Oteiza y la ciza?a
JOS? LUIS MERINO La semana pasada Jorge Oteiza se mostr¨® entusiasmado por c¨®mo van las obras de la fundaci¨®n-museo que lleva su nombre, ubicada en la localidad de Alzuza, a cinco de Pamplona. Lo que parece una noticia grata y claramente normal, no lo es tanto si se tiene en cuenta que no hace un a?o todav¨ªa el propio Oteiza se posicion¨® contra quienes estaban al frente de su fundaci¨®n-museo. Alguien, cercano en determinados momentos a Oteiza, trat¨® de enemistarlo con el equipo gestor de la fundaci¨®n-museo y, muy especialmente, con su presidente, Juan Huarte. En vez de valorar el esfuerzo, el cari?o, la dedicaci¨®n desinteresada de todos esos navarros por Jorge Oteiza y su trayectoria art¨ªstica, ese alguien puso en los o¨ªdos del escultor comentarios insidiosos contra ellos, con el fin de provocar una ruptura entre las dos partes. Y hubo momentos en los que esa ruptura fue un hecho cierto. Para acentuar los desprop¨®sitos, ese alguien movi¨® unos visibles hilos y anid¨® la idea de que las obras de Oteiza, guardadas en Alzuza, se depositaran en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de BArcelona (MACBA). Para halagarle a modo, y para que todo resultara atractiv¨ªsimo hacia Oteiza, una de sus esculturas, convenientemente ampliada, se coloc¨® en la entrada principal del museo barcelon¨¦s. Ante esta burda maniobra, desde la fundaci¨®n-museo de Jorge Oteiza se afianzaron en sus derechos, que en su d¨ªa dejaron firmados de com¨²n acuerdo con el propio escultor. A continuaci¨®n, comunicaron al MACBA cu¨¢l era la situaci¨®n real del caso. Obviamente, surg¨ªa la invitaci¨®n a que dejaran de insistir en sus prop¨®sitos. ?Cu¨¢l era la posici¨®n de Jorge Oteiza en todo esto? El artista de Orio navegaba por el Mar Elogio, y por las singladuras de lo nuevo. Rebelde por naturaleza, siempre ha entendido que lo ya hecho es algo que se debe transgredir. Si la fundaci¨®n-museo aparec¨ªa como un hito fijo, nada m¨¢s normal, seg¨²n su compulsivo reaccionar, que mover de sitio ese hito. S¨®lo faltaba la ciza?a de alguien con no se sabe qu¨¦ prop¨®sitos e intenciones personales. Ahora las cosas han vuelto a la normalidad. Las obras de la fundaci¨®n-museo se alzan entre el clamor de hierro, piedra, arena y cemento. El proyecto del arquitecto S¨¢enz de Oiza, amigo del alma de Oteiza, va a acoger amorosamente las cajas metaf¨ªsicas, las combinaciones binarias, los poliedros abiertos, la fusi¨®n de s¨®lidos y las maclas y estelas, y el fabuloso laboratorio de tizas, y tantas y tantas obras que aguardan el momento de dejarse ver por el gran p¨²blico, para la delectaci¨®n de todos. Lo que se expresa hasta aqu¨ª tiene una cara p¨²blica. No obstante, en los momentos dif¨ªciles para la fundaci¨®n-museo, y ante el sesgo que tomaban los acontecimientos, escrib¨ª a Jorge Oteiza varias cartas personales. Antes de nada advierto que en los ¨²ltimos a?os he vivido muy cercano a Oteiza. Le ve¨ªa con frecuencia, entre otras razones, porque preparaba un libro de entrevistas con ¨¦l, adem¨¢s de que habl¨¢bamos por tel¨¦fono todas las semanas, y en ocasiones dos veces o m¨¢s en un mismo d¨ªa. Pues bien, en mis cartas le recordaba el beneficio que supon¨ªa para su nombre de artista la existencia de la fundaci¨®n-museo de Alzuza. No pod¨ªa echar por tierra un proyecto tan puro, tan desinteresado, tan estimulante para el futuro. Es posible que puesto en p¨¢gina pueda parecer un tanto aparatoso y hasta melodram¨¢tico; sin embargo, en aquellos momentos cre¨ª necesario record¨¢rselo con estas palabras escritas: "Cuando t¨² y yo y otros no seamos sino polvo que se llevar¨¢ el viento, la fundaci¨®n-museo de Alzuza velar¨¢ por tu nombre y tu obra, y os perpetuar¨¢ ampl¨ªsimamente". ?Qu¨¦ le ha hecho cambiar a Oteiza, para volver a sentirse identificado con su fundaci¨®n-museo? Eso s¨®lo lo sabe ¨¦l. Como es imprevisible, puede que al leer un verso de T. S. Eliot en Tierra bald¨ªa que habla del "helado silencio de los jardines" se haya dado cuenta de que quien lo ciza?¨® en un momento lo hizo con una perversa mano de musgo. Quiero recordar que la poes¨ªa es la fiel compa?era de Jorge desde hace muchos a?os. De cualquier modo, todo esto es una suposici¨®n. Nada es posible asegurar cuando anda por medio Oteiza. Con Jorge siempre estaremos seguros de que nada es seguro.
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