El Rayo sigue en el para¨ªso
Un golazo de Michel I en el tiempo a?adido deshizo un empate que la Real no mereci¨®
Lo del Rayo no es mentira. L¨ªcito resulta creer lo contrario, al hilo de un par de argumentos incontestables: la posici¨®n de privilegio que ahora ocupa no deja de ser accidental y ya pondr¨¢ el tiempo a cada uno en su sitio. Y lo har¨¢, seguro, que no es cuesti¨®n de so?ar con ver al Rayo dentro de un a?o por esos campos de Europa. Pero, a d¨ªa de hoy, el Rayo est¨¢ de fiesta. Tres partidos, tres victorias; nueve puntos disputados, nueve puntos conseguidos. A d¨ªa de hoy, en Vallecas, alucinan.Vaya por delante que Juande Ramos ha armado un conjunto de magn¨ªfico aspecto. Su f¨²tbol es aseado, valiente. No arrastra al ¨¦xtasis, cierto, pero es decente a m¨¢s no poder. Lo que por ah¨ª falta sobra en cuanto a talante, porque sus jugadores se sienten capaces de ganar a cualquiera. Y como antes de esta jornada ya hab¨ªan tumbado al Atl¨¦tico y al Mallorca, ?por qu¨¦ no hacer lo propio con la Real?
RAYO VALLECANO 2
REAL SOCIEDAD 1Rayo Vallecano: Keller; Est¨ªbariz (Michel I, m.72), Cota, Hern¨¢ndez, Alc¨¢zar; Ferr¨®n, Poschi, Luis Cembranos, Llorens (Bolo, m.61); Michel II (Helder, m.46) y Canabal. Real Sociedad: Alberto; L¨®pez Rekarte, Loren, Pikabea, Aranzabal; Mutiu, Guerrero, Idiakez, Barkero (Antia, m.74); De Paula (Aldeondo, m.54) y Bonilla. Goles: 1-0. M.18. Despeje en largo de Alc¨¢zar que llega a Ferr¨®n, quien lanza un duro disparo con la izquierda. 1-1. M.55. K¨¹hbauer la baja de cabeza e Idi¨¢kez bate por bajo a Keller. 2-1. M.90. C¨®rner que saca Poschi desde la derecha y Michel I empalma una espectacular volea desde el v¨¦rtice del ¨¢rea. ?rbitro: Prados Garc¨ªa. Amonest¨® a Ferr¨®n, Poschi, Alberto, Pikabea, Mutiu, Idiakez, Ant¨ªa y Barkero. Expuls¨® por dos amarillas a Guerrero (m.70). M¨¢s de 8.000 espectadores en el Campo de Vallecas Teresa Rivero.
Derribado est¨¢ el conjunto vasco. No es que apareciera por Vallecas asustado, por mucho que en el primer minuto Luis Cembranos estuviera a punto de marcar. Como apareci¨® fue dormido. Tard¨® un siglo en darse cuenta de que el de Vallecas es un campo estrecho. Y como Guerrero anda lejos de ser Schuster, pues result¨® l¨®gico que los tres primeros pases largos del equipo se fueran a la grada.
Y fue as¨ª, con pases largos, como la Real intent¨® quitarse de encima la presi¨®n del Rayo, que fue mod¨¦lica. A nadie extra?¨® que en el minuto 18 llegara el primer gol rayista, en un bal¨®n que despej¨® de mala manera Alc¨¢zar y que, casi de casualidad, lleg¨® a los pies de Ferr¨®n, que solt¨® el zapatazo sin pens¨¢rselo.
Se desperez¨® entonces la Real, no sin timidez, y oblig¨® a Keller a esmerarse para sacar los disparos consecutivos de Mutiu y Bonilla. Pero el Rayo, agigantado como estaba, durmi¨® el partido y se puso en manos de Luis Cembranos, autor de un pase imposible que dej¨® el camino expedito a Canabal, al que se le escap¨® el gol por cent¨ªmetros.
Antes de que llegara el descanso se produjo una acci¨®n significativa: Michel II encar¨® a Alberto, perseguido por dos rivales, y cay¨®. La grada tron¨® pidiendo penalti y el ¨¢rbitro dijo que nones. Ese hecho calent¨® el partido, que se volvi¨® loco. La Real no encontraba el norte, ni amenazaba con hacerlo, y todo qued¨® en manos de alguna muestra de clase, con Luis Cembranos y Bonilla como favoritos para interpretar ese papel, o de alguna arrancada racial, asunto donde Cota suele ser capit¨¢n general.
En una jugada poco trenzada de la Real lleg¨® el empate. Y tampoco estuvo esa acci¨®n exenta de pol¨¦mica, pues el remate de Idi¨¢kez lleg¨® con Alc¨¢zar doli¨¦ndose en el suelo. Pero fue una jugada tan r¨¢pida que no admite demasiadas cr¨ªticas. Sin embargo, los ¨¢nimos se dispararon y el partido entr¨® donde m¨¢s le interesaba al Rayo: en el jaleo.
Y le interesaba porque varios jugadores de la Real hab¨ªan sido ya amonestados, por lo que podr¨ªa ocurrir que alguno perdiera los nervios. Y no costaba demasiado imaginar que lo har¨ªa Guerrero, autor de un partido hist¨¦rico, que fue expulsado all¨¢ en el minuto 70, un gesto que su entrenador, con toda la iron¨ªa del mundo, le agradeci¨® posteriormente. Fue aqu¨¦l el mejor regalo que pod¨ªa recibir el Rayo, que ten¨ªa por delante 20 minutos para superar a un enemigo que, si con 11 jugadores cojeaba, con 10 se pod¨ªa desmoronar. Poco despu¨¦s de la expulsi¨®n, Luis Cembranos estrell¨® espectacularmente el bal¨®n contra la escuadra. Y Bolo tambi¨¦n consigui¨® tocar madera.
El empate no hac¨ªa justicia a la seriedad del Rayo en defensa, a su capacidad de sacrificio y a sus deseos de ganar. Echaron el resto los rayistas en los minutos finales y Alberto fue capaz de dejar en suspenso la derrota de su equipo al desviar un disparo del inefable Cembranos. Y cuando los relojes aseguraban que el minuto 90 ya pertenec¨ªa al pasado lleg¨® aquel c¨®rner, que bot¨® Poschi desde la derecha para poner el bal¨®n en el v¨¦rtice izquierdo del ¨¢rea. All¨ª estaba Michel I, un futbolista que a ratos resulta formidable, y que no dud¨® en golpear violentamente el bal¨®n, que se fue dentro, claro, como premio a un equipo que ha optado por el buen gusto para hacerse un hueco en el para¨ªso.
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