Fasc¨ªculo 2: La rotaci¨®n
Hola, amiguitos.En el primer fasc¨ªculo lo explicamos bastante claro: ganar la Liga de Campeones es muy f¨¢cil. Vas jugando partidos, los ganas -ese detalle, que a veces pasamos por alto, resulta importante a la larga- y al terminar uno de ellos, all¨¢ por primavera, te ponen una copa en las manos. Visto y no visto. Eres campe¨®n de Europa casi sin darte cuenta.
Todo eso es sencillo y ya est¨¢ contado. A nosotros, como sab¨¦is, nos interesa el intr¨ªngulis, la m¨ªstica de la actividad balomp¨¦dica. Y si el otro d¨ªa abord¨¢bamos un concepto vangaaliano tan esencial y escurridizo como el del guitmo -conjugaci¨®n: "Yo tengo guitmo, t¨² no tienes guitmo, Luis Enrique no tiene guitmo"-, hoy nos enfrentamos a uno que tiene tambi¨¦n su cosa. Nos referimos a la rotaci¨®n.
?Qu¨¦ es la rotaci¨®n? ?Es una enfermedad contagiosa? ?Se puede rotar durante el embarazo?
Vayamos por partes, amiguitos, que esto es importante. La rotaci¨®n viene a ser un h¨¢bito, un poco extravagante, irritante si se convierte en tic nervioso, pero inocuo, e incluso entretenido, cuando se practica en la intimidad. Es, como si dij¨¦ramos, parecido a cuando Josemari Aznar habla catal¨¢n en casa. Se sabe que lo hace en privado y no pasa nada, nadie se queja, all¨¢ ¨¦l con su vida. Pero a Aznar no se le ocurre decir "au, no fotem!" en los consejos de ministros.
?No queda claro? Pues lo explicamos de otra forma. Veamos. La rotaci¨®n est¨¢ muy bien en los entrenamientos. Los futbolistas montan una pachanguita y venga, a rotar como locos y a disfrutar a tutipl¨¦n. L¨ªtmanen, Simao, la familia De Boer al completo, Zenden, todos titulares rotativos. Y no pasa nada.
En p¨²blico, tiene menos gracia. Porque la gente es como es, y se molesta a la m¨ªnima.
Claro que la gente no es tonta, y se ha quedado con ese detalle al que antes nos refer¨ªamos: conviene ganar los partidos. Y no va errado el personal, porque se empieza por las insignificancias, por la peque?a dejadez de no interesarse por el bal¨®n, por el breve escaqueo en horas de trabajo para charlar con los amigos, por la frusler¨ªa de re¨ªrle un ca?o a Julio Salinas, y acaba uno -ha ocurrido, amiguitos, ha ocurrido: os ahorro los ejemplos escabrosos- por quedarse en casa el d¨ªa de la gran final, ese en que reparten las copas, viendo el partido por la tele.
Es cosa de saber estar. Y si a Luis Enrique, en privado, vas y le dices "venga, colega, que te rotaciono", pues seguro que se lo toma a bien. ?l, y todo el mundo.
Pero en p¨²blico no se hace. Y en Liga de Campeones, menos, porque hay extranjeros, y son muy mirados, y luego acaba coment¨¢ndose por ah¨ª. Trat¨¢ndose de partido europeo, es muy inapropiado andar rotando al susodicho Luis Enrique, o a Figo, o a Rivaldo, por eso en lo que insistimos tanto: puestos en la disyuntiva de ganar un partido o perderlo, mejor ganarlo. Como ayer.
Recordad, amiguitos: se puede rotar, pero s¨®lo en familia.
Hasta la pr¨®xima jornada.
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