De barrio a suburbio XAVIER CASALS
"Hace treinta a?os a nosotros nadie nos ayud¨®", afirman algunos habitantes del barrio del Erm de Manlleu cuando aluden a su experiencia como inmigrantes. Ello, a sus ojos, justifica su rechazo a un supuesto trato de favor del Ayuntamiento a su comunidad magreb¨ª (el 20% de la poblaci¨®n del barrio). Una actitud semejante se refleja en el barrio de Ca n"Anglada de Terrassa, donde se han sucedido agresiones y movilizaciones de distinto signo que han creado una notable alarma social, al emerger un problema latente: el deterioro de las relaciones entre la poblaci¨®n aut¨®ctona y la magreb¨ª. El conflicto ha desconcertado a la opini¨®n p¨²blica por su explosi¨®n s¨²bita y su magnitud, as¨ª como por haber sucedido en un barrio caracterizado anta?o por su izquierdismo. Para explicar la violencia desencadenada se ha se?alado la presencia de skinheads neonazis for¨¢neos organizados. Pero la realidad es m¨¢s simple. En primer lugar, el brote racista ha sorprendido a una sociedad que se percib¨ªa (de modo un tanto autocomplaciente) como tolerante y acogedora. Sin embargo, el episodio de Ca n"Anglada es un aviso de que no somos diferentes de otras realidades europeas. Asimismo, constata que ya no se sostiene el antirracismo pol¨ªticamente correcto vigente desde los a?os setenta: el que proyecta una sociedad multicolor donde todo el mundo tiene cabida y los conflictos de convivencia multicultural no existen. Estos ¨²ltimos, desde este prisma, ser¨ªan distantes (ocurren en el extranjero) o superables con buena voluntad. En segundo lugar, la coexistencia de una tradici¨®n pol¨ªtica de izquierdas en un pasado reciente y la aparici¨®n de sentimientos xen¨®fobos no es una novedad. Francia ofrece un espejo cercano e ilustrativo, pues numerosos barrios obreros han dejado de ser baluartes comunistas para convertirse en territorio abonado del lepenismo. En ellos, aunque la xenofobia parece aglutinar el voto de extrema derecha, en realidad ¨¦ste expresa a menudo una protesta ciudadana ante la conversi¨®n de su vecindario en una banlieue degradada, con una presencia lejana de la Administraci¨®n. La ra¨ªz del problema reside, por tanto, en la sensaci¨®n de indefensi¨®n ciudadana ante una situaci¨®n de marginalidad creciente: problemas de droga, inmigraci¨®n ilegal, criminalidad y paro configuran una intensa conflictividad urbana. Finalmente, la actuaci¨®n de skins en los disturbios de Ca n"Anglada sin que medie organizaci¨®n alguna es f¨¢cil de entender. Su actualidad medi¨¢tica atrae individuos en busca de bronca y visibilidad social, sobre todo cuando un energ¨²meno empu?ando un cuchillo y afirmando desprop¨®sitos homicidas consigue el prime time de los espacios informativos. En este sentido, ciertas actuaciones de los medios de comunicaci¨®n plantean dos interrogantes: ?las declaraciones de tales personajes expresan un estado de opini¨®n determinado o m¨¢s bien facilitan que ¨¦ste se genere y difunda? ?Los individuos que gritan m¨¢s y m¨¢s alto son los m¨¢s representativos del sentir del barrio? En definitiva, los sucesos de Ca n"Anglada son un toque de alerta a la sociedad civil y a la Administraci¨®n sobre la necesidad de desarrollar pol¨ªticas activas ante una inmigraci¨®n extranjera creciente y de invertir en zonas urbanas desestructuradas, a fin de evitar que los barrios se transformen en suburbios inh¨®spitos.
Xavier Casals es profesor de la Universidad Ramon Llull.
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