Otra vez, 27 a?os despu¨¦s

El tratado ABM de limitaci¨®n de sistemas de defensa contra misiles bal¨ªsticos consagr¨® en 1972 esa doble vulnerabilidad en que se bas¨® el equilibrio del terror sobre el que repos¨® la guerra fr¨ªa. Lo que eran entonces las dos superpotencias renunciaban a desarrollar la capacidad de defenderse frente a posibles ataques nucleares del otro, limitando sus capacidades. El razonamiento de la doctrina de la Destrucci¨®n Mutua Asegurada (MAD) era que "si como t¨² puedes atacarme y destruir mi pa¨ªs por completo, y yo tambi¨¦n lo puedo hacer, ninguno de los dos lo har¨¢". Era la disuasi¨®n mutua que, en una l¨®gica aparentemente perversa, pero que gener¨® una indudablemente estabilidad, permiti¨® avanzar en el control de los armamentos nucleares con los Tratados START de reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas. Ni Estados Unidos ni la entonces Uni¨®n Sovi¨¦tica llegaron a desplegar las dos instalaciones de defensa que les permit¨ªa el Tratado ABM y que en 1974, en un Protocolo adicional quedaron limitados a uno. Claro que la tecnolog¨ªa de entonces no permit¨ªa esa imposible defensa perfecta. Pero, por si acaso, ambos pa¨ªses se comprometieron tambi¨¦n a discutir cualquier cambio que supusieran la aparici¨®n de "otros principios f¨ªsicos" de defensa que no fueran los misiles contra misiles. Desde entonces, se est¨¢n desarrollando otras posibilidades, desde tierra y desde el espacio.Fue el proyecto de Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (la guerra de las galaxias) que intent¨® lanzar Ronald Reagan en 1983 la que llev¨® a la URSS a reflexionar sobre la imposibilidad de seguir una nueva carrera de armamentos y que contribuy¨® a todo lo que vino despu¨¦s, incluido el final de la guerra fr¨ªa, que ha de llevar a que estos dos pa¨ªses tengan en el 2003 un 80% menos de capacidad destructiva nuclear que en 1984. A¨²n demasiado.

Pero EEUU, cuya tecnolog¨ªa ha avanzado sobremanera, ha demostrado un nuevo inter¨¦s en desarrollar un sistema de defensa contra misiles nucleares no por quebrar la ya pasada doctrina de la Destrucci¨®n Mutua Asegurada, ni siquiera como seguro total frente a las armas rusas -pues no podr¨ªa- sino m¨¢s bien para defenderse frente a posibles ataques aislados de tal o cual pa¨ªs, adem¨¢s de ser una forma de inyectar dinero en la industria de defensa. Ya en julio pasado, Bill Clinton firm¨® la directiva presidencial sobre Defensa Nacional contra Misiles, un primer paso en esta direcci¨®n, aunque avanzar m¨¢s y comenzar a desplegar requerir¨ªa renegociar el Tratado ABM o, al menos, denunciarlo con seis meses de antelaci¨®n. Sin garant¨ªas de ¨¦xito en cuanto al escudo protector. Es sabido que cualquier sistema de defensa antimisiles puede ser simplemente saturado aumentando el n¨²mero de vectores que ataquen. Pero tampoco est¨¢ Rusia en disposici¨®n econ¨®mica de lanzarse a desarrollar muchas m¨¢s armas. Quedan aqu¨ª enfrentados dos complejos: el de una superpotencia que ha dejado de serlo, Rusia, y cuyo ¨²nico s¨ªmbolo y realidad del absurdo pasado es un arma nuclear, que ha cambiado de significaci¨®n. Y el de un pa¨ªs que se ha quedado como ¨²nica superpotencia, y que pretende configurarse un espacio estrat¨¦gico no s¨®lo superior, sino ¨²nico y perfectamente seguro. Un nuevo sue?o americano.