Interferencias en el estudio del cosmos
En el ¨²ltimo tercio de este siglo los conocimientos acerca del universo han experimentado un incremento y una mejora tan considerables que podr¨ªa decirse que est¨¢n en su edad de oro. En toda la historia de la ciencia, y m¨¢s particularmente de la astronom¨ªa, no puede encontrarse otro periodo similar salvo quiz¨¢ el caso de Galileo Galilei, a principios del siglo XVII. En ambos casos, las causas de este impresionante muestrario de descubrimientos y fundamentos te¨®ricos se debe a los desarrollos tecnol¨®gicos. Si exceptuamos nuestro sistema solar, que se puede estudiar con sondas espaciales, el resto del universo s¨®lo puede estudiarse a trav¨¦s de las se?ales electromagn¨¦ticas emitidas por objetos tales como estrellas, galaxias, nebulosas, medio intergal¨¢ctico, cu¨¢sares, etc¨¦tera. Las distancias tan extraordinariamente grandes hacen que las se?ales recibidas de estrellas y galaxias sean muy d¨¦biles, cuando inciden en los detectores de los observatorios de la Tierra, de hecho cientos de millones de veces m¨¢s d¨¦biles que las se?ales producidas por el hombre. La d¨¦bil se?al de un radio-tel¨¦fono situado en la Luna ser¨ªa con mucho la se?al de radiofrecuencia m¨¢s intensa del universo vista desde la Tierra.
Los cient¨ªficos saben que para conocer en detalle el cosmos es preciso analizar las se?ales recibidas en todas las frecuencias del espectro electromagn¨¦tico. Los objetos muy energ¨¦ticos y calientes emiten en frecuencias muy altas, rayos gamma, rayos X y ultravioleta, que son absorbidos por la atm¨®sfera, por lo que es preciso poner los detectores y telescopios en el espacio. Conforme los objetos van disminuyendo en intensidad energ¨¦tica, las se?ales emitidas aparecen en frecuencias visibles, infrarrojas, microndas y ondas de radio. La detecci¨®n de estas se?ales y la discriminaci¨®n de la informaci¨®n de la que son portadoras var¨ªa en cada caso, y los cient¨ªficos e ingenieros requieren de grandes dosis de imaginaci¨®n para conseguir su objetivo: la sensibilidad o capacidad para detectar las se?ales m¨¢s d¨¦biles posibles.
Es preciso proteger los observatorios de las interferencias producidas por los seres humanos. En el caso de las ondas de radio, es la Uni¨®n Internacional de Telecomunicaciones, dependiente de la ONU, quien distribuye el uso de las distintas frecuencias del espectro y su protecci¨®n para los distintos usuarios. Los radioastr¨®nomos son usuarios muy peculiares, ya que no necesitan transmitir se?ales, en contra de lo que suele suceder a la mayor¨ªa de los servicios de telecomunicaciones, por lo que no contribuyen a contaminar el espectro de radiofrecuencia.
La radioastronom¨ªa tiene en la actualidad el uso exclusivo de aproximadamente el 2% del espectro de radiofrecuencia, a todas luces insuficiente, ya que la informaci¨®n procedente del cosmos puede aparecer en el 100% de dicho espectro. Est¨¢ claro que hay que arbitrar normas de protecci¨®n y reglas que permitan la observaci¨®n de informaci¨®n vital para la ciencia. Por eso, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), a trav¨¦s de su Foro de Megaciencia, organiz¨® un grupo de trabajo que ha estudiado en detalle estos temas. Y los directores de los grandes observatorios de radioastronom¨ªa del mundo firmaron una declaraci¨®n de la Uni¨®n Internacional de Astronom¨ªa mostrando su preocupaci¨®n por el grave problema de interferencias que producir¨¢n los sat¨¦lites de telecomunicaciones para estaciones m¨®viles, tales como las constelaciones Iridium con 66 sat¨¦lites o el Globalstar con 44, y otros previstos en un futuro cercano. El Foro de Megaciencia de la OCDE cree que los gobiernos deben ejercer su autoridad, primero para promover y continuar la expansi¨®n global de las telecomunicaciones. Pero a la vez deben ejercer esta misma autoridad para proteger la capacidad de los cient¨ªficos para desentra?ar los secretos m¨¢s ¨ªntimos del universo.
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