V¨ªctima del desamor
Doce a?os no es nada. Pero en el caso del Parque Natural de El Montg¨® se traducen en cientos de hect¨¢reas de terreno quemado y una creciente presi¨®n urban¨ªstica que amenaza con acabar por ahogar el monte. Desde marzo de 1987, los l¨ªmites de la zona protegida se han modificado en dos ocasiones y ha habido otros dos proyectos que han quedado en borradores. Los motivos: la exclusi¨®n de terrenos de propiedad privada y construcciones consolidadas y el inter¨¦s por salvar de su per¨ªmetro parcelas con las que se ha obtenido un alto rendimiento econ¨®mico. El escaso inter¨¦s de las sucesivas administraciones por dotar al parque de una protecci¨®n real que no se limite a la que reflejan los papeles ha sido manifiesta. Hasta la fecha no se ha dado nunca con el autor de ninguno de los fuegos, no se ha invertido ni una peseta en la expropiaci¨®n de los terrenos conflictivos y las actuaciones que se han realizado han sido puntuales, inconexas y sin una planificaci¨®n ordenada. Por no tener, el Parque Natural de El Montg¨® carece, despu¨¦s de doce a?os, de un Plan de Uso y Gesti¨®n y sigue siendo un gran desconocido para muchos de los habitantes de D¨¦nia y X¨¤bia, los dos municipios tur¨ªsticos entre los que se alza y que hubiesen podido hacer del parque natural la bandera del tan manido turismo sostenible que pregonan. La riqueza de su fauna y vegetaci¨®n y su biodiversidad -unas 700 especies vegetales distintas, entre ellas 20 endemismos, y 110 especies de aves catalogadas- fueron suficientes para que en 1987 El Montg¨®, un monte de 750 metros de altura situado pr¨¢cticamente a orillas del mar, se convirtiese en el tercer parque natural de la Comunidad Valenciana. Desidia, malos entendidos y oscuros intereses han dado pie a la especulaci¨®n y han hecho del emblem¨¢tico monte de La Marina un elemento, en ocasiones, odiado. Apropiaci¨®n de terrenos Los primeros conflictos llegaron por la titularidad de los terrenos. La venta y edificaci¨®n de antiguos lotes de colonia -parcelas que fueron cedidas a los llamados colonos agr¨ªcolas en 1921 con la condici¨®n de que cuando finalizase la explotaci¨®n revertir¨ªan de nuevo al Estado- sigue siendo todav¨ªa hoy un hecho. En el a?o 1998, se volvi¨® a detectar un movimiento continuado de escrituraciones y ventas de estas parcelas, cuyos usos agr¨ªcolas se abandonaron hace ya muchas d¨¦cadas y que ahora deber¨ªan ser de titularidad estatal. Las denuncias sobre apropiaciones de terrenos se han sucedido a lo largo de los a?os -es el caso de la pol¨¦mica urbanizaci¨®n Marquesa VI, hoy ya consolidada en un 40%- e incluso el Ayuntamiento de D¨¦nia ha remitido a la Consejer¨ªa de Hacienda informes que evidencian la usurpaci¨®n de terrenos de propiedad p¨²blica. Denuncias e informes han ca¨ªdo en saco roto y mientras tanto los chal¨¦s avanzan inexorablemente. A los intereses de las grandes constructoras habr¨ªa que sumar los de los peque?os propietarios que temen perder sus parcelas por no saber todav¨ªa hoy, doce a?os despu¨¦s, a qu¨¦ est¨¢n sujetas por encontrarse dentro del parque natural. A ellos no se les ha ofrecido nunca la posibilidad de venderlas ni se les han explicado las ventajas que puede tener vivir en una zona protegida. Si con mal pie entr¨® el parque, lo hizo tambi¨¦n en parte por chocar con los cientos de aficionados al automovilismo que vieron c¨®mo fue suspendida la principal carrera que se celebra en la Marina Alta -la Pujada a Les Planes- y tuvieron que buscar para ella un nuevo circuito. Han tenido que pasar 15 a?os y 175 incendios para que el Parque Natural de El Montg¨® tenga una vigilancia continuada. Hasta el fuego que el pasado agosto arras¨® casi 500 hect¨¢reas de monte, s¨®lo voluntarios de D¨¦nia y X¨¤bia y los objetores que destinaban los ayuntamientos se encargaban de esta tarea. Si poco inter¨¦s ha habido en la vigilancia, no m¨¢s se ha puesto en los trabajos de conservaci¨®n, educaci¨®n ambiental o difusi¨®n de la riqueza, historia y patrimonio de El Montg¨® entre los vecinos de la comarca y sus visitantes. La se?alizaci¨®n es precaria; las campa?as en las escuelas, escasas; la informaci¨®n que se ofrece y los estudios y trabajos de investigaci¨®n, pocos; y el desamor, mucho, a veces fruto de enfrentamientos hostiles y actitudes poco tolerantes como las que han llevado a culpar a los ecologistas de todos los males de El Montg¨®. Mientras tanto, el parque natural, con una gran capacidad de regeneraci¨®n, hace frente por s¨ª solo a las continuas agresiones sin que nadie haya sido capaz de dar todav¨ªa con lo que parece una campa?a perfectamente orquestada para acabar con ¨¦l y que tiene su m¨¢s clara expresi¨®n en los continuos incendios, muchos de ellos provocados, que se han registrado en el emblem¨¢tico monte a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
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