El Gobierno ruso acepta que la explosi¨®n de Mosc¨² es un acto criminal
El primer ministro ruso, Vlad¨ªmir Putin, parti¨® ayer hacia Nueva Zelanda para asistir a la cumbre de pa¨ªses de Asia y el Pac¨ªfico (APEC), dejando tras de s¨ª una guerra en Daguest¨¢n que amenaza la integridad de su pa¨ªs, y sin que se haya aclarado la explosi¨®n que destruy¨® la medianoche del mi¨¦rcoles un edificio de nueve plantas en Mosc¨², que el Gobierno ya acepta que fue un acto criminal. Dos sospechosos fueron detenidos. Anoche se dieron por concluidas las operaciones de rescate. Se han recuperado 90 cad¨¢veres.
El presidente Yeltsin ha declarado el lunes d¨ªa de luto nacional en recuerdo a las v¨ªctimas. Muchas a¨²n sepultadas entre los escombros. Los restos de explosivo encontrados y la similitud del siniestro con el atentado del pasado s¨¢bado en un edificio de viviendas militares de la ciudad daguestana de Buinaksk hacen que los investigadores y la mayor¨ªa de los pol¨ªticos se inclinen por la hip¨®tesis de un acto terrorista cometido por un comando isl¨¢mico del C¨¢ucaso, presumiblemente checheno. La polic¨ªa detuvo anoche a dos sospechosos. Sin embargo, no se ha producido ninguna reivindicaci¨®n fiable, y cuesta pensar que jefes guerrilleros como Shamil Bas¨¢yev, que siempre han cuidado su imagen, hayan podido elegir un blanco tan at¨ªpico e indiscriminado como el edificio de una barriada obrera.
Almac¨¦n clandestino
Est¨¢ descartado que hubiese una fuga de gas. No hay duda de que en el n¨²mero 19 de la calle Gurianov estall¨® una bomba. Pero eso no significa necesariamente que fuese una acci¨®n terrorista. Se especula, por ejemplo, con que uno de los locales de la planta baja almacenase material explosivo de alg¨²n grupo criminal de los numerosos que campan por sus respetos en Mosc¨². Una manipulaci¨®n inexperta pudo, en tal caso, originar la explosi¨®n. Hasta que no se llegue a lo m¨¢s profundo del impresionante mont¨®n de escombros a que fueron reducidas 64 viviendas ser¨¢ imposible llegar a conclusiones definitivas. Si es que las hay.
Tal vez por ello, Putin no quiere apostar tan abiertamente por la hip¨®tesis del atentado como el alcalde de Mosc¨², el presidenciable Yuri Luzhkov. En un mensaje televisado, el jefe del Gobierno recogi¨® todas las causas posibles, aunque afirm¨®: "Si fue un ataque terrorista, nos enfrentamos a un oponente canalla, traicionero y sediento de sangre. Ha habido muchos intentos en el curso de la historia de intimidar a Rusia y obligarla a ponerse de rodillas, pero nunca lo lograron. Estoy seguro de que tampoco lo van a conseguir ahora".
El lugar de la cat¨¢strofe registr¨® ayer una febril actividad de centenares de bomberos, soldados, m¨¦dicos e investigadores del Servicio Federal de Seguridad (FSB). Los m¨¦dicos llevan m¨¢s de 24 horas mano sobre mano. Los incendios que estallaron bajo los escombros y el denso y venenoso humo que provocaron hac¨ªan temer que nadie ser¨ªa rescatado con vida de entre el amasijo de hierros, cascotes, muebles y enseres.
Anoche se detuvieron las tareas de rescate tras el rescate de 90 cuerpos. En las ¨²ltimas horas se manten¨ªan casi sin esperanza.
Las medidas de seguridad se han reforzado en Mosc¨², aunque no son tan visibles como para entorpecer la vida cotidiana de la ciudad.
Putin ha aprobado un plan de prevenci¨®n de atentados elaborado conjuntamente por el FSB y el Ministerio del Interior y que ser¨¢ coordinado con Luzhkov. Los peri¨®dicos publican el retrato robot de un individuo al que se vio huir del lugar de la explosi¨®n poco antes de que ¨¦sta se produjera. Pero no parece una pista seria. La agencia Interfax cita fuentes del FSB que ligan la cat¨¢strofe con la situaci¨®n en el C¨¢ucaso y aseguran que la supuesta bomba ten¨ªa un temporizador. Todo indica, no obstante, que, por el momento, las fuerzas de seguridad se limitan a dar palos de ciego.
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