Maragall
MIGUEL ?NGEL VILLENA
Tiene un aire de sabio despistado, de cient¨ªfico en las nubes, de intelectual desali?ado. Pero las apariencias enga?an porque entre las cualidades que m¨¢s impresionan de Pasqual Maragall se encuentra su disposici¨®n a escuchar. De hecho, el antiguo alcalde de Barcelona ha recorrido Catalu?a durante meses para dialogar con todo tipo de personas y colectivos. Dicho con otras palabras, el candidato socialista a la Presidencia de la Generalitat es una aut¨¦ntica esponja. Desde sus tiempos de alcalde, este pol¨ªtico con sonrisa de conejillo listo ha sabido rodearse de equipos de colaboradores, tanto cargos p¨²blicos como t¨¦cnicos, que responden a un retrato-robot que demuestra la capacidad de Pasqual Maragall para dirigir orquestas. Nunca ha pretendido Maragall tocar el piano o soplar el viento mejor que los propios instrumentistas, sino que muy al contrario ha intentado extraer de cada m¨²sico lo mejor de s¨ª mismo. Buena prueba del ¨¦xito de esta f¨®rmula fueron los Juegos Ol¨ªmpicos organizados por la capital catalana en 1992.
Sin embargo, esta actitud independiente le ha granjeado a Maragall broncas monumentales con un partido socialista anclado en las ortodoxias y que se resiste a cualquier tipo de innovaci¨®n. Por todo ello, los m¨¦todos a la americana de su campa?a o sus confesiones de que se considera "socialista a fuer de liberal", como sosten¨ªa Indalecio Prieto en los a?os treinta, han provocado m¨¢s de un desmayo en las filas de la izquierda. Pero el candidato socialista siempre ha seguido su propio camino y, gane o pierda el pr¨®ximo domingo, su estrategia de agrupar en sus listas a una izquierda plural, diversa y renovadora -incluida la plataforma de Ciutadans pel Canvi- ha sido un revulsivo para todos los progresistas. Gane o pierda, Maragall ha marcado un estilo, una forma de hacer pol¨ªtica, que deber¨ªan imitar el resto de socialistas para no verse condenados a las catacumbas durante bastantes a?os. Sin ir m¨¢s lejos, los responsables de un esperp¨¦ntico PSPV-PSOE podr¨ªan pedir hora a Maragall para que les diera un cursillo.
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