La importancia de llamarse Eugenio
Los toros de Te¨®filo Segura blandearon en general. Se apagaban a medida que transcurr¨ªa la corrida. Por lo visto, as¨ª lo quieren las figuras: bobones y que no suelten cornadas ni al aire. Los toros de San Rom¨¢n que sustituyeron a los de Segura, el primero fue impresentable por sus hechuras y el quinto fue el m¨¢s potable.Eugenio de Mora se llev¨® por delante a Enrique Ponce y a El Juli. Hizo una faena con las dos manos a su primero marcando un sello muy personal. El toro se raj¨® pronto. A su segundo lo recibi¨® con dos largas cambiadas y dos chicuelinas. Inici¨® la faena de rodillas, para despu¨¦s torear al natural y con derechazos, en series largas, lentas, profundas, dominando al toro. Su tarde fue completa, porque estuvo en torero, dominador y poderoso.
Segura / Ponce, Mora, El Juli Cuatro toros de Te¨®filo Segura: bien presentados, blandos, manejables 4? y 6?
Dos toros de San Rom¨¢n: el 3? muy chico, muy pobre de pitones. El 5? fue el mejor de la corrida. Enrique Ponce: cinco pinchazos, media estocada y descabello (silencio); dos pinchazos, estocada ca¨ªda (gran ovaci¨®n). Eugenio de Mora: estocada (oreja); estocada -aviso- y descabello (oreja). El Juli: estocada (petici¨®n y vuelta); pinchazo, estocada (oreja). Plaza de Vitoria, 6 de agosto. 2? de feria. Lleno.
Enrique Ponce en su primer toro se movi¨® tanto, que se le mov¨ªa hasta el porvenir. Es incomprensible que junte cinco series de derechazos y una de naturales, en movimiento perpetuo, a un toro blando, mansote y soso. En su segundo, que fue un toro que se quedaba y no pasaba, ah¨ª estuvo pele¨®n, voluntarioso, entregado, muy por encima del toro.
El Juli, que fue el que puso en la plaza el cartel de no hay billetes, estuvo ante sus dos enemigos en todo momento bullidor. Tramposillo en su primero y bullanguero en su segundo. No articul¨® una serie de muletazos con la suficiente profundidad como para que se le pueda llamar figura del toreo. Todo lo que mostr¨® estuvo m¨¢s cimentado en raz¨®n a la buena voluntad que al dominio. M¨¢s en lo superficial que en lo profundo. La oreja del ¨²ltimo de la tarde se la gan¨® por las banderillas que dio en sus dos toros y por el arrim¨®n final. Naturalmente, con la aquiescencia del p¨²blico que no se hubiera perdonado a s¨ª mismo dejar que El Juli se fuera de vac¨ªo.
En realidad, en la corrida de ayer de Vitoria se dieron ciertas claves de lo que es hoy la tauromaquia moderna. Enrique Ponce, al que algunos consideran una de las m¨¢ximas figuras del toreo, puso en evidencia ayer que ese puesto lo ha ganado cuando muchos de los toreros que con ¨¦l alternan tratan de hacer el toreo suyo, el del propio Ponce. Pero cuando un torero no quiere mirarse en el espejo de Ponce, y busca su sello propio, mejor o peor, o bueno o regular o excelente... entonces ah¨ª es donde podemos encontrar el contrapunto de ese fen¨®meno llamado Ponce. Sin dar un nombre especial, pero que est¨¢ a la mente de todos, basta hablar del Eugenio de Mora que vimos ayer. El torero toledano trata de hacer un arte cl¨¢sico, quiere decir eterno, profundo, sin esa cursiler¨ªa que a veces hace que chirr¨ªen hasta las flores. Por eso en muchas faenas que inicia, por lo general, siempre se echa lo primero de todo la muleta a la mano izquierda, para torear al natural. Por lo contrario, obs¨¦rvese c¨®mo Enrique Ponce muy raras veces empieza a torear con la mano izquierda; quiz¨¢ es el torero m¨¢s renuente a echarse la muleta a la izquierda. Porque si las orejas se las dan toreando con la derecha -y movi¨¦ndose-, ¨¦l dir¨¢ que no le hace falta la otra mano. El caso de El Juli, por el momento se encuentra en un instante de su vida donde una de dos: o va hacia el perfilarse como un torero de hondura, o tira por lo f¨¢cil, ese camino de rosas que suele llenar los esportones de orejas, y la cuenta corriente con muchos euros.
La grey de los taurinos vota por Enrique Ponce. Los aficionados a?osos se inclinan por el toreo de siempre. Y si a ese toreo de siempre se le acoma?a con la espada en todo lo alto, eso es la gloria.
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