LA CR?NICA Costa Coast GUILLEM MART?NEZ
El silencio como cultura. En los pa¨ªses del sur hay una zona impresionantemente amplia de la cultura consagrada a la sobreactuaci¨®n. Es decir, a la nada. La cultura es as¨ª una cosa que, antes que para plantear conflictos, sirve para crear sacerdotes, personas especializadas en la cultura cuya funci¨®n en esta regi¨®n del planeta es atestiguar que la cultura existe y que es un tramo de la vida diferente a la vida. Los sacerdotes no practican una vida normal, por eso son sacerdotes. Los sacerdotes de la cultura salen en la tele opinando de cualquier tema, mientras que los usuarios de la vida, para salir en la tele, deben dejarse atropellar por un cami¨®n o ir a un concurso o explicar su vida, tres cosas que t¨¦cnicamente son lo mismo. Si uno entiende que la cultura es la verbalizaci¨®n que una sociedad se hace de s¨ª misma y del mundo mundial, la cultura por aqu¨ª abajo vive un tanto alejada de su sociedad y de su mundo. Por ejemplo, hace cuatro d¨ªas que en Terrassa se realiz¨® un peque?o, informal y fascista pogrom, performance en verdad sorprendente, pues parece iniciar una disciplina de conflictos que -al menos por escrito- la sociedad no hab¨ªa ni previsto ni formulado en su cultura y que, esta ma?ana a primera hora, pues tampoco mucho. De ello se desprende que bueno, s¨ª, la cultura, en principio, a) crea conflictos, pero tambi¨¦n b) los esconde, los aplaza, los manda a paseo, de manera que, en el sur, la cultura es lo contrario que los conflictos. De lo de Terrassa se deduce, en fin, que una sociedad que opta por el silencio como cultura, con el tiempo opta por el pogrom como cultura. O por votar a Gil, que es lo mismo, pero m¨¢s despacio. El ruido como silencio. Quiz¨¢ de esa desconfianza hacia la cultura y hacia las posibilidades abortadas de la cultura nace el cultivo de la contracultura. Ya saben, la sustituci¨®n en el discurso cultural de series culturales king-size por cultura basura. Es una forma de protesta. Supongo. De hecho, hablando de, pongamos, Homero, se puede elaborar un producto tan brillante como cuando se elige hablar de, pongamos, Star Treck. Pero tambi¨¦n se pueden alcanzar las mismas cotas de esterilidad. La contracultura es un discurso tan aburrido o tan divertido como el de la cultura. Y tan conflictivo o meapilas. Lo divertido de la cultura y de la contracultura es que sirven para otra cosa. Lo aburrido de ambas es cuando no sirven para nada. La basura. Bueno. Jordi Costa es un gran ide¨®logo de los m¨¢rgenes de la cultura. Me parece que es el periodista m¨¢s veterano de los j¨®venes periodistas. Yo lo le¨ªa en Quimera cuando iba a la uni. En esa revista Costa empez¨® a escribir cuando ten¨ªa, as¨ª a ojo, 18 a?os. Me parece que s¨®lo hemos coincidido personalmente en una redacci¨®n, donde no s¨¦ ¨¦l, pero yo cobraba una basura. Un d¨ªa coincidimos en esa redacci¨®n frente a frente. Yo hab¨ªa ido all¨¢ a defenderme de un sacerdote cultural que hab¨ªa llenado de basura no s¨®lo mi n¨®mina, sino tambi¨¦n un art¨ªculo. Conoc¨ª a Jordi. Nos dimos la patita y nos fuimos a tomar un caf¨¦. Frente al caf¨¦ hablamos de la basura que est¨¢bamos tragando esa temporada. De pronto Costa sac¨® algo de su bolsillo. Era un cat¨¢logo de venta por correo de productos de la serie B -y la Z- americana. Interrumpi¨® nuestra conversaci¨®n sobre la basura cotidiana y dijo: "Yo no podr¨ªa vivir sin esta basura". Luego me someti¨® a un test de nombres propios del mundo de esa lectura de la basura. Evidentemente, yo dej¨¦ mucho que desear. ?l no, pues compar¨® nuestro estado de ¨¢nimo con el de un famoso enano americano que hab¨ªa protagonizado diferentes filmes de enanos en los cuarenta y que se suicid¨® cuando vio que s¨®lo podr¨ªa hacer papeles de enano. Ahora Jordi Costa, que esta ma?ana a primera hora trabaja en un canal de televisi¨®n por sat¨¦lite escogiendo y rechazando pel¨ªculas, ha sacado un libro sobre la cultura basura. Mondo Bulldog, un viaje al universo basura (Temas de Hoy). La po¨¦tica de la basura. Se trata de un libro a) generacional, b) no generacional. Lo generacional es la formaci¨®n del libro. Se trata de un libro de encargo, de esos que las editoriales encargan a un periodista cuando confirma que no hace faltas ortogr¨¢ficas. Costa acept¨® el encargo de hacer un librito del g¨¦nero simpa, con toque gamberro y undergroun y con foto de Santiago Segura en la portada. Pero lo que ha escrito es un libro complejo que es una formulaci¨®n de la basura, una po¨¦tica de la basura y un periplo por varias regiones de la basura. Vamos, que ha sido oportunista y ha aprovechado la oportunidad para ejercer la libertad personal, una v¨ªa hacia la libertad personal muy, lo dicho, generacional. En el libro, Costa formula el concepto de basura (basura = cultura patol¨®gica, emitida por intelectuales que sufren alguna patolog¨ªa como Ca?ita Brava; como ven, los conceptos de cultura y contracultura no est¨¢n tan lejanos) y se recrea en ¨¦l a lo largo de varios cap¨ªtulos, en los que analiza el cine basura; la fealdad como expresi¨®n; la caspa como f¨®rmula de basura genuinamente hispana; diversos accesos al sexo basura; la m¨²sica basura y sus mejores sacerdotes peninsulares, mundiales y extraterrestres; la televisi¨®n basura, y la ciberbasura. Son cap¨ªtulos en los que Costa parece que se ha propuesto escribir diversos art¨ªculos para una edici¨®n de un Rolling Stone peninsular e imaginario, en los que brilla con luz propia un cap¨ªtulo consagrado a los viajes basura. En ese cap¨ªtulo, Costa coge y se va a ver la carpa Juanita y Conny Island en lo diacr¨®nico y en lo sincr¨®nico. Una fiesta. Viajen con ¨¦l este verano. Es una oportunidad ex¨®tica de saborear la cultura como conflicto patol¨®gico a veces y social siempre.
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