Paradojas
VICENT FRANCH
Parapetado ante la fecha ritual del recurrente 9 d"Octubre con la misma perplejidad, si no mayor, que en otras ediciones, y convicto de que debo no dejar pasar ning¨²n d¨ªa de Sant Don¨ªs sin la correspondiente r¨²brica, temo caer en las mismas panoplias que cada a?o y repetirme en los lamentos ad hoc de mi querida parroquia nacionalista.
De nada valdr¨¢ que entone la eleg¨ªa f¨²nebre de lo que pudo ser y no fue, o que me pregunte, como aquellos padres frustrados ante la deriva del hijo clamando compungidos, qu¨¦ hab¨ªan hecho mal, o que celebre de nuevo la "normalidad del vac¨ªo" s¨®lo porque con nuestros sue?os otros han construido sus curricula. Me resisto, una vez m¨¢s, a lamentar en estas v¨ªsperas de la mocador¨¤ que esta autonom¨ªa nuestra sea "la bella sin alma", como la llam¨¦ en otra ocasi¨®n; o, en fin, siento ya un poco de verg¨¹enza de utilizar la efem¨¦rides como la cita obligada para destilar el mal humor nacional de quienes vemos pasar el carro auton¨®mico que exigimos hace tantos a?os, vac¨ªo de nosotros, pulcramente formal y perfectamente intercambiable con cualquier otra Comunidad sin alma previa. Renuncio a reeditar la tediosa referencia a la polisemia de los discursos que se dan cita en palacios y plazas. Y por eso, sabedor que para el 9 d"Octubre no va a quedar casi nadie con ganas u oportunidad de leer sobre la celebraci¨®n y sus significados, porque estar¨¢n justamente embarcados en el primer d¨ªa de un puente singular, el que lleva de Valencia a Espa?a, del 9 al 12, de Sant Don¨ªs a la Virgen del Pilar, escribo con anticipaci¨®n para que la mala conciencia que me invade les alcance ahora que la semana se desliza suavemente hacia la vor¨¢gine de la deserci¨®n.
Y, puesto que resulta inevitable dejar constancia que como nacionalista de la morta nacionalitat (Tom¨¤s i Mart¨ª, 1922) he de resistir con ella que los tiempos que corren me dejen echado en el camino m¨¢s como un estorbo que como un buen samaritano (que es lo que hemos sido los pioneros de esto del autogobierno), estas l¨ªneas que van llegando a su fin s¨®lo tienen el valor testimonial de la perplejidad que sentimos tantos miles y miles de valencianos y valencianas que nunca sospechamos, porque est¨¢bamos obnubilados por nuestra propia generosidad, que las rentas de todas aquellas biograf¨ªas de patriotas iban a cobrarlas gentes cuyas preocupaciones fundamentales de entonces o de ahora estaban lejos de lo esencial aunque prestas a colocarse en los beneficios del asunto a la menor oportunidad.
Y no estoy sugiriendo para nada que quienes gobiernan o han gobernado nuestro peque?o pa¨ªs no lo est¨¦n haciendo leg¨ªtimamente (el pueblo as¨ª lo ha querido, y esa es una raz¨®n incontestable) sino s¨®lo haci¨¦ndome eco de la paradoja que se ha producido en nuestra historia reciente: nadie o casi nadie de quienes alumbraron las tesis de nuestro derecho al autogobierno como pueblo singular ha tenido la menor oportunidad de gobernar, de influir en el gobierno o de ver su programa asumido lealmente por los competidores.
Despojados del patrimonio pol¨ªtico, la correcta administraci¨®n que otros hacen de nuestro sue?o avala un nuevo, otro 9 d"Octubre donde preguntarnos, como aquellos padres incautos, ?qu¨¦ es lo que hemos hecho mal?
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