Falun Gong
?Por qu¨¦ un poder formidable, te¨®ricamente sin fisuras, env¨ªa a sus fuerzas contra un movimiento multitudinario de personas corrientes, entusiastas del ejercicio y la meditaci¨®n? Pek¨ªn explica que la represi¨®n masiva contra la organizaci¨®n Falun Gong y su prohibici¨®n se deben a su "implicaci¨®n en actividades antigubernamentales". El Gobierno chino, de hecho, considera que estos millones de amantes de la calistenia, que denuncian los valores materiales y exaltan el sacrificio personal, son la mayor amenaza contra la autoridad del Partido Comunista desde las protestas estudiantiles de 1989, que tuvieron su esquela en Tiananmen.La supuesta conspiraci¨®n resulta m¨¢s que discutible. Las creencias de Falun Gong parecen tener m¨¢s que ver con la instrospecci¨®n y la m¨ªstica de las tradiciones tao¨ªstas y budistas que con la desestabilizaci¨®n. No se adivina en ellas ning¨²n objetivo pol¨ªtico. Pek¨ªn, sin embargo, poder centralista y excluyente, conoce la fuerza de las inclinaciones religiosas y tiene entre sus objetivos b¨¢sicos abortarlas. A la postre, un Gobierno que se dice comunista y pretende haber erradicado el oscurantismo no puede tolerar un desaf¨ªo a la ortodoxia marxista-leninista -el dogma de las masas- de la mano de un grupo al que por su demostrada capacidad organizativa contempla como un competidor potencial, una oposici¨®n en ciernes. Aunque est¨¦ dirigido por un exilado en EE UU que asegura gozar de poderes sobrenaturales y contra el que Pek¨ªn ha dictado orden de captura.
China es un pa¨ªs menos estable de lo que su monol¨ªtica apariencia sugiere. Con ser graves la ca¨ªda del crecimiento y el auge del desempleo, el problema m¨¢s agudo de sus gobernantes radica en que las profundas transformaciones de los ¨²ltimos veinte a?os, econ¨®micas y sociales, no tienen correlato pol¨ªtico en esta potencia de 1.200 millones de personas. A medida que la ideolog¨ªa marxista pierde contenido, flaquean los cimientos del partido ¨²nico. El espectacular desarrollo de la ¨²ltima d¨¦cada, adem¨¢s, ha anegado las referencias espirituales de muchos chinos. El Estado, a pesar de haber firmado las convenciones internacionales que garantizan los derechos de sus ciudadanos, les niega la libertad religiosa, que quiz¨¢ habr¨ªa satisfecho sus aspiraciones de una identidad al margen del dinero.
En este contexto se inscribe la ofensiva total contra Falun Gong, que no es el ¨²nico movimiento cuasi religioso del pa¨ªs, pero s¨ª el m¨¢s disciplinado. El Estado comunista chino va a cumplir 50 a?os y sus dirigentes dicen perseguir la modernizaci¨®n. Pero en vez de tratar de integrar a los descontentos, la represi¨®n sigue siendo el m¨¦todo elegido para atajar la disidencia, cualquiera que sea su origen.
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