Entre Belfast y el euro
Tony Blair est¨¢ pasando por un mal trance. Por una parte, el rev¨¦s en el proceso de paz de Irlanda del Norte le debilita pol¨ªticamente en su pa¨ªs, e incluso en Europa. Por otra, las perspectivas de entrar en la moneda ¨²nica se han alejado con los desastrosos resultados para su Gobierno de las elecciones europeas del 13 de junio. ?stas se convirtieron en una manifestaci¨®n masiva de los brit¨¢nicos contra Europa, no tanto por los votos expresados, que han dado nuevas alas a la oposici¨®n conservadora, sino por una abstenci¨®n de un 76%, cuando justamente el europeo es uno de los grandes temas de debate en el Reino Unido. A Blair, que ha prometido convocar un refer¨¦ndum sobre el euro, se le va a hacer muy cuesta arriba convencer a su electorado. Requerir¨¢ todas sus dotes. Hay mucho en juego para Londres en el euro. Incluso para Irlanda del Norte. Y para una Tercera V¨ªa que, tarde o temprano, tendr¨¢ que pasar tambi¨¦n por Bruselas.La idea era convocar la consulta sobre la moneda europea inmediatamente despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones generales, en el 2001 o 2002, que Blair quiere se concentren en sus logros reformistas, los de la Tercera V¨ªa brit¨¢nica, para evitar que esos comicios giren en torno a un solo tema: Europa. Pero en pol¨ªtica basta que uno quiera escapar a una cuesti¨®n para que ¨¦sta le persiga obsesivamente. Especialmente cuando los conservadores van a hacer del No al euro su bandera y a esta campa?a se suman incluso algunos supuestos europe¨ªstas, como David Owen. Blair quiere dise?ar una nueva campa?a pro Europa, y cuenta para ello con su mano derecha y mu?idor de la Tercera V¨ªa, Peter Mandelson, ministro que tuvo que dimitir por un esc¨¢ndalo personal. Si no tiene ¨¦xito, el ingreso brit¨¢nico en la Uni¨®n Monetaria puede no plantearse hasta mediados de la pr¨®xima d¨¦cada, aun cuando la econom¨ªa brit¨¢nica se acompase antes a la del continente.
Ese alejamiento del horizonte puede cambiar muchas cosas. El canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, ha cuidado a Blair estos meses: un documento conjunto sobre la Tercera V¨ªa / Nuevo Centro, que no les ha reportado ning¨²n beneficio pol¨ªtico a ninguno de ellos, aunque Schr?der apueste por este camino modernizador de las estructuras alemanas; el mantenimiento del cheque brit¨¢nico en las negociaciones sobre la financiaci¨®n de la UE para los pr¨®ximos siete a?os, o la decisi¨®n de no agitar el espectro de una armonizaci¨®n fiscal europea que levanta ampollas entre los brit¨¢nicos. Pero, tras el 13 de junio, y pese a la petici¨®n de lealtad de Blair a sus socios para contribuir a convencer a los brit¨¢nicos de las bondades de la Uni¨®n Monetaria, Schr?der y otros pueden haberse cansado de tener que esperar al rezagado por voluntad propia. Un primer aviso ha sido la p¨¦rdida, plenamente apoyada por los socialdem¨®cratas alemanes, de la presidencia del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo por la laborista Pauline Green en favor del infatigable espa?ol Enrique Bar¨®n.
Algunos proyectos europeos de Blair, como el impulso a una Identidad Europea de Defensa, pierden parte de su sentido si Londres no entra en el euro. El renuncio ante la moneda ¨²nica llevar¨ªa al Reino Unido a perder la influencia en Europa que ha recuperado gracias, justamente, a su nuevo discurso europeo y a la perspectiva de ingresar en el euro, en particular cuando el eje Par¨ªs-Berl¨ªn chirr¨ªa. Internamente, la no pertenencia a la Uni¨®n Monetaria podr¨ªa afectar a procesos de devoluci¨®n o autonom¨ªa, como el de Escocia, o al de paz en el Ulster, en el que la dimensi¨®n europea tiene un papel importante. No es lo mismo, visto desde una Irlanda que pertenece a la eurozona, que el Norte entre en la moneda ¨²nica a que no lo haga. Esto ¨²ltimo beneficiar¨ªa a los unionistas protestantes.
Oficialmente, nada ha cambiado. Realmente, mucho. ?Se atrever¨¢ Blair, que ha dudado demasiado, a apostar pronto y abiertamente por el euro? El problema es que entre Belfast y el euro, Blair est¨¢ muy solo.
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