Desfiles irregulares en la Pasarela Cibeles para el verano del 2000
Dudas sobre el futuro del certamen de moda
Con mucho bronceado marbell¨ª en los pasillos y rumores de todos los colores, la Pasarela Cibeles, que propone la moda para el verano del a?o 2000, se inicia con rumores sobre su futuro. Los desfiles no han levantado entusiasmo, aunque la calidad de Esteve-Sita Murt en el punto, de Roberto Torretta en su sentido sensual de la elegancia y de Joaquim Verd¨² en sus aciertos crom¨¢ticos fueron lo mejor de la primera jornada.
La Pasarela Cibeles comenz¨® con el madrile?o Javier Larrainzar, que adorn¨® la cinta blanca con mojones de escayola que recordaban a la catedral de la Almudena y sus chicas tambi¨¦n evocaban a las pijas de la Castellana, esas que ense?an el ombligo como s¨ªmbolo m¨¢ximo de su liberaci¨®n. Tuvo muchos errores Larrainzar: cosido dudoso, tejidos sin expresi¨®n propia, faldas amplias mal resueltas en sus quillas y god¨¦s y todo a trav¨¦s de un patronaje de puro tr¨¢mite, donde la tendencia a lo simple deven¨ªa en pobre. Su gama oscil¨® entre los azules, blancos, arenas oros y beige con espaldas libres y superposiciones.
Naturaleza vegetal
Le sigui¨® Esteve-Sita Murt con sus tonos inspirados en la naturaleza vegetal m¨¢s serena: crudos, grises, pistacho, blancos, en tejidos de inventiva. Tambi¨¦n hay que mencionar su punto de hilo de seda salvaje trufado de fino cobre, un ejemplo de buena industria aliada a la investigaci¨®n, todo hecho con seriedad y un sentido l¨®gico del mercado. Otro hallazgo de estos catalanes ha sido el ruedo de las largas faldas tobilleras orladas con un grueso canal¨¦ que facilita el andar y el paso largo, lo mismo que las faldas-pareo de borde irregular y los pantalones de talle bajo. En este mismo desfile mixto pas¨® Felipe Varela, con mucho de delirio y un err¨¢tico concepto del traje sastre entre Mugler y lo desconocido. Falsos acolchados transparentes, minifaldas injustificadas, un abuso del negro y del hilo de pedrer¨ªa hicieron un verdadero galimat¨ªas. Lo mejor suyo, unas prendas bajo la se?a Varela Jeans y los minibolsos en los que cabe solamente el tel¨¦fono m¨®vil y el pintalabios.
Roberto Torretta se mantiene fiel a su sobriedad y una voz que si bien no excede el susurro sabe lo que dice. Empez¨® la serie de blancos, del nuclear al hielo. Fue un desfile de impacto que cont¨® con Eugenia Silva como percha-bandera, de largo rodillero en las faldas y prendas de piel muy rebajada con napado interior que permite eludir amablemente para la piel la forrer¨ªa. Hubo curiosidades como las cremalleras de doble tiro, tan pr¨¢cticas para entretiempo, cortes duros sin rematar en solapas y ruedos y ni un bot¨®n: todo imanes de contacto; en cuanto a la l¨ªnea hay que destacar sus nervaduras conseguidas con simples costuras asim¨¦tricas que redondean la prenda sobre la modelo y la breve serie de faldas, pantalones y chaquetas de cuero verde oliva muy lustrado.
Cerr¨® la velada de desfiles Joaquim Verd¨², que con su experiencia sigue las tendencias actuales desde sus propios gustos. Hay que mencionar su tejido de c¨¢?amo con seda en hilos mezclados en paralelo o el lino con metal blanco; por el mismo procedimiento llega al arrugado del seda m¨¢s cobre, articul¨¢ndolos en unas prendas que juegan al hippy chic desde una cierta distancia. El largo de Verd¨² es, en conclusi¨®n, uno solo: a media pierna, tanto para pantalones como para faldas; su paleta, siempre rica y mediterr¨¢nea, tambi¨¦n sucumbi¨® al blanco y sigui¨® con rosas y malvas en comuni¨®n de franjas, crudos tostados, oro viejo y verde oliva, adem¨¢s de ese azul acero que ya viene usando. La parte artesana de su obra se verific¨® en las tramas abiertas de cordoner¨ªa hecha a mano que remata algunos ruedos y mangas.
Babelia
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