Tarde e inexacto

Como lector diario (en el sentido m¨¢s literal, puesto que desde el primer ejemplar de EL PA?S no he dejado de leerlo ni un solo d¨ªa, salvo en viajes al extranjero) del peri¨®dico que usted dirige, me atrevo a dirigirle estas l¨ªneas.El motivo es sencillo: vengo mereciendo su atenci¨®n desde el mes de noviembre pasado, con una larga serie de noticias, algunas de ellas incluso en primera p¨¢gina, relacionadas todas ellas de una u otra forma con el asunto de las subvenciones mineras del Ministerio de Industria y Energ¨ªa, del que soy directora general de Minas.

Personalmente he callado hasta ahora, por entender que deb¨ªa ser el propio ministerio, desde una perspectiva completamente t¨¦cnica, quien diera cuantas aclaraciones y explicaciones hicieran falta. Por esta raz¨®n, no me he dirigido a usted hasta ahora, a pesar de que en alg¨²n momento he sentido fuertes tentaciones de lo contrario, como cuando su peri¨®dico silenci¨® absolutamente mi primera comparecencia en la Subcomisi¨®n de An¨¢lisis del Congreso. En esos momentos, cr¨¦ame, me pregunt¨¦ muchas veces por el c¨®digo ¨¦tico de un diario al que yo ten¨ªa por ecu¨¢nime.

Sin embargo, una ¨²ltima noticia me ha hecho ahora cambiar de opini¨®n. El pasado 30 de junio, EL PA?S dedic¨® casi media p¨¢gina a la querella criminal presentada contra m¨ª por un funcionario del ministerio. La noticia hac¨ªa referencia, como motivo de la querella, a un supuesto "registro" (que, por cierto, no fue tal, ni "acced¨ª a su ordenador", ni le "obligu¨¦ a entregar" nada, etc¨¦tera), cuando precisamente esa parte de la querella, junto con otras, hab¨ªa sido ya desestimada por el juez muchos d¨ªas antes, concretamente en un acto del 8 de junio.

Call¨¦ entonces, acostumbrada ya a hacerlo. Pero el pasado 16 de julio el juez decret¨®, en un nuevo auto, el archivo de aquella parte de la querella que en su d¨ªa admiti¨® a tr¨¢mite y que, insisto, nada tiene que ver con el supuesto "registro", ni con filtraci¨®n alguna de documentos, ni, por tanto, con nada relacionado con la subcomisi¨®n del Congreso, sino, simplemente, con unas supuestas coacciones y amenazas ocurridas el 1 de julio de 1998 con motivo de la revocaci¨®n de una comisi¨®n de servicio al citado funcionario de la direcci¨®n general, y una supuesta falsedad en los documentos administrativos relacionados con dicha revocaci¨®n.

El lunes 19 de julio, el gabinete de prensa del ministerio envi¨® a su diario copia del auto, y, cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, en vista de que EL PA?S no hac¨ªa ninguna referencia al archivo de la querella que tantas columnas hab¨ªa merecido semanas antes, el jefe de prensa del ministerio le escribi¨® a usted insistiendo en ello.

Finalmente, el 24 de julio, EL PA?S public¨® una breve noticia sobre el archivo de la querella pero con una referencia absolutamente inexacta a su contenido, insistiendo en la historia del registro en el despacho del funcionario, la requisa de documentaci¨®n y el acceso a su ordenador, hechos todos ellos, adem¨¢s de inciertos, ya desestimados en su d¨ªa, como usted bien conoce, porque la carta que le dirig¨ªa el jefe de prensa as¨ª lo precisaba.- .