"Se rompieron todos los cristales, pero salimos ilesos"

Una tragedia entre cien: Valentina Vasilievna, de 60 a?os, hab¨ªa llegado a Mosc¨² para ayudar a su hija, que acababa de alumbrar a una ni?a. Al o¨ªr la explosi¨®n, qued¨® aturdida, no sab¨ªa qu¨¦ hacer pero, sin darse cuenta apenas, cogi¨® al beb¨¦, de seis semanas, y de alguna forma logr¨® salir a la calle, gravemente herida. Ahora lucha por su vida en el hospital. Su hija est¨¢ muerta. Su nieta, gracias a ella, no sufri¨® ning¨²n da?o. Otra historia, ahora sin muertos por medio. Mientras el cuco del reloj sal¨ªa 12 veces de su jaula, en el mismo momento en que una emisora de radio marcaba la medianoche con el himno nacional ruso, a Galina y su marido Yuri, ambos de unos 45 a?os, se les vino el mundo encima. "Se rompieron todos los cristales", afirma ella; "saltaron todos los muebles, pero salimos casi ilesos, con apenas algunos rasgu?os". Tuvieron suerte, viv¨ªan en un sector del edificio que no fue alcanzado directamente por la explosi¨®n. Pero ahora su preocupaci¨®n es otra. El padre de Galina, que vive con el matrimonio, estaba fuera y, de alguna forma, logr¨® volver a su vivienda. "Por favor", suplicaba a los polic¨ªas que le imped¨ªan el paso, "d¨¦jenme pasar. Pensar¨¢ que estamos muertos y puede morir de la impresi¨®n. Es hipertenso. No queremos sacar nada, s¨®lo rescatarle". Fue in¨²til. Por eso, estall¨® en un llanto incontrolable, forrado de amargura: "No importa, qu¨¦ m¨¢s da. Un muerto m¨¢s".