurista de paz, felicidad y concordia realizado por el presidente de la Generalitat tal vez le provoc¨® un cierto olvido de cuestiones m¨¢s pr¨®ximas y menos trascendentales. Madrid queda todav¨ªa un poco lejos, pero aqu¨ª al lado est¨¢n por resolver la reforma del Estatuto, la Acad¨¨mia, la fusi¨®n de las cajas de ahorro o la privatizaci¨®n de Canal 9. Temas sobre los que pas¨® de puntillas, probablemente porque el recetario de Blair no contempla soluciones a estos problemas. Y en ¨¦stas sali¨® Antoni Asunci¨®n, dispuesto a contrastar la realidad virtual del l¨ªder del PP con la realidad estad¨ªstica valenciana. Nuevo en la plaza, el debutante mostr¨® algunas maneras en el arranque de la faena; pero al pronto, en cuanto se le acab¨® la lecci¨®n economicista preparada por sus asesores, se le not¨® falta de oficio y fondo para aguantar las embestidas, no muy all¨¢ por otra parte, del presidente de la Generalitat. El l¨ªder del PSPV va a tener que trabajar mucho y estudiar a¨²n m¨¢s para no perderse en los jardines en los que ¨¦l mismo se mete. Improvisar en un discurso de investidura es un lujo que no se permiti¨® ni el mism¨ªsimo Felipe Gonz¨¢lez en sus buenos tiempos. Y si bien es verdad que Zaplana nunca explic¨® c¨®mo piensa conducir al pueblo valenciano a esa tierra prometida que ayer anunci¨®, no lo es menos que Asunci¨®n tampoco supo explicar muy bien qu¨¦ otra pol¨ªtica es capaz de realizar. Con todo, vaya en su descargo que no estuvo ni mejor ni peor que el actual presidente de la Generalitat en su primer encontronazo dial¨¦ctico serio con Lerma. Habr¨¢ que verle en otras tardes.
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