Los aceleradores sustituir¨¢n a las bombas de cobalto, menos precisas para tratar los tumores

VIENE DE LA P?GINA 1 Hasta la llegada de los aceleradores lineales, los tratamientos de radioterapia se realizaban con las bombas de cobalto. Hace cuatro a?os Osakidetza instal¨® el primer acelarador de la red p¨²blica en el hospital de Txagorritxu, en Vitoria. Los nuevos aceleradores sustituir¨¢n a las bombas de cobalto que a¨²n perviven. Seg¨²n el director de Osakidetza, Francisco Villar, las ventajas de los aceleradores frente a la anterior tecnolog¨ªa son innumerables. "En primer lugar, tienen un menor riesgo radioactivo para el paciente. Y adem¨¢s, los m¨¦dicos pueden ser mucho m¨¢s precisos en el tratamiento de los tumores que con las bombas de cobalto. La posibilidad de radiar indebidamente en una parte del cuerpo del paciente o que el enfermo sufra un exceso de radiaci¨®n es pr¨¢cticamente imposible si los controles de calidad y seguridad del aparato son correctos", indica Villar. Aparte de que la potencia radioactiva es sustancialmente superior, la mayor precisi¨®n de los aceleradores les permite emplear menos carga radioactiva al colocar la dosis en el lugar exacto. "Con las bombas de cobalto era necesario dar una intensidad menor por cada dosis de aplicaci¨®n, pero como se dispersaba m¨¢s la onda el tratamiento eras menos efectivo y hab¨ªa que ser m¨¢s reiterativo", explica Francisco Villar. La radioterapia es un arma m¨¢s en la lucha contra el c¨¢ncer y no el ¨²ltimo recurso, seg¨²n apunta el doctor Avelino Alia, del equipo de radioterapia del hospital de Txagorritxu. "El tratamiento busca ayudar y tratar de que los enfermos conserven su integridad f¨ªsica". El planteamiento de Osakidetza es sacar la mayor rentabilidad posible a los aceleradores, una tecnolog¨ªa que cuesta casi 200 millones de pesetas. Su director lanza las cifras: los aceleradores tratan del orden de los 550 pacientes nuevos al a?o (a los que hay que sumar los que arrastraban el tratamiento del a?o anterior) y realizan cincuenta sesiones al d¨ªa (desde las 7.30 de la ma?ana hasta las 22.00), lo que significa que al cabo del a?o han desarrollado 12.000 sesiones. Cada paciente recibe entre 20 y 22 sesiones. "Hay que lograr que el aparato se rompa por haberlo utilizado y no porque se haya oxidado de no emplearlo", indica Villar. El mantenimiento es uno de los aspectos m¨¢s vigilados, sobre todo desde que ocurri¨® la desgracia con el acelerador del Hospital Cl¨ªnico de Zaragoza. Un acelerador puede funcionar a tope durante cuatro a?os. A partir de ese momento debe bajar al menos un 30% su ritmo para que, al menos, pueda aguantar otros cinco a?os sin aver¨ªas de consideraci¨®n.