El baile solar de Lorca Massine

Ha llegado a Madrid finalmente una obra de danza que en varias etapas y en diferentes formatos ha dado la vuelta al mundo y ha triunfado en muchos escenarios: Zorba el Griego. Los Veranos de la Villa han tenido como hu¨¦sped de lujo estos d¨ªas a Lorca Massine (se llama as¨ª por el poeta Federico, amigo de su padre) y el ballet que hemos visto es la consecuencia de un proceso coreogr¨¢fico que empez¨® en la ¨¦poca en que Lorca era solista de la compa?¨ªa B¨¦jart, y luego cuando en 1973 bail¨® por primera vez la m¨²sica de Theodorakis en la pieza F¨ºt dans¨¦e (Beranger).En 1988 Lorca Massine logr¨® por fin en el Festival de Las Arenas de Verona estrenar su primera versi¨®n de Zorba, que poco a poco ha evolucionado hasta cristalizar como un espect¨¢culo de una enorme human¨ªstica y gran empaque que puede calificarse casi de oper¨ªstico. La pieza recorre argumentalmente la novela de Kazantzakis y finalmente dibuja un fresco mediterr¨¢neo y vital en el que los bailarines protagonistas consiguen atravesar la historia con gran sensibilidad.

El propio Lorca Massine a sus 55 a?os da una lecci¨®n de vitalidad y entrega, le siguen los j¨®venes Egl¨¦ Spokait¨¦ en el personaje de Marina, siempre bell¨ªsima y con l¨ªnea cl¨¢sica, pero sobre todo el gran hallazgo de la noche ha sido el joven Mindaugas Bauzys en el papel de Jon¨¢s, uno de esos bailarines que salen y existen pocas veces: todo lo que toca se hace verdadera danza por su lirismo personal y su musicalidad, dando un tono her¨®ico y elevado a toda la lectura coreogr¨¢fica. En un papel que est¨¢ marcado por la sombra y presencia de artistas como Vlad¨ªmir Vasiliev.

En la segunda parte de la obra todo se hace mucho m¨¢s coral y desgarrado hasta llegar a ese sirtaki no por conocido menos emocionante y moldeador final de la historia. En este momento del ballet Massine y Bauzys entran de lleno en un alto registro que s¨®lo puede ser calificado de hermoso. El resto de la plantilla trabaja en un tipo de baile de car¨¢cter cercano al folclore griego a la vez dif¨ªcil y potente consiguiendo esa especie de aire primitivo y terrenal t¨ªpico del mundo mediterr¨¢neo.

Volviendo a Mindaugas hay que decir que no es nada exagerado calificarle de bailar¨ªn excepcional pues la calidad de su danza sobrepasa con mucho a una especie de modestia y manera de hacer de gran artista. En la coreograf¨ªa Lorca Massine evoca discreta y cultamente la herencia de su padre con evoluciones y figuras en c¨ªrculo que recuerdan La consagraci¨®n de la primavera que el gran Massine hiciera en los a?os veinte a continuaci¨®n del original de Nijinski, y ese tejido evocador de lo primitivo vuelve desde la m¨²sica en la que evidentemente tambi¨¦n hay ecos de Stravinski y la fuerza combinatoria entre el baile popular y el nuevo ballet.

El p¨²blico del Conde Duque reconoci¨® con largos aplausos el trabajo de este conjunto capaz y entusiasta a la vez que entra en una obra que por s¨ª misma tendr¨¢ los m¨¦ritos para permanecer.