Racismo alarmante
LAS AGRESIONES racistas del barrio de Ca n"Anglada, de Terrassa, han encontrado r¨¢pidos imitadores. Es usual que este tipo de actos estimulen a quienes s¨®lo esperan que otros den el primer paso para apuntarse a la barbarie. En Banyoles alguien prendi¨® fuego a una casa habitada por ciudadanos procedentes de Gambia, con resultado de tres mujeres heridas; otros prendieron fuego en Girona a la puerta de una mezquita, y ha sido detenido el responsable de una red de propaganda xen¨®foba en Internet. De pronto estamos descubriendo que la idea de que Espa?a no es racista era s¨®lo un mito. Basta que en algunos lugares se concentre un n¨²mero significativo de trabajadores inmigrados para que aparezcan los recelos, los miedos, los conflictos y, en algunos casos, los enfrentamientos violentos. No olvidemos que la pasada semana, en la propia Banyoles, se reun¨ªan firmas contra la apertura de una mezquita, y que en Manlleu, el alcalde saliente perdi¨® las elecciones despu¨¦s de una campa?a de rumores que le acusaban de favorecer a los magreb¨ªes de la poblaci¨®n.En todos estos casos se oyen voces advirtiendo ahora que esto ya se ve¨ªa venir. Y, sin embargo, el problema ha llegado sin que nadie hiciera nada por evitarlo. Ahora ya no caben las vacilaciones: las instituciones tienen que actuar sin dilaci¨®n para evitar en lo posible que proliferen los actos de violencia. Desde este fin de semana, despu¨¦s de que los primeros d¨ªas se perdieran horas valiosas en desencuentros institucionales, la polic¨ªa parece actuar decididamente. Es una buena noticia, porque hay una cuesti¨®n muy importante si se quiere desactivar la situaci¨®n: romper cualquier posible concomitancia entre el racismo espont¨¢neo de gentes metidas en los p¨¢nicos de la precariedad y del paro y el racismo organizado de los grupos ultras y los cabezas rapadas. Actuar contra estos agitadores es un primer paso imprescindible para que se recupere la calma. Las causas de estos brotes de racismo son diversas y las circunstancias de cada lugar aportan matices relevantes. No es lo mismo un barrio degradado, con alta densidad de poblaci¨®n y muchos ciudadanos en situaci¨®n social precaria, como Ca n"Anglada, que una ciudad aparentemente tranquila y confiada como Banyoles, en la Catalu?a interior. Hay que distinguir tres factores b¨¢sicos: el social, el cultural y el legal.
En algunos casos, bajo los llamativos roces de racismo hay situaciones sociales delicadas. Los habitantes del barrio de acogida de los inmigrantes han vivido situaciones de paro y de precariedad que les hacen sensibles a todos los temores. F¨¢cilmente ven al reci¨¦n llegado como otro obst¨¢culo, otra barrera en la lucha por la supervivencia. Son barrios degradados, con viviendas m¨ªnimas, alta densidad y poco espacio p¨²blico, que requieren intervenciones inaplazables. El rechazo cultural encuentra aqu¨ª un f¨¢cil caldo de cultivo. Ca n"Anglada es en este sentido caracter¨ªstico.
Sin embargo, en algunos lugares de la Catalu?a interior el factor social es m¨¢s dif¨ªcil de apreciar. La presencia del otro en sociedades identitariamente bastante homog¨¦neas aparece en s¨ª como una amenaza y genera actitudes reactivas que permanecen en estado latente hasta que estallan. Hay mucha pedagog¨ªa democr¨¢tica que hacer en un pa¨ªs que se pensaba que no tendr¨ªa nunca estos problemas, pero que sufre continuamente de ellos desde que la inmigraci¨®n se ha convertido en un fen¨®meno social relevante.
El factor legal, sin embargo, no puede descuidarse. El cumplimiento de la ley no admite excepciones y hay que huir de confusiones paternalistas. Los derechos y obligaciones son iguales para todos: los aut¨®ctonos y los inmigrantes. Es verdad que el equilibrio de la justicia se rompe a menudo por el lado del m¨¢s d¨¦bil, que un inmigrante siempre est¨¢ en situaci¨®n de cierta inferioridad ante la ley. Pero a veces hay cierta ligereza en las acusaciones de racismo. La condici¨®n de inmigrante no exime de cumplir la ley del pa¨ªs de acogida.
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