LA CR?NICA Una actitud ante la vida PON? PUIGDEVALL
?ngel Jov¨¦ reside en Girona, en el barrio viejo, en una casa que respira historia a raudales y que se asemeja mucho a lo que nadie dudar¨ªa en definir como una de las encarnaciones de lo que Mario Praz llam¨® la casa de la vida. Tuve la suerte de visitarla una noche, rematando con unos amigos la fiesta de presentaci¨®n de una novela de Roberto Bola?o, y puedo afirmar que es lo m¨¢s cerca que he estado jam¨¢s de algo parecido a un palacio. Pero a pesar de que a la ma?ana siguiente recordaba como un sue?o la altura de los techos, la inmensidad de las habitaciones y los frescos del siglo XVII que adornan algunas paredes, lo que adquir¨ªa una mayor presencia eran los libros esparcidos por doquier, los cuadros que reposaban en cualquier rinc¨®n, y los montones de revistas y recortes que parec¨ªan nacer all¨¢ donde se fijara la vista. Es l¨ªcito afirmar que en aquella casa de ensue?o no hab¨ªa sitio posible para la fiesta (aunque siempre pueda inventarse en cualquier lugar), y que la distribuci¨®n de los espacios s¨®lo indicaba la existencia de una casa rigurosamente ideada para que ?ngel Jov¨¦ viviera trabajando en su arte, en la pintura y en los collages destinados a ilustrar las portadas de los libros editados por Anagrama.No recuerdo que aquella noche hablase demasiado con ?ngel Jov¨¦, para ser sincero no recuerdo que hablase de nada con nadie aunque la sensaci¨®n de rid¨ªculo a la ma?ana siguiente me indicara lo contrario. En el fondo creo que s¨®lo recuerdo las dimensiones palaciegas de la casa y la emoci¨®n especial que me produc¨ªa acceder a una zona privada de alguien como ?ngel Jov¨¦.
La primera noticia que tuve de ¨¦l fue en el cine, en una sesi¨®n donde se proyectaban Bilbao y Caniche, dos pel¨ªculas de Bigas Luna, y el impacto de la turbadora presencia en ambas de un actor llamado ?ngel Jov¨¦ no fue menor que la desaz¨®n de sus argumentos claustrof¨®bicos y asfixiantes. Luego supe que su protagonista no era ning¨²n actor profesional sino un pintor nacido en Lleida, amante de la aventura y el riesgo art¨ªstico, que un aura de artista marginal lo acompa?aba a pesar suyo, y que no permit¨ªa que se lo encasillara con facilidad en una est¨¦tica determinada. Se daba el placer de transitar por territorios tan in¨¦ditos entonces como el videoarte, colabor¨® en el dise?o de Zeleste, y era autor, adem¨¢s, de libros con t¨ªtulos prometedores. Lamentaba no haber aprovechado la oportunidad de conocerle o, lo que era aun peor, lamentaba haber quiz¨¢s conversado con ¨¦l y no recordar nada, y tem¨ªa la verg¨¹enza de alg¨²n comentario insensato y fuera de lugar.
Era el motivo que m¨¢s desasosiego me produc¨ªa cuando lo esperaba para la cita convenida con el pretexto de comentar Las portadas de ?ngel Jov¨¦, un libro at¨ªpico que oscila entre el homenaje, la memoria y el cat¨¢logo art¨ªstico, y que representa una r¨²brica de lujo a la celebraci¨®n de los 30 a?os de la editorial Anagrama: junto a los textos cr¨ªticos de Alexandre Cirici y Antoni Llena y a la semblanza biogr¨¢fica que traza el propio Jorge Herralde, el libro contiene una amplia entrevista de Xavier Antich con ?ngel Jov¨¦ y una representativa muestra de las ilustraciones que ha realizado el pintor durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas para Anagrama. Y mientras esperaba e iba hojeando las p¨¢ginas que reproducen su obra, no pude dejar de maravillarme con la fuerza trastornadora que adquir¨ªa en manos de ?ngel Jov¨¦ el material de desechos que yo hab¨ªa visto amontonado como retazos sin importancia en los rincones de su casa. Y constataba, asimismo, que los cuadros como obra aut¨®noma, sin la dependencia de las promesas que conllevan los t¨ªtulos de las obras y los nombres de los autores que las hab¨ªan suscitado, se revest¨ªan de otra dignidad y se enriquec¨ªan con otros sugestivos niveles, como si se ofrecieran al espectador desde perspectivas in¨¦ditas. Ciertamente, pensaba, no se equivoca Antoni Llena cuando afirma que las mejores pinturas de ?ngel Jov¨¦ no hay que buscarlas en las paredes de los museos, sino impresas sobre los libros de Anagrama, y ciertamente, tem¨ªa, tampoco se equivoca Herralde al referirse a la pulsi¨®n s¨¢dica del autor. Y mientras miraba los rostros informes entre las sombras y las oscuridades, crisp¨¢ndose al tiempo que parec¨ªan gritar con una nitidez aterradora, mientras descubr¨ªa en los m¨¢rgenes peque?os objetos enigm¨¢ticos como una amenaza, ya daba por supuesto que al aceptar la cita ?ngel Jov¨¦ se propon¨ªa vengarse de mi actuaci¨®n en su casa.
Pero no fue as¨ª, supongo que gracias a una cuesti¨®n de delicadeza por su parte. Poco hablamos de cine, y casi nada de su arte, pero de la misma manera que gracias a ¨¦l tuve la oportunidad de visitar una casa digna de recuerdo, gracias a su presencia tambi¨¦n tuve la suerte de confirmar lo que escribi¨® Alexandre Cirici: "Nos dec¨ªa que ser pintor no es m¨¢s que una actitud ante la vida y ante las cosas que nos rodean, y que, posiblemente, esta actitud es m¨¢s importante que las propias obras que son su consecuencia". No dejemos, no obstante, que la humildad y el desapego de ?ngel Jov¨¦ hacia su esfuerzo creativo logren enga?arnos.
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