Plante farmac¨¦utico
EL CONFLICTO entre el Gobierno y Farmaindustria, la organizaci¨®n patronal de los laboratorios farmac¨¦uticos, indica que el Ministerio de Sanidad no hab¨ªa negociado con claridad y firmeza el pacto de financiaci¨®n del gasto farmac¨¦utico. Farmaindustria, que pag¨® en 1998 aproximadamente la mitad de los 65.000 millones convenidos para reducir el n¨²mero de f¨¢rmacos excluidos por el medicamentazo, considera ahora que no puede pagar el resto si, adem¨¢s, el ministerio le exige 20.000 millones m¨¢s para compensar el aumento de la venta de medicamentos. Pero el plante tiene m¨¢s de una interpretaci¨®n. Tambi¨¦n puede leerse como una medida de presi¨®n para suavizar el decreto de precios farmac¨¦uticos de referencia, que debe ser desarrollado por una orden ministerial que determine los f¨¢rmacos con precio controlado.Por principio, la posici¨®n de Farmaindustria es rechazable. Los acuerdos est¨¢n para cumplirlos y la norma debe ser la negociaci¨®n. Resulta poco cre¨ªble que la patronal no pueda negociar con el Gobierno los 20.000 millones adicionales. El plante, aunque sea t¨¢ctico, revela adem¨¢s la debilidad pol¨ªtica de Sanidad. El problema es que el Gobierno se ha quedado sin margen de maniobra, porque tanto el medicamentazo como los pretendidos esfuerzos de liberalizaci¨®n del mercado no han funcionado, como se demuestra por el espectacular crecimiento del gasto farmac¨¦utico, m¨¢s del 11% en el primer semestre de 1999. O la tibia liberalizaci¨®n, m¨¢s nominal que real, ha sido insuficiente para enfriar los precios o no se ha encontrado el ant¨ªdoto para frenar el gasto superfluo.
Con el gasto farmac¨¦utico disparado, el Gobierno tiene que actuar con firmeza para defender el decreto de precios de referencia y los f¨¢rmacos gen¨¦ricos -productos sin marca, m¨¢s baratos-. Es el ¨²nico instrumento que queda para recortar el gasto. Espa?a consume muy pocos gen¨¦ricos. Apenas el 1% de las ventas totales, mientras que en Alemania, por ejemplo, se llega al 60%. Si Farmaindustria ha querido echar un pulso para rebajar el contenido de la norma futura sobre precios de referencia, el Gobierno deber¨ªa oponer una actitud e ideas claras. Ser¨ªa un error obcecarse en imponer los 20.000 millones -que deben negociarse con el sector-, cuyo efecto sobre el gasto es beneficioso pero circunstancial, a cambio de concesiones sustanciales en el n¨²mero y precio de referencia de los medicamentos susceptibles de cambiarse por gen¨¦ricos, un instrumento para bajar los precios de forma permanente. La elecci¨®n no debiera plantear dudas.
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