Educaci¨®n ?para todos?
Con las ineludibles vueltas al cole en cada una de nuestras ciudades (centros comerciales incluidos) recobran actualidad las aventuras y desventuras de administraciones, padres, profesores y alumnos sobre la educaci¨®n en Espa?a: la disminuci¨®n de matr¨ªculas, el precio de los libros y materiales escolares o el dificultoso proceso de reforma.Pero alcemos la vista algo m¨¢s all¨¢. Tambi¨¦n en fechas recientes se ha celebrado el d¨ªa mundial de la alfabetizaci¨®n, record¨¢ndonos que son casi 900 millones los adultos que no saben leer ni escribir en el mundo -dos tercios de los cuales son mujeres-, 125 millones los menores en edad escolar que no han visto nunca el interior de un colegio y unos 150 millones los ni?os y ni?as que, pese a comenzar sus estudios, los abandonan antes de aprender a leer o escribir.
En muchos de los pa¨ªses en desarrollo el descenso en las matr¨ªculas no obedece al envejecimiento de la poblaci¨®n, sino a las dificultades de todo tipo que afrontan las familias para enviar a sus hijos al colegio. Al precio de libros, uniformes y otros materiales deben a?adir el pago de tasas -la educaci¨®n gratuita no es a menudo m¨¢s que una lejana quimera-, la contribuci¨®n al mantenimiento de edificios ruinosos, el pago de sobresueldos a profesores que de otro modo no podr¨ªan sobrevivir, y un largo etc¨¦tera. As¨ª, para un campesino del norte de la India, el coste anual de proporcionar educaci¨®n elemental a un solo hijo puede representar entre 30 y 40 d¨ªas de salario. A esto debemos a?adir el hecho de que la escuela a menudo est¨¢ a horas de distancia a pie, lo cual disminuye a¨²n m¨¢s las posibilidades de escolarizaci¨®n de unos ni?os -y especialmente ni?as- cuya contribuci¨®n en el hogar es m¨¢s valorada que unas supuestas ventajas que no siempre ven muy claras.
Y sin embargo estas ventajas son innegables. La educaci¨®n constituye el arma m¨¢s potente de que disponemos para luchar contra la pobreza, lo que hace a¨²n m¨¢s escandalosa la crisis educativa. As¨ª, por ejemplo, diversos estudios internacionales demuestran que cada a?o de m¨¢s que una madre ha cursado en la escuela primaria reduce el riesgo de muerte prematura de su hijo en un 8%. Adem¨¢s, la educaci¨®n proporciona a las personas la oportunidad de escapar de la pobreza, facilit¨¢ndoles el acceso a puestos mejor remunerados y, algo realmente importante, les da voz. En Nepal, casi la mitad de las campesinas que hab¨ªan completado un curso de alfabetizaci¨®n b¨¢sica de nueve meses afirmaban que se sent¨ªan seguras para expresar sus opiniones a la comunidad, en comparaci¨®n con s¨®lo un 4% de las que no asistieron al curso.
Pero, a pesar de la trascendencia de la educaci¨®n en la lucha contra la pobreza nos encontramos ante una crisis que nunca ha llamado la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n ni ha empujado a la acci¨®n de las naciones m¨¢s poderosas. La pobreza, la impotencia y la mala salud que van de la mano del analfabetismo no son f¨¢ciles de captar con una c¨¢mara ni de presentar a la opini¨®n p¨²blica internacional, como lo son las tragedias de las comunidades v¨ªctimas de la sequ¨ªa, las inundaciones o los conflictos armados. El mundo industrializado apenas ve a estas v¨ªctimas, y sus voces no se oyen. Sin embargo, la historia de la humanidad es cada vez m¨¢s una historia de desigualdades entre los que pueden beneficiarse de las nuevas oportunidades como consecuencia de haber recibido una educaci¨®n de calidad y aquellos otros que, privados de este derecho, se van quedando cada vez m¨¢s marginados del sistema. En palabras del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, "en v¨ªsperas del siglo XXI, no deber¨ªa haber mayor prioridad ni misi¨®n m¨¢s importante que la educaci¨®n para todos". Ciertamente, las promesas y grandes declaraciones internacionales no han escaseado en los ¨²ltimos a?os. Hace medio siglo, la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos proclam¨® que la educaci¨®n libre y obligatoria constitu¨ªa un derecho b¨¢sico del ser humano. En 1990, la Conferencia Mundial sobre Educaci¨®n para Todos celebrada en Jomtien estableci¨® el a?o 2000 como fecha l¨ªmite para alcanzar el objetivo de la educaci¨®n b¨¢sica para todos. Cinco a?os despu¨¦s, la Cumbre Mundial de Desarrollo Social, celebrada en Copenhague, retras¨® al a?o 2015 la fecha para alcanzar este objetivo. Pero la dura realidad es que, de mantenerse las tendencias actuales, ni siquiera este objetivo reformulado ser¨¢ alcanzable. Si no se toman medidas inmediatas, al menos 75 millones de ni?os y ni?as seguir¨¢n sin escolarizar en el a?o 2015, de los cuales m¨¢s del 70% vivir¨¢n en ?frica subsahariana.
Mucho se ha discutido en torno a las causas de esta situaci¨®n, y muchos son los factores involucrados en la misma. La realidad es que, mientras Gran Breta?a gasta m¨¢s de medio mill¨®n de pesetas por alumno en la ense?anza primaria, un pa¨ªs como Zambia apenas alcanza las 4.000 pesetas. La realidad es que Zambia se ve obligada a destinar cinco veces m¨¢s recursos al servicio de la deuda externa que a la educaci¨®n b¨¢sica, con aproximadamente 560.000 ni?os fuera del colegio y m¨¢s de 200 de cada 1.000 ni?os nacidos que mueren antes de alcanzar la edad de cinco a?os. Pero no puede aludirse tan s¨®lo a la responsabilidad de la comunidad internacional. Resulta cuando menos alarmante que pa¨ªses como Pakist¨¢n, con 11 millones de ni?os sin escolarizar, inviertan seis veces m¨¢s en sus fuerzas armadas que en la educaci¨®n de sus ni?os. Resulta alarmante que muchos gobiernos prioricen a las clases altas frente a las m¨¢s bajas -destinando m¨¢s recursos a los niveles universitarios que a la b¨¢sica-, a unas razas frente a otras, a los ni?os frente a las ni?as.
A punto de comenzar el a?o 2000 no podemos permitir que cientos de millones de ni?os vean su futuro, su salud y su libertad amenazados por decisiones incorrectas de sus gobiernos o por pol¨ªticas inflexibles de los organismos internacionales. Proporcionar una educaci¨®n b¨¢sica de calidad para todos los ni?os y ni?as del mundo supondr¨ªa un coste adicional aproximado de 8.000 millones de d¨®lares al a?o. Esta cantidad, aparentemente elevada, representa tan s¨®lo el gasto militar mundial en cuatro d¨ªas, y es menos de la mitad de lo que gastamos los espa?oles en juegos de azar. Ciertamente, para solventar esta crisis har¨¢n falta algo m¨¢s que recursos. Ser¨¢ necesaria una voluntad pol¨ªtica decidida por parte de todos los gobiernos, una puesta en marcha de estrategias apropiadas, una modificaci¨®n de actitudes y actuaciones. El reto es enorme, pero alcanzable. El futuro de la humanidad del siglo XXI est¨¢ en juego.
Marta Arias Robles, Departamento de Estudios de Interm¨®n. Autora del libro Adultos a la fuerza y Educaci¨®n ahora: rompamos el c¨ªrculo de la pobreza, de pr¨®xima publicaci¨®n.
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