Aroma Daniel
El dise?ador gr¨¢fico Manuel Estrada dijo el ¨²ltimo d¨ªa de agosto en Santander, durante un curso en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMP), que una de las cosas que quedar¨¢n de la cultura de esta ¨¦poca ser¨¢ las cubiertas de los libros que, sobre todo para la colecci¨®n de bolsillo de Alianza Editorial, realiz¨® Daniel Gil. Estrada, que fue codirector de ese curso de dise?o con el propio Daniel Gil, dijo tambi¨¦n una frase de John Berger sobre la raz¨®n por la que el tiempo actual hace desaparecer todas las cosas: el mercado lo engulle todo, lo tritura, y del mismo modo que ha triturado al campesino tambi¨¦n ha triturado al dise?ador. Ahora al dise?ador lo dise?a el mercado. Descre¨ªdo, y como siempre c¨¢ustico, acosado por una enfermedad que padece desde hace a?os, Daniel Gil asist¨ªa a los elogios con iron¨ªa y con indiferencia. Al final, como su compa?ero Javier Pradera, editor que dirigi¨® Alianza en la principal etapa de Gil, insist¨ªa en los elogios sobre su trabajo, Gil hizo este comentario p¨²blico, y esto fue lo ¨²nico que le arrancaron los asistentes al coloquio en su homenaje:
-?El dise?o es un arte? El dise?o no se sabe lo que es. Para algunos es una forma de comunicaci¨®n visual, y para otros es una de las bellas artes. Pero todav¨ªa no se sabe qu¨¦ es, y tampoco s¨¦ qu¨¦ es lo que yo he hecho, a pesar de los bonitos e insoportables paneg¨ªricos que me dedica Javier Pradera.
Ahora todos recuerdan su car¨¢cter; algunos dijeron que tambi¨¦n era inevitablemente insoportable: para mantener el tono y el vigor de sus portadas m¨ªticas, que constituyeron un emblema gr¨¢fico de vanguardia y rigor en medio de aquellos tiempos grises de la vida cultura espa?ola, ten¨ªa que ser exigente e incluso brutal. Pradera cont¨® que un d¨ªa lleg¨® a Alianza un reputado economista que pretend¨ªa imponer una especie de c¨®mic como cubierta de su libro de probabil¨ªsimo ¨¦xito masivo. "?Fuera de aqu¨ª!", le grit¨®. Despu¨¦s tom¨® el c¨®mic en las manos y lo arroj¨® a la basura mientras el economista se sacud¨ªa el pavor por los pasillos.
Lo que hizo Gil fue crear un aroma, el aroma Daniel Gil, dijo el dise?ador Jos¨¦ Crespo, y ese aroma est¨¢ en la memoria cuando se recuerda aquella fabulosa recreaci¨®n gr¨¢fica del Oto?o en Madrid, hacia 1950, de Juan Benet -la taza de caf¨¦, el cigarrillo, la habitaci¨®n encerrada que suger¨ªa esta portada-, o las gafas de Hermann Hesse explicando el detenimiento visual de su escritura, o la pajarita autobiogr¨¢fica de Thomas Mann, o las sogas que abrazaban El malestar de la cultura... En aquel entonces -esa fue la expresi¨®n que m¨¢s se oy¨® en este homenaje a Daniel Gil- no s¨®lo se le¨ªan los libros que ¨¦l dise?aba, desde la cubierta a los tipos, como record¨® su compa?ero Enric Satu¨¦, sino que se le¨ªan los libros de Daniel Gil; instal¨® as¨ª en la memoria gen¨¦tica de varias generaciones de espa?oles un modo de entender los libros desde la cubierta, de modo que ya su propia interpretaci¨®n ven¨ªa a ser una lectura de los libros que ¨¦l envolv¨ªa.
Era inevitable que en un homenaje as¨ª hubiera reflexiones sobre el malestar de esta ¨¦poca: Pradera puso mucho ¨¦nfasis en la mala deriva que est¨¢ tomando el dise?o actual, impuesto por los departamentos de marketing o de mercadeo, que dejan al dise?ador fuera de lugar; Satu¨¦ fue m¨¢s lejos: se vio ya, a cinco meses del siglo pr¨®ximo, como un dise?ador del siglo pasado y como "un exiliado de la edici¨®n", un oficio que est¨¢ renunciando a "desnudez cl¨¢sica y eterna del libro".
Dijo Pradera que a esa s¨ªntesis cultural que eran sus portadas, Daniel Gil lleg¨® a trav¨¦s de un di¨¢logo fluido y libre, pero a veces tambi¨¦n desp¨®tico, con todos los que compon¨ªan el proceso de edici¨®n de los libros. No ha perdido ese pulso, porque al t¨¦rmino de la primera clase de dise?o que imparti¨® junto a Estrada en la UIMP se acerc¨® a la clase en el palacio de la Magdalena, apunt¨® con su bast¨®n hacia los dise?os que hab¨ªan preparado los alumnos, y exclam¨®:
-?Esto es un desastre! Hay que rehacerlo todo...
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