La polic¨ªa expulsa a 60 nuevos rumanos que acababan de asentarse en la ciudad
La Polic¨ªa Municipal expuls¨® en la ma?ana de ayer a 60 nuevos gitanos rumanos que acababan de instalarse en el parque de Caramuel (distrito de Latina). Los inmigrantes llegaron a Madrid hace apenas una semana, justo al tiempo que se iniciaba el proceso de realojamiento de sus compatriotas del poblado de San Roque. Para asentarse hab¨ªan escogido una depresi¨®n rodeada de ¨¢rboles y arbustos del parque. Un lugar a la interperie, sin luz ni agua, que les hab¨ªa mantenido ocultos de los agentes policiales. Hasta ayer. La polic¨ªa, seg¨²n relataron testigos y afectados, se present¨® en el asentamiento de madrugada, a las seis de la ma?ana, cuando los rumanos a¨²n dorm¨ªan. Les despertaron y les obligaron a desalojar el parque. "?Fuera! ?Fuera! Aqu¨ª no se puede estar. Vamos, ?fuera!", gritaron a los inmigrantes, entre los que se encontraba una quincena de ni?os.Anoche, una veintena de estos rumanos se hab¨ªa reunido en un peque?o jard¨ªn de c¨¦sped de la glorieta del Puente de Segovia, tambi¨¦n en el distrito de Latina. Estaban tumbados sobre mantas, pero aseguraban que no pod¨ªan dormir ah¨ª porque la polic¨ªa no se lo iba a permitir. Los agentes, dentro de un par decoches patrulla de la Polic¨ªa Municial, les vigilaban. Estos inmigrantes, llegados de Rumania en sus propios coches tras un viaje de cinco d¨ªas en el que han atravesado la frontera de cuatro pa¨ªses, apenas hablan castellano. Su ¨²nico medio de vida es pedir limosna por las calles o aguardar la ayuda de sus compatriotas.
Para ellos, la posibilidad del realojamiento en un asentamiento ya es demasiado lejana. Han llegado d¨ªas despu¨¦s de se haya terminado el de otros 85 compatriotas suyos, de aquellos que en un principio tambi¨¦n fueron expulsados por las instituciones (en este caso, del poblado chabolista de Malmea, en el distrito de Fuencarral), pero que luego, ante las cr¨ªticas, fueron trasladados a dos campamentos: el de la ca?ada de los Canteros, en Vallecas Villa, y el de la Ciudad Escolar, en Fuencarral.
En principio, los inmigrantes realojados iban a ser 355, y para ello eran necesarios cuatro campamentos. Pero la marcha a la costa el pasado fin de semana de 200 de estos inmigrantes, con el objetivo de vender La Farola ante la escasez de compradores en Madrid, trastoc¨® los planes institucionales.
Ya no eran necesarios cuatro campamentos, sino s¨®lo dos. Los inmigrantes permanecer¨¢n en estos asentamientos tres meses, con apoyo social de la Cruz Roja y la Comisi¨®n Cat¨®lica de Migraci¨®n. Pasado ese tiempo se evaluar¨¢ su nivel de integraci¨®n y se decidir¨¢ si siguen en Espa?a "por razones humanitarias" o son repatriados.
Para vivir en los asentamientos deber¨¢n sujetarse a ciertas normas que deber¨¢n cumplir a rajatabla. Entre ellas, se cuentan la de dejar de utilizar a sus hijos para mendigar o vender revistas de indigentes, mantener limpio el recinto o participar en las actividades sociales organizadas por las instituciones. PASA A LA P?GINA 3
Despistar a la polic¨ªa
Los rumanos dorm¨ªan a la intemperie en un parque p¨²blico de Latina sin agua ni luz
Para despistar a la polic¨ªa, los rumanos hab¨ªan aparcado los coches en lugares diferentes, alejados de ellos y pr¨®ximos al centro de la ciudad.Los inmigrantes explicaron c¨®mo llegaron a Madrid. "Para venir desde Rumania hemos tardado cinco d¨ªas. Cruzamos las fronteras de Checoslovaquia, Austria, Italia y Francia. Hemos venido para trabajar, pero nos tenemos que ganar la vida pidiendo en la calle", asegura Vasile. Para obtener m¨¢s beneficios de la mendicidad llevaban a sus hijos en brazos. "Esto es todo lo que tengo para comer hoy", afirm¨® un inmigrante de unos cincuenta a?os, al tiempo que sacaba unas pocas monedas del bolsillo: apenas sumaban cien pesetas. Los 60 rumanos se dispersaron anoche por la ciudad para dormir. Saben que as¨ª llaman menos la atenci¨®n.
"Muchos se han ido ya en coche a otros lugares. Nosotros no s¨¦ d¨®nde vamos a dormir, pero buscaremos un parque donde acostarnos. Si no, dormiremos en la calle, sobre la acera", explic¨® una mujer rumana de unos cuarenta y cinco a?os.
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