Las columnas de la UAB FRANCESC DE CARRERAS
Las cuatro columnas que desde hace unos d¨ªas son el p¨®rtico de entrada del campus de Bellaterra, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, obra del gran escultor Andreu Alfaro, constituyen una brillante culminaci¨®n simb¨®lica del camino recorrido por esta universidad. Las columnas, que a lo largo del d¨ªa por la incidencia de la luz del sol y durante la noche por una sutil iluminaci¨®n ofrecen im¨¢genes distintas y contrastadas, constituyen, como dijo Alfaro el d¨ªa de la inauguraci¨®n, un simple "anuncio". En efecto, en un mundo donde la iconograf¨ªa tiene cada d¨ªa m¨¢s importancia, la imagen de las columnas ser¨¢ de ahora en adelante el signo identificador de la UAB junto a la tradicional A may¨²scula que hasta ahora cumpl¨ªa estas funciones; adem¨¢s, por otro lado, dichas columnas son perfectamente visibles desde la autopista B-30 a su paso por el municipio de Cerdanyola, con lo cual el transe¨²nte podr¨¢ localizar perfectamente la situaci¨®n de la Aut¨®noma, perdida hasta hoy en medio del paisaje industrial y urbano del Vall¨¨s. La columnas de Alfaro son, por tanto, un anuncio en el mejor -pero tambi¨¦n m¨¢s escueto- sentido de la palabra: ayudan a dar a conocer la existencia y ubicaci¨®n de la UAB. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la situaci¨®n geogr¨¢fica, poca cosa se sabe de lo que es la Aut¨®noma, como poca cosa se sabe de las caracter¨ªsticas espec¨ªficas de cualquiera de nuestras universidades. En una sociedad partidaria de la competencia y de la b¨²squeda de la excelencia, resulta parad¨®jico que inquiete tan poco la calidad de los estudios universitarios. El ciudadano se preocupa de buscar una buena escuela para sus hijos y, cuando llega el momento, le es indiferente a qu¨¦ universidad va a ir y suele escoger la que tiene m¨¢s cerca de su casa. Se suele pensar que todas las universidades son iguales, posiblemente porque las empresas y las administraciones p¨²blicas se limitan a exigir un mero t¨ªtulo acad¨¦mico, sin distinguir si dicho t¨ªtulo ha sido concedido por una u otra universidad. As¨ª, la competencia entre universidades no existe y ah¨ª radica, posiblemente, una de las causas de sus principales defectos. Pues bien, todo ello viene a cuento porque la Aut¨®noma tiene, sin duda, especificidades propias, caracter¨ªsticas que la han definido desde sus comienzos, hace ya casi treinta a?os, y que la hacen distinta a las dem¨¢s. Estas especificidades encuentran su ra¨ªz en los motivos que dieron lugar a su origen: razones pol¨ªticas y de orden p¨²blico aparte -que tambi¨¦n las hubo-, la UAB naci¨® con una gran ilusi¨®n por hacer una buena universidad, lo cual determin¨® un esp¨ªritu propio que, si bien a veces ha flaqueado, afortunadamente nunca se ha perdido del todo. Y este esp¨ªritu tiene unas peculiares caracter¨ªsticas que, a mi modo de ver, pivotan sobre tres ejes principales: igualdad, austeridad y calidad. Frente a la Universidad de Barcelona de aquella ¨¦poca, dominada por una muy reducida ¨¦lite de catedr¨¢ticos, la Aut¨®noma quiso ser una universidad -valga la paradoja- de universitarios, es decir, de personas que dedicaban su vida profesional al servicio de la ense?anza y de la investigaci¨®n, bien como docentes o bien como discentes y como personal al servicio de la administraci¨®n universitaria. Una idea es central en la vida de la UAB: las funciones que desempe?an sus componentes son distintas, pero todos forman parte de una misma comunidad universitaria; idea que, por otro lado, ha dado lugar en ocasiones a ciertas perversiones corporativistas. Esta ideolog¨ªa igualitaria est¨¢ en la base, tambi¨¦n, de un notorio esp¨ªritu de austeridad en las formas que se hace visible no s¨®lo en los actos oficiales, desprovistos de la parafernalia ancien r¨¦gim tan propia de otras universidades, sino tambi¨¦n en la sencillez con la que se desenvuelve la vida acad¨¦mica diaria, en las relaciones profesor-alumno, en la actuaci¨®n de las autoridades acad¨¦micas. Por ¨²ltimo, en sus facultades, departamentos y centros de todo tipo, es todav¨ªa hoy una nota dominante la voluntad por alcanzar un nivel alto de calidad docente e investigadora -reconocido por todos los estudios comparados realizados entre universidades espa?olas- debido al propio esfuerzo y al margen de est¨ªmulos exteriores, voluntad que existe, muy principalmente, por la vocaci¨®n de sus miembros. S¨®lo con este esp¨ªritu se han podido superar las dificultades: el aislamiento geogr¨¢fico del campus, el cansancio que provocan la competitividad y la autoexigencia internas, los efectos derivados del descontrol en la planificaci¨®n universitaria catalana de los ¨²ltimos a?os. ?ltimamente a algunos nos causa preocupaci¨®n el nacionalismo de vuelo gallin¨¢ceo de ciertos miembros del actual equipo rectoral que ponen barreras a que la universidad se muestre, como su nombre parece indicar, universal. Las trabas impuestas a que el decano de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas, el catedr¨¢tico Joaquim Molins, ejerza su libre opci¨®n ling¨¹¨ªstica en el desempe?o de sus funciones -trabas derivadas, es cierto, de una determinada interpretaci¨®n de la legislaci¨®n vigente- son un simple bot¨®n de muestra de este nacionalismo de campanario, tambi¨¦n presente en otras universidades catalanas y que causa un indudable perjuicio al desempe?o de las funciones acad¨¦micas. En cualquier caso, las columnas de Alfaro constituyen desde la semana pasada un bello s¨ªmbolo de uno de los focos de mayor influencia social y cultural de Catalu?a.
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