Si la emigraci¨®n se instala en las venas IGNACIO VIDAL-FOLCH
La emigraci¨®n, hace 25 a?os, de Flavia Company y su familia a Barcelona no respond¨ªa a las causas habituales entre los tantos argentinos que cruzaron el charco huyendo de la dictadura militar. Se vinieron en 1973, tres a?os antes del golpe. "La causa de nuestra emigraci¨®n no fue traum¨¢tica, sino festiva. Nos ven¨ªamos a Europa en una excursi¨®n que en principio ten¨ªa que durar dos a?os", dice. Sus padres eran adinerados, el ambiente en Buenos Aires era tenso, el padre tem¨ªa un secuestro de los montoneros, la madre era una enamorada de Espa?a, y decidieron poner mar de por medio. Ya no volvieron. As¨ª segu¨ªan la inercia de un movimiento pendular que ha llevado varias veces a los Company a las dos orillas, desde que el bisabuelo catal¨¢n emigr¨® a Buenos Aires. Generaci¨®n tras generaci¨®n, la familia va cruzando al otro lado del mundo. Esto hace plantearse a Flavia como una hip¨®tesis literaria si "la emigraci¨®n no acaba por instalarse en las venas". De hecho ella, que no viaj¨®, sino que "me viajaron", como ella explica, ha dado tambi¨¦n sus movimientos de alejamiento, aunque m¨¢s modestos, instal¨¢ndose hace diez a?os en Sant Carles de la R¨¤pita, en el delta del Ebro, donde al llegar no conoc¨ªa a nadie, en medio de un paisaje que la fascin¨® a primera vista y que le recuerda vagamente al de los llanos inmensos de la provincia de Buenos Aires: cielo grande, luz de fin del mundo, tierra llana, y aqu¨ª y all¨¢ una casa aislada entre los arrozales que podr¨ªa ser un galp¨®n. Desde mediada la primavera hasta avanzado el oto?o, Company vive en un peque?o chalet de San Pedro de Alc¨¢ntara (M¨¢laga) y no pone los pies en Barcelona. Para ganarse la vida dirige un par de talleres literarios, traduce un poco, publica algunos art¨ªculos en la prensa; le queda mucho tiempo para pensar las novelas que, una vez escritas, deja madurar en un caj¨®n, a veces durante a?os. No tiene prisa, ni le gusta que la empujen. "Venirme a vivir al delta fue el acontecimiento de mi vida. Quer¨ªa salir de Barcelona, conseguir cierta calidad de vida, estar en contacto con la naturaleza. Yo me siento de Sant Carles de la R¨¤pita, un sentimiento que es pura literatura, pura ficci¨®n, me lo he inventado yo...". Lo primero que le choc¨® a Flavia al llegar de ni?a a Barcelona fue "el lenguaje". Tal y como explica: "En mi familia habl¨¢bamos argentino, no espa?ol. Para los dem¨¢s mi lenguaje era un acontecimiento, y eso marcaba siempre el factor de la diferencia". Una diferencia que no siempre resultaba agradable, como Flavia comprobaba, por ejemplo, a la hora de alquilar un piso: "A mi madre, que ten¨ªa un fuerte acento argentino, le dec¨ªan que el piso acababa de ser alquilado; cinco minutos m¨¢s tarde telefoneaba yo, que hab¨ªa perdido r¨¢pidamente el acento, y me dec¨ªan que el piso estaba libre, que pasase a verlo. Esas se?ales de xenofobia me parecieron un indicador de cierta pobreza espiritual". Flavia Company ha reflexionado mucho sobre el hecho de ser extranjero en el lugar: "El desarraigo, a la larga, es enriquecedor, pero tambi¨¦n muy duro. No s¨¦ si una cosa compensa la otra. Por un lado te quita el sentimiento de pertenecer a una comunidad, de ser parte de algo, y te has de plantear tus relaciones con el nuevo lugar, algo que los nativos no tienen necesidad de hacer". Emigrar, dice, es librar una batalla contra el h¨¢bito: si uno la gana, en adelante podr¨¢ vivir en cualquier parte, y si la pierde, la nostalgia y el amor a los h¨¢bitos perdidos le obligan a volver o a vivir en permanente estado de nostalgia, algo de lo que ella est¨¢ m¨¢s o menos libre: "Porque a diferencia de tantos que fueron obligados a exiliarse, yo he podido elegir, y cuando eliges ejerces una libertad y la libertad siempre es feliz". Quiz¨¢ porque lleg¨® a Barcelona cuando s¨®lo era una ni?a, se adapt¨® r¨¢pidamente a vivir aqu¨ª, desarrollando "estrategias de adaptaci¨®n, estrategias camale¨®nicas que consist¨ªan b¨¢sicamente en seguir el refr¨¢n que aconseja "adonde fueres haz lo que vieres" y en cultivar la capacidad de disfrutar de cualquier modo, en compa?¨ªas y circunstancias y formas de vida distintas". "Siento Espa?a como una amistad, no como una familia; me quedo porque la quiero, con un cari?o construido, hecho con el roce. Catalu?a me parece un lugar c¨®modo para vivir, me gusta la tolerancia y el respeto que la gente de aqu¨ª tiene por la intimidad de los dem¨¢s..., y adem¨¢s me resulta atractiva la historia del pueblo catal¨¢n", una historia que "se podr¨ªa definir como la capacidad para luchar". Lo que m¨¢s le desagrada de los catalanes es "la incapacidad para re¨ªrse de s¨ª mismos, su miedo a hacer el rid¨ªculo". Company estudi¨® piano en el Conservatorio del Liceo, y Filolog¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Iba para compositora, pero cuando preparaba su primera audici¨®n p¨²blica una tendinitis la apart¨® temporalmente del teclado al que ven¨ªa dedicando doce horas de trabajo diarias. Esa contrariedad y la publicaci¨®n inesperada de su primer texto, la novela corta Querida N¨¦lida, escrita a los 17 a?os, la decant¨® por la literatura. Desde entonces ha publicado varias novelas y libros de relatos en castellano y catal¨¢n, la ¨²ltima, Dame placer (Emec¨¦), este a?o. "Escribo indistintamente en espa?ol y en catal¨¢n, soy una biling¨¹e casi perfecta; curiosamente, la poes¨ªa s¨®lo puedo escribirla en argentino. Adem¨¢s, aunque cada vez lo hago menos, he traducido mucho del italiano y del ingl¨¦s, y estoy segura de que si viviera algunos a?os en Italia o en un pa¨ªs anglosaj¨®n me pondr¨ªa enseguida a escribir en esas lenguas, me enamoro de las lenguas. Con el catal¨¢n, que antes de venirme ac¨¢ ya entend¨ªa de o¨ªrselo hablar a mi padre en Buenos Aires, y que empec¨¦ a hablar a los doce o trece a?os, me pasa que los relatos salen muy osados, porque las palabras est¨¢n libres de las connotaciones y asociaciones que marcan las palabras del idioma materno". Le gusta ilustrar esta idea con el ejemplo de las palomitas de ma¨ªz: "En Argentina se llaman "pochoclo". Si pronuncio esta palabra veo el carrito donde se llevan, las voces del vendedor, la campanilla del carrito, todo un contexto y una caravana de recuerdos de Buenos Aires; si escribo "palomitas" veo el vest¨ªbulo de la sala de un cine, o las palomas de la plaza de Catalunya de Barcelona. Pero si escribo "crispetes" s¨®lo veo crispetas, s¨®lo el sentido y la sonoridad de la palabra, que no est¨¢ adornada por mi historia y mis recuerdos. ?Es fascinante que la emigraci¨®n te permita esto!".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.