Sustrato
MIQUEL ALBEROLA En la pulverizaci¨®n de la federaci¨®n socialista valenciana, sin desmerecer a ninguno de cuantos en su esfuerzo coral -que son lo mejor de cada familia- han conducido el partido a este desenlace bonzo, no es ajeno el sustrato de la gesti¨®n de quien m¨¢s tiempo ha ocupado la secretar¨ªa general del PSPV-PSOE y, a la vez, ha sido su presidente m¨¢s fugaz. El matonismo org¨¢nico que impuls¨® desde este cargo, a trav¨¦s del director general de Trabajo, Eduardo Montesinos, quien aplastaba y restregaba con el tac¨®n todo cuanto palpitaba al margen de su liderazgo, as¨ª como la red clientelar tejida en los organigramas de la Administraci¨®n con este fin, termin¨® por configurar un sistema agresivo que destil¨® en las v¨ªctimas odios y resentimientos de mucha calidad, al tiempo que abr¨ªa heridas muy complejas y dif¨ªciles de resta?ar. Bajo este m¨¦todo basado en la negaci¨®n del contrario y su posterior amortizaci¨®n, que tiene su punto ¨¢lgido en la suspensi¨®n de militancia de toda la comarca de La Ribera para reafiliar s¨®lo a los adictos y rechazar a los que no eran de su cuerda (?d¨®nde estuvo ese d¨ªa la conciencia democr¨¢tica de muchos de los que ahora patalean por las medidas adoptadas en Madrid?), aprendieron el ejercicio de la pol¨ªtica algunos de esos j¨®venes tan viejos que hoy reclaman el relevo generacional con todos los vicios y prejuicios de sus maestros. La ausencia de debate y de un foro donde la pluralidad de personalidades fuese un s¨ªntoma de riqueza para la organizaci¨®n dilapid¨® un patrimonio pol¨ªtico en el que brillaron con luz propia, por su estilo y su gesti¨®n, Ricard P¨¦rez Casado, Antoni Asunci¨®n, Rafael Blasco o Cipri¨¤ Ciscar. Sobre todos ellos cay¨®, de un modo u otro, la contundencia de la heterodoxia lermista, cuya disciplina ha impregnado al partido y lo ha llevado a esa bochornosa cat¨¢strofe del s¨¢bado pasado. Despu¨¦s de todo, el mismo Joan Lerma ha quedado hundido en ese barrizal org¨¢nico que aliment¨® cuando sus designios fueron inescrutables, hasta ahogar en ¨¦l su gesti¨®n p¨²blica, que no es que fuese para tirar cohetes, pero fue m¨¢s honesta.
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