Todos contra Sonia
India comienza a votar hoy tras una campa?a de ataques a la viuda de Rajiv Gandhi
Meter seiscientos millones de papeletas en cientos de miles de urnas en un pa¨ªs con centenares de millones de analfabetos en medio de torrenciales lluvias monz¨®nicas es la gesta en la que se embarca India a partir de hoy. Es un ejercicio al que est¨¢ acostumbrado el pa¨ªs, t¨®picamente etiquetado como la primera democracia del mundo, ya con mil millones de habitantes. Al igual que en una boda en el Rajast¨¢n de los maharaj¨¢s, el fest¨ªn democr¨¢tico parece no acabarse nunca. Los indios votar¨¢n hoy, y el pr¨®ximo fin de semana, y el siguiente, y el otro hasta, finalmente, redondear la faena el 3 de octubre. Cinco semanas se necesitan para mover escalonadamente, de una zona a otra de un pa¨ªs que es un subcontinente con ¨ªnfimas infraestructuras, todos los medios y polic¨ªas que garantizan unas elecciones limpias. La consulta ser¨¢ t¨¦cnicamente impecable. Otra cosa ser¨¢ qui¨¦nes lleguen al Lok Sabha, la C¨¢mara baja del Parlamento indio. Esa C¨¢mara y, sobre todo, las Asambleas Legislativas de los diferentes Estados llevan camino de convertirse en patios de Monipodio, con matones y delincuentes de toda laya convertidos o en padres de la patria o en patrocinadores de algunos de ellos. "Antes, la polic¨ªa les persegu¨ªa y ahora, les escolta", es un comentario que salta en cualquier reuni¨®n informal al hablar del fen¨®meno. Y el contertulio empieza a desgranar curr¨ªculos que convierten al Tempranillo en una hermanita de la Caridad y lo de Ceuta y Melilla, en juego de guarder¨ªa.
La campa?a electoral -desprovista de grandes discrepancias program¨¢ticas entre el Congreso que preside Sonia Gandhi y la alianza de una veintena de grupos que encabeza el Bharatiya Janata Party del primer ministro en funciones, Atal Behari Vajpayee, dos bloques que coinciden en pasar de puntillas sobre minucias como la sanidad, la pobreza y la educaci¨®n- se ha convertido en una justa de personalidades tan barriobajera que la propia junta electoral ha tenido que reclamar dignidad y contenci¨®n.
Es un caso de todos contra Sonia, nacida en Italia hace 52 a?os, portadora de la antorcha de la dinast¨ªa Nehru-Gandhi y que recibe ahora su bautismo de fuego electoral como candidata. Vajpayee, un moderado culto y poeta en sus ratos libres, no se ha enfangado, pero los que le rodean se han revolcado con gusto en la charca de la insolencia: su ministro de Informaci¨®n dijo que, puestos a traer una extranjera dispuesta a servir a los indios, se pod¨ªa haber importado a Monica Lewinsky, mientras el de Defensa subray¨® que el ¨²nico m¨¦rito de Sonia Gandhi era haber contribuido a la tasa de natalidad india con dos hijos. Reconvenido por sus palabras, el ministro de Informaci¨®n se disculp¨®, pero George Fernandes, el de Defensa, la sostuvo: "?Acaso no es cierto lo que he dicho?". Por algo es el bocazas titular del Gobierno. Y lo seguir¨¢ siendo. Los sondeos auguran una victoria arrolladora para la coalici¨®n de Vajpayee.
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