Calamaro anticipa en Galapagar lo que ser¨¢ la gira de 'Honestidad brutal'
El romanticismo ha elevado a Andr¨¦s Calamaro a la categor¨ªa de genio. Pero no es el argentino lo que podr¨ªa considerarse un baladista latino rom¨¢ntico, eso es cosa de artistas como Luis Miguel o Chayanne, que viven momentos espl¨¦ndidos. Su romanticismo es m¨¢s vital, filos¨®fico si se quiere, sufriente, tal y como lo vivieron los protagonistas -literatos, pintores...- de esa corriente creadora que se bautiz¨® as¨ª. ?Hay algo m¨¢s rom¨¢ntico que sentirse despreciado por la mujer amada y cantar ese dolor a los cuatro vientos? Aparentemente, Calamaro iba a llevar el pasado martes a Galapagar toda la tristeza encerrada entre las 37 canciones de Honestidad brutal, su ¨²ltimo disco, dedicado a la mujer amada y perdida.Sin embargo, muchos de sus incondicionales que se desplazaron hasta Galapagar para verle desgranar sus ¨²ltimas canciones se encontraron con un Calamaro alegre, luminoso, inspirado y comunicativo. La terapia le ha servido: el disco parece una treta mucho m¨¢s eficaz que acudir a pedir perd¨®n a Lo que necesitas es amor. Su chica ha vuelto con ¨¦l y han vuelto las sonrisas.
Reconciliaci¨®n
Aun as¨ª, reducir tan magn¨ªfico concierto a un mero asunto de reconciliaci¨®n amorosa ser¨ªa quedarse en lo superfluo. Ciertamente, Calamaro es un genio. Hab¨ªa aire de estreno en el concierto -ante p¨²blico de pago- con el que Calamaro ensayaba la gira que comenz¨® anoche en Castell¨®n y contin¨²a hoy en Barcelona: despliegue de periodistas llegados desde Argentina, muchas c¨¢maras de televisi¨®n, fot¨®grafos... Y ¨¦l, ni un gesto de nerviosismo, ni una vacilaci¨®n.
De Honestidad brutal en vivo s¨®lo se hab¨ªa visto algo cuando Andr¨¦s telone¨® casi en solitario a su maestro Bob Dylan. En el humilde pero estupendo auditorio de La Pocilla, la noche del martes Calamaro present¨® a una formidable banda que parece jamaicana cuando aborda un reggae (Tren que pasa), de Nueva Orleans o Chicago cuando ataca un blues (No va m¨¢s o Nowbody knows you), de Seattle cuando hace ruido (Mujer mundial) o de una feria ambulante cuando hace pachanga (Maradona o Elvis est¨¢ vivo). Y todo con un aire como de andar por casa. Calamaro, chaqueta vaquera y zapatillas blancas esta vez, dirige con naturalidad todo el cotarro, y es gozoso ver c¨®mo muchas de sus canciones -a punto de convertirse en cl¨¢sicas- van desembocando al final en otras que ya lo son: Mujer mundial, I shut the sheriff; Te quiero, No woman no cray; Elvis est¨¢ vivo, Ruby thuesday; Me arde, Dead flowers... Bob Marley, Bob Dylan y Bo Didley inspiran la m¨²sica de Calamaro. Y los Rolling Stones. Al final parec¨ªa que era la misma banda de Mick Jagger la que se desped¨ªa de Galapagar al ritmo fren¨¦tico de Mueve tus caderas, un cl¨¢sico -tambi¨¦n- de los madrile?os Burning. Todo era s¨®lo un ensayo, apenas hora y media. Los conciertos de la gira durar¨¢n una hora m¨¢s.
Babelia
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