Esc¨¢ndalo cient¨ªfico por la difusi¨®n de un estudio brit¨¢nico de transg¨¦nicos
"The Lancet" edita un trabajo al que se oponen sus propios asesores
The Lancet, la revista m¨¦dica m¨¢s prestigiosa del mundo, ha roto sus estrictas normas de publicaci¨®n en aras de la transparencia cient¨ªfica. Su edici¨®n de ma?ana incluye la rese?a del ya famoso experimento sobre los posibles efectos nocivos de las patatas transg¨¦nicas, que desencaden¨® el rechazo ciudadano a los transg¨¦nicos en 1998 y que ha sido descalificado por los asesores de la revista.
El trabajo de los investigadores Arpad Pusztai y Stanley Ewen, esgrimido en 1998 por los ecologistas como la prueba de que los alimentos modificados no son inocuos, gener¨® una ola de cr¨ªticas ciudadanas al comportamiento del Gobierno brit¨¢nico, firme defensor de la biotecnolog¨ªa aplicada a la agricultura.Al publicar el estudio, The Lancet pretende demostrar, por un lado, que los temores del consumidor hacia unos alimentos cuyos verdaderos efectos ignora son leg¨ªtimos. Restaurar el di¨¢logo entre la comunidad cient¨ªfica, a veces demasiado herm¨¦tica, y un ciudadano medio en busca de respuestas claras a sus dudas, ser¨ªa el otro objetivo perseguido por la revista.
"Los posibles riesgos de un nuevo producto no pueden condensarse en una serie de explicaciones abstractas. Lo importante es averiguar y comprender los miedos de la gente en el terreno de los alimentos transg¨¦nicos. Es posible que las conclusiones de Pusztai sean preliminares y no deban generalizarse, pero ah¨ª est¨¢n por fin, al alcance de todos, para su discusi¨®n", se?alaba ayer Richard Horton, director de la publicaci¨®n, al anunciar la aparici¨®n del estudio. Sus portavoces a?aden asimismo que la mayor¨ªa de los asesores, incluso los que critican la validez cient¨ªfica del experimento, prefieren verlo impreso "a que se hable de una conspiraci¨®n de silencio".
Aunque suelen permanecer en el anonimato, varios de los consultores de The Lancet, denominados ¨¢rbitros, han dejado muy claro que se revolver¨¢n contra ella si la edici¨®n de ma?ana no aclara su rechazo al estudio de Pusztai . "Es bien triste ver c¨®mo una revista de este prestigio ignora a sus propios especialistas", ha dicho uno de ellos, John Pickett, experto en la qu¨ªmica de las plantas y responsable del Instituto para las Semillas Cultivables, una instituci¨®n dependiente del Gobierno. El resto de sus colegas contrarios a la publicaci¨®n consideran a su vez que "no puede generalizarse diciendo que las patatas transg¨¦nicas son da?inas para los animales".
Los investigadores procedieron a alimentar a ratones con una raza de patatas transg¨¦nicas que conten¨ªa una prote¨ªna destinada a aumentar la resistencia de la solan¨¢cea a las plagas de insectos y gusanos. An¨¢lisis posteriores mostraron una inflamaci¨®n de las paredes del est¨®mago y parte del intestino, ausente en el organismo de los roedores que no tomaron el producto tratado. "Tal vez sea posible que los cambios observados en la mucosa gastrointestinal puedan extenderse a otras semillas, igualmente transg¨¦nicas, que incluyan la misma prote¨ªna", concluyeron en 1998 los dos investigadores.
Mientras John Gatehouse, el bi¨®logo que modific¨® gen¨¦ticamente las patatas ingeridas por los ratones descalifica las conclusiones de la investigaci¨®n y aprueba su edici¨®n, Pusztai considera que verlo publicado representa un triunfo personal.
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