Historias cl¨ªnicas
SI EXISTE una parcela de la sanidad p¨²blica en la que la privatizaci¨®n de su gesti¨®n puede ser cuestionable, es la relativa a los historiales cl¨ªnicos de sus pacientes. Los datos de car¨¢cter personal referentes a la salud tienen una protecci¨®n legal especial, por lo que parece arriesgado ceder su gesti¨®n a personas o entidades distintas a las que les fueron confiados, ¨²nicas en principio legitimadas para su tratamiento de acuerdo con la finalidad para la que fueron recabados. Tiene fundamento, por tanto, la inquietud que ha causado entre los sindicatos de la sanidad p¨²blica y entre la oposici¨®n politica la decisi¨®n de dos importantes centros hospitalarios madrile?os -el Cl¨ªnico y el Doce de Octubre- de confiar la "organizaci¨®n, depuraci¨®n, unificaci¨®n y gesti¨®n" de los historiales de sus pacientes a empresas privadas especializadas en documentaci¨®n. La misma iniciativa han tomado o est¨¢n en trance de tomar una docena de centros hospitalarios p¨²blicos en diversos lugares de Espa?a. Es cierto que mantener al d¨ªa, perfectamente operativo, un archivo de 2,5 millones de fichas m¨¦dicas, como es el caso del Cl¨ªnico, o de 1,3 millones en el del Doce de Octubre, no es tarea f¨¢cil. Requiere medios t¨¦cnicos y personal especializado. Todo lo contrario de lo que, de ser cierta la denuncia de la secci¨®n sindical de UGT del Cl¨ªnico madrile?o, han hecho los gestores de este centro hospitalario: reducir la dotaci¨®n del archivo para justificar, con su deterioro, su gesti¨®n privada, a cargo de una empresa gallega desde diciembre de 1997. Es posible que la calidad del servicio haya mejorado, aunque algunos testimonios directos del centro hospitalario aseguran que es peor que antes de su privatizaci¨®n. Pero la cuesti¨®n no radica -o al menos no es la ¨²nica en este caso- en la calidad del servicio, sino en la procedencia de entregar la gesti¨®n de datos confidenciales de los pacientes a personas distintas a las que fueron confiados, ajenas a los cometidos y fines previstos en las leyes que regulan la sanidad p¨²blica. Es dif¨ªcil separar la gesti¨®n de esos datos de la prestaci¨®n m¨¦dica y sanitaria de titularidad p¨²blica que reciben los pacientes.
Los gestores de los centros hospitalarios que han puesto en marcha esta iniciativa aseguran que no es necesario informar a los pacientes del nuevo destino de sus historiales cl¨ªnicos y menos a¨²n pedirles su consentimiento. Y ponen como ejemplo la frecuencia con que se llevan a cabo pruebas y an¨¢lisis en laboratorios especializados externos a los centros hospitalarios sin que los pacientes afectados sean informados. Se trata de supuestos distintos. Esas pruebas y an¨¢lisis externos forman parte de la normal colaboraci¨®n m¨¦dica, sanitaria y cient¨ªfica, y est¨¢n dentro del marco de funcionamiento de la sanidad p¨²blica. Pero esta colaboraci¨®n nada tiene que ver con la gesti¨®n privada de los historiales cl¨ªnicos de sus pacientes, aunque se hayan tomado algunas medidas para asegurar su confidencialidad.
Si se ha debido o no informar o pedir su consentimiento a los pacientes, es algo que deber¨¢ aclarar la Agencia de Protecci¨®n de Datos, ante la que ha presentado una denuncia el secretario del sindicato CC OO de Madrid. El asunto no es balad¨ª. El riesgo de que se rompa la confidencialidad que los centros m¨¦dicos se comprometen a salvaguardar aumenta a medida que se ampl¨ªa el c¨ªrculo de quienes tienen acceso a los historiales cl¨ªnicos, sobre todo si se trata de entidades mercantiles y de personas no sometidas a los imperativos ¨¦ticos de la medicina y la sanidad.
Casos como la puesta a la venta en el baratillo sabatino de Palma de Mallorca de datos m¨¦dicos procedentes de una cl¨ªnica privada muestran que ese tipo de historias tienen demanda en el mercado, y no s¨®lo por mero af¨¢n coleccionista, sino por motivos menos anecd¨®ticos.
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