El general Pinochet se apunta al deshonor
El general Augusto Pinochet se ha apuntado al deshonor. Lo dije hace unos d¨ªas en un comentario telegr¨¢fico para el programa Hoy por hoy de la Cadena SER y ahora es momento de argumentarlo. Toda esa historia del estado de salud de Pinochet resulta penosa. ?De cu¨¢ndo ac¨¢ un general que se respete a s¨ª mismo puede permitirse salir por la puerta de la conmiseraci¨®n social y alegar en su favor las razones humanitarias de las que estuvo desprovisto su mando para ser devuelto a casa?Todo el fingimiento m¨¦dico de las notas diplom¨¢ticas est¨¢ siendo arg¨¹ido con el intento de sorprender la buena fe del Gobierno de Su Graciosa Majestad. Viene a confirmarse as¨ª de nuevo que el general Pinochet es incapaz de dar la cara y de asumir sus grav¨ªsimas e intransferibles responsabilidades, mientras los que fueron subordinados a sus ¨®rdenes se enfrentan a las reclamaciones judiciales en Chile. Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, tanta bravuconer¨ªa y tanto abuso practicado contra sus compatriotas inermes termina ahora con la solicitud de compasi¨®n y la alegaci¨®n de enfermedades imaginarias, conforme a la picaresca propia de un recluta desmotivado que intenta ser rebajado de servicio y ahorrarse la instrucci¨®n. Pinochet se revela como un fantoche sin agallas que, ajeno al c¨®digo del honor de la profesi¨®n militar, se abraza a la indignidad.
Llegados a este punto, recuerdo la entrevista que mantuve con el general Pinochet cuando figuraba como Presidente de Chile en el Palacio de la Moneda, el martes 17 de noviembre de 1987 desde las 12.15 a las 12.55. Su texto puede consultarse en el diario La ?poca de Santiago del d¨ªa 20 y en el semanario Tiempo del 7 de diciembre. Me recib¨ªa como director de la agencia Efe y nada m¨¢s saludarme dijo que hab¨ªa querido cerrarla dos veces. Enseguida intent¨¦ que la conversaci¨®n tomara una deriva castrense. Hasta que al final, despu¨¦s de hablar de c¨®mo la formaci¨®n en las academias militares est¨¢ basada en unos principios estrictos, en el cultivo de unas virtudes caracter¨ªsticas, en el honor, en el valor, le pregunt¨¦ si no ser¨ªa el acto m¨¢s valeroso para ¨¦l descabalgarse del ejercicio del poder. El general dio una respuesta lac¨®nica y lateral, negando que el suyo fuera un r¨¦gimen personal, y cuando le ofrec¨ª que se reservara la atractiva opci¨®n de ser el espectador de su propia sucesi¨®n me interrumpi¨® diciendo: "Usted quiere que yo sea espectador de mi propio funeral". Pinochet reiter¨®: "Un hombre como yo, habiendo salvado su vida porque Dios es grande, ser¨ªa m¨¢s l¨®gico si se mandara mudar pronto para que no lo maten". Pero mis argumentos no prosperaron y el general se mostr¨® dispuesto a continuar y a celebrar el plebiscito en el que poco despu¨¦s fue presentado por unanimidad como candidato de los comandantes en jefe, ocasi¨®n en la que fue rechazado por los votantes, lo que dio lugar a las elecciones posteriores a la Presidencia de la Rep¨²blica en las que fue elegido Patricio Aylwin. En la conversaci¨®n anterior salieron algunas referencias a Franco. Con ocasi¨®n de la ¨²ltima de ellas Pinochet me dijo que no le comparase con Franco, que ¨¦l hab¨ªa devuelto la democracia a los chilenos. Acci¨®n que estaba muy por ver, que contradec¨ªa todos sus prop¨®sitos marcados por el aborrecimiento a tal clase de r¨¦gimen, pero de la que parec¨ªa sentirse muy orgulloso.
Sin embargo, las analog¨ªas con Franco existen. A la muerte del nuestro, aqu¨ª quedaba el Ej¨¦rcito de Franco, al que el dictador hab¨ªa puesto la imposible carga de bloquear la salida del sistema haci¨¦ndole garante de la perennidad del r¨¦gimen. Recordemos c¨®mo a sus adictos que se preguntaban ansiosos despu¨¦s de Franco ?qu¨¦?, les dijo aquello de "todo quedar¨¢ atado y bien atado bajo la guardia fiel de nuestro Ej¨¦rcito". Pero esa pretensi¨®n se verific¨® inviable con el paso de algunos a?os. El Ej¨¦rcito dej¨® de ser de Franco, dej¨® de formar parte de la amenaza, se convirti¨® en el Ej¨¦rcito de Espa?a, sell¨® su lealtad con los espa?oles y pas¨® a formar parte de la defensa nacional. Tenemos que comprender que en Chile todav¨ªa el Ej¨¦rcito es el Ej¨¦rcito de Pinochet y que proyecta su influencia directa sobre los enclaves autoritarios de la Constituci¨®n otorgada. Se impone, por tanto, una transferencia de lealtades militares a la que ayudar¨¢ el tiempo si se administra bien sin hacer dejaci¨®n de autoridad.
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