Otra prueba de gran fuerza de Marta Belaustegui
Ayer lleg¨® el turno de la tercera pel¨ªcula espa?ola en concurso. Marta y alrededores est¨¢ escrita y dirigida por Nacho P¨¦rez de la Paz y Jes¨²s Ruiz, dos debutantes en el largometraje que dejan ver su condici¨®n de primerizos en la viveza casi espont¨¢nea que proporciona a lo que hacen la falta de dominio de los tiempos largos, carencia que tiene su rev¨¦s en los inevitables vaivenes que sufren el hilo de inter¨¦s y la continuidad del filme. La pel¨ªcula comienza de manera plana, en una sucesi¨®n de escenas excesivamente dilatadas y cuyo tiempo no est¨¢ bien gobernado y se estanca en una serie de tanteos, de balbuceos y de altibajos que poco a poco se van atenuando, hasta que, a mitad de metraje, la pel¨ªcula experimenta un brusco giro hacia arriba y comienza a crecer hasta hacerse completamente firme su secuencia. Va de menos a m¨¢s y al final est¨¢ viva y se hace corta sin serlo.Otro indicio de que es una obra de principiantes lo encontramos en que De la Paz y Ruiz ceden (ignoro si voluntariamente o no, es lo mismo) las riendas del relato a los int¨¦rpretes y les dejan, o no pueden impedirles, componer libremente sus personajes, por lo que cada uno de ellos ha de defenderse a s¨ª mismo, y debido a esto el conjunto, aunque no es homog¨¦neo, es bueno, da indicios de solvencia, aunque de ¨¦l salta un rostro mejor que bueno, el de Lola Due?as, y otro no bueno sino de fuerza excepcional, el de Marta Belaustegui. Apoyadas por el resto del reparto, ambas actrices dan vida de comienzo a fin a la pel¨ªcula y la segunda logra elevarla en algunos momentos sorprendentes a gran cine.
Es Marta Belaustegui una actriz dotada de un enorme y extra?o vigor magn¨¦tico. Su fotogenia y la capacidad de concentraci¨®n de sus actitudes y sus miradas no tienen equivalencia en el cine de ahora. Si su trabajo en Cuando vuelvas a mi lado es complej¨ªsimo y lo resuelve de manera eminente, el que borda en Marta y alrededores, siendo de menor alcance, se desata de pronto en vuelos de una pasmosa, por inesperada, intensidad emocional. Es due?a esta joven actriz del don de los elegidos, de los arist¨®cratas de su oficio, el don de la transfiguraci¨®n, y esta es una palabra mayor -tal vez la mayor de todas- en estos imprecisos territorios, porque una actriz de este poder¨ªo expresivo, capaz de convertirse por decreto de su mirada en el eje de la imagen, vac¨ªa la pantalla cuando sale de ella y la hace estallar de plenitud cuando entra. Y un nombre repentinamente indispensable de nuestro cine invade esta peque?a pel¨ªcula y la hace grande, tal vez porque sin propon¨¦rselo la hace suya.
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