Mamporreros
E. CERD?N TATO Cada a?o, los ni?os saharauis abandonan sus campamentos y descubren un sue?o: el manantial en un grifo, la estrella en una burbuja de cristal, todas las voces de su jaima en un hilo. Cada a?o, los muros levantados para esconder la infamia, les zampan un sue?o. A un lado, cabalga el deg¨¹ello hacia su propia fosa; al otro, un pueblo cincela su futuro en la inmensidad de la nada y en el peque?o huerto. Cada a?o, los ni?os saharauis descubren una nueva constelaci¨®n, un velero, una palabra que despliega el mapa de la esperanza. Cada a?o, los muros ocultan una tropa que fermenta en la aniquilaci¨®n y el descr¨¦dito. A un lado, no se ama la tierra, sino sus riquezas, y se destripa el subsuelo. Al otro, crece todo el ¨ªmpetu de la vida y una extensi¨®n de audacia hasta el Atl¨¢ntico. Cada a?o, los ni?os saharauis son menos ni?os, pero depositan sus sue?os al pie de la memoria: regresar¨¢n por todos los caminos y las piedras, por todos los pueblos y los pozos abrasados y secos de tanta ferocidad. Los ni?os y las ni?as saharauis descubrir¨¢n, un d¨ªa, c¨®mo la historia, se pone a su paso. "Tal vez, me robes la tierra, la herencia de mi abuelo, los c¨¢ntaros. Tal vez permanezcas en nuestra aldea, como una espantosa pesadilla. Mas no transigir¨¦", enunci¨® un poeta ¨¢rabe. En el lado oscuro de los muros, se corrompen el bot¨ªn, los ¨®rganos, la sustancia mineral de la fiera. En el lado luminoso, nunca se ha transigido y se levanta laboriosamente, grano a grano, la paz, la independencia, la libertad. De nuevo, cientos de ni?os y ni?as saharauis se han encontrado con las familias, con sus familias, de esta parte de mar, en un gesto solidario de primera ley: est¨¢n aqu¨ª, porque la crueldad de un d¨¦spota les arrebat¨®, en el fragor de la matanza, la tierra, la herencia del abuelo, los c¨¢ntaros, el oc¨¦ano. Para dentro de un a?o, justamente, se ha fijado el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Pero si la argucia lo impide una vez m¨¢s, que esas tan alabadas y sabias bombas de la OTAN se derramen tambi¨¦n sobre el criminal y sus serviles mamporreros: todos los nombres de la vileza, que ya se conocen.
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