Arqueolog¨ªa de una antigua discriminaci¨®n social
El programa de La 2 L¨ªnea 900 presenta este domingo (a las 21.00) "El estigma chueta", uno de sus habituales trabajos de aproximaci¨®n period¨ªstica a puntos y temas calientes o de inter¨¦s especial, pero que no suelen dominar las portadas de los diarios. El caso abordado no se ajusta a la pauta porque est¨¢ centrado en una compleja an¨¦cdota sociol¨®gica en la Mallorca de hoy, que supone un endemismo de lejanas ra¨ªces racistas y tr¨¢gicas, que est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n y que, en todo caso, no desencadena conflictos actuales.La cuesti¨®n de la discriminaci¨®n chueta, vinculada a la hist¨®rica poblaci¨®n jud¨ªa premedieval, es at¨¢vica, estrictamente singular de la isla y de compleja comprensi¨®n para un espectador no iniciado -o para un mallorqu¨ªn joven-, m¨¢s all¨¢ del costumbrismo precontempor¨¢neo y las remembranzas hist¨®ricas. Para iniciarse se debe hacer un viaje al pasado o profundizar en las vivencias familiares. La emisi¨®n se ci?e al esquema del descubrimiento y camina de la mano de 11 testimonios personales, de los que s¨®lo tres son externos al proclamado orgullo de la diferencia, a la reivindicaci¨®n de la raza, a la que denominan "nuestra gente".
Inquisici¨®n
Los chuetas son identificados con las familias descendientes de los jud¨ªos conversos que permanecieron en Mallorca tras la expulsi¨®n real medieval y que padecieron la persecuci¨®n irracional de la Iglesia y de la Corona. Acosados, establecieron guetos (calls, juder¨ªas), se casaron entre ellos durante seis siglos y mantuvieron, aislados en la isla, cierto poder econ¨®mico vinculado al comercio y a la usura. Nunca los chuetas fueron payeses. En el siglo XVII, la Inquisici¨®n a¨²n quem¨® en la hoguera en Mallorca a varios chuetas.
El can¨®nigo Pere Llabr¨¦s asume culpas institucionales por "la herida abierta", pero de ella ya no hay "rescoldos vivos del fuego inquisitorial" ni son comunes "los insultos, ofensas y desprecios" por "ser descendientes de los que mataron a Jes¨²s". Y Llu¨ªs Maria Pomar, un chueta expl¨ªcito y culto, detalla la sutil palanca verbal desde la que era discriminado en su entorno: "No lo pareces (chueta)".
El cronista y joyero rural Miquel Segura, con su familia, milita en la reivindicaci¨®n racial, y en otro ¨¢mbito tambi¨¦n radical aparece un ex chueta mallorqu¨ªn, Ram¨®n Aguil¨®, judaizante, con 40 a?os, se fue a abrazar sus remotos or¨ªgenes en Israel, donde ahora es rabino, se llama Nissan ben Abraham, tiene 10 hijos y vigila de noche con una ametralladora un asentamiento jud¨ªo en territorio ¨¢rabe. Dice que se fue de Mallorca para huir de la discriminaci¨®n.
Las leyes y la modernidad ten¨ªan que borrar el rastro de aquellos "odios y vesan¨ªas" -en ¨¦poca reciente ajena a la tem¨¢tica religiosa-, pero hasta hace 30 a?os era patente en la isla la pervivencia de las reticencias sociales, de matriz elitista, un fanatismo dormido. En algunos colegios de monjas de Palma no se admit¨ªan hijas de aquellos clanes y familias, que quedaron socialmente estigmatizados por portar alguno de los 15 apellidos que la Iglesia se?al¨® como judaizantes. Quince entre 300 apellidos posibles de origen jud¨ªo. Han existido secuelas privadas del racismo: muchas familias mallorquinas mantuvieron hasta hace poco recelos ante las bodas de sus hijos con chuetas.
El estigma chueta es un rescate, una mirada a una p¨¢gina de la historia poco amable, que la realidad aniquila.
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