Abstenci¨®n
Uno mira e intenta ver lo que ocurre alrededor, y si se baja de la tribuna, posici¨®n en la que nos hallamos en buena medida quienes nos dirigimos m¨¢s o menos a la opini¨®n p¨²blica, ve a ¨¦ste, al p¨²blico, de espaldas al orador. No le importa, no le interesa lo que dice porque sabe o intuye que no va con ¨¦l.Ha sido el caso de este fin de semana. Todos los inquilinos de la tribuna p¨²blica se hab¨ªan desplazado o miraban a Catalu?a. Todo ese engranaje (lo digo porque algo de eso hay, a pesar de las individualidades), atra¨ªdo por la gran fanfarria del acontecimiento pol¨ªtico, se hab¨ªa dispuesto para el gran d¨ªa, la gran fiesta del 17 de octubre. ?Ser¨¢ Pujol o ser¨¢ Maragall? Grandes gestos de marketing de uno y otro presagiaban fastos en el escenario. No es que los catalanes se jugaran como nunca antes su inmediato futuro pol¨ªtico; de su voto depend¨ªa, adem¨¢s -y esto a?ad¨ªa grandiosidad a la cosa-, el resultado de los pr¨®ximos a?os para el resto de los espa?oles. Y bien, se ha producido las elecciones y m¨¢s del cuarenta por ciento de los catalanes se ha abstenido; miraban para otro lado mientras en la tribuna se organizaba la ceremonia. ?Por qu¨¦, si tan trascendentes eran?
?Alguien entre pol¨ªticos, analistas, etc¨¦tera, se ha ocupado al d¨ªa siguiente de ello? Nadie. Subidos en la tribuna, aferrados al atril, han seguido haciendo sutiles comentarios y engordando el globo especulativo sobre lo que ha ocurrido o pasar¨¢; sobre aritm¨¦ticas y r¨¦cord de longevidad ("F¨ªjense en Indur¨¢in, a quien yo aprecio y respeto, faltar¨ªa m¨¢s, o en Anquetil, incluso en Merckx: s¨®lo ganaron cinco Tours; yo, miren ustedes, he ganado seis, seis elecciones; ?no est¨¢ mal, no?"). Subidos en el escenario, todos, unos escuch¨¢ndose a otros, apenas se percatan de que el p¨²blico no acudi¨® a su fiesta; y que, quienes lo hicieron, se vuelven cansados algunos, otros esc¨¦pticos y en general esperando poder ver un espect¨¢culo de verdad, como aquel memorable Bar?a-Madrid del mi¨¦rcoles, en el que poder poner realmente esa pasi¨®n que llevan dentro.
Alguno ha dicho, s¨ª, que la abstenci¨®n ha sido alta, y los m¨¢s se han inclinado a indagar sobre esa bolsa de emigrantes en Catalu?a, quienes, al parecer, votan en las generales, pero creen no estar concernidos por las catalanas. Tal vez sea cierto. Pero uno no cree que la polic¨ªa sea tonta, y a¨²n menos la ciudadan¨ªa. Tambi¨¦n es verdad que la pol¨ªtica tiene a¨²n su p¨²blico. Pero, ?y quien es ¨¦se que mira para otro lado?, ?es acaso lo natural en las democracias avanzadas?, ?acaso EE UU no tiene unos ¨ªndices de abstenci¨®n a¨²n m¨¢s altos?
Mejor dejar ahora de lado a EE UU, en donde al parecer se gesta un inquietante proceso de desintegraci¨®n entre comunidades culturalmente contrapuestas o de dif¨ªcil asimilaci¨®n social, con una pol¨ªtica extremadamente adelgazada e incluso escenario de nuevos enfrentamientos entre culturas con final imprevisto (aunque los m¨¢s optimistas esperan que la tolerancia salga reforzada de ello). Europa padece una ola de abstenci¨®n, como se?ala Dahrendorf, y sin compartir su argumento, no es menos cierto que son los grupos que apuestan por una renovaci¨®n social los que progresivamente se alejan de las urnas. Hay un partido del descontento, nuevos anarquistas (no HB, por supuesto), que vota por la abstenci¨®n (digo bien), porque la pol¨ªtica les resulta un c¨²mulo de ruindades y fuente de innumerables corruptelas. En ning¨²n caso como una herramienta ¨²til para la mejor gesti¨®n de pol¨ªticas contra la desigualdad o la pobreza, la discriminaci¨®n sexual o la recuperaci¨®n del espacio natural. Siente por lo dem¨¢s que la partitocracia y el viejo parlamentarismo est¨¢n obsoletos frente a los nuevos medios y formas de relaci¨®n interpersonal. En la pol¨ªtica van quedando (es, claro, una exageraci¨®n) agraviados de orden variado, que no enumerar¨¦, y que votan pasionalmente a la contra: contra el extra?o, el fumador, el desorden o simplemente, contra el otro.
Son los efectos de la globalizaci¨®n, pero de tanto citarla, vamos a acabar por ignorarla como parte de un paisaje cada vez m¨¢s negro, sin plantearnos seriamente cambios estructurales de gobierno. Y, desconozco por qu¨¦, ¨¦se es un color que aborrezco, cuanto menos en pol¨ªtica. En fin, eso ve uno, apeado de la tribuna.
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